“Llevamos un par de años de muchísima austeridad”: rector de la U. Javeriana
En entrevista, el padre Luis Fernando Múnera, quien asumió el pasado 13 de marzo como rector de esta institución, habla de algunos planes que tiene en el plantel, como por ejemplo reducir algunos programas académicos de cinco a cuatro años; y también de algunas propuestas que tiene el Gobierno.
Paula Casas Mogollón
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
El pasado 13 de marzo, el padre Luis Fernando Múnera asumió como nuevo rector de la Pontificia Universidad Javeriana. El licenciado en Filosofía estará en el cargo durante los próximos seis años y en entrevista habló sobre algunos temas financieros que enfrenta la universidad. Como, por ejemplo, que a pesar de ser una institución sólida porque no tiene en este momento retos urgentes en lo financiero, llevan un par de años de muchísima austeridad. “El año después de la pandemia no subimos las matrículas, al año siguiente lo hicimos por debajo de la inflación y este año incrementamos lo de la inflación”, dice.
Además, hizo un balance sobre las más recientes medidas anunciadas por el gobierno, como la meta de crear 500 mil cupos nuevos en educación superior o que las instituciones asuman los intereses por encima del IPC de sus estudiantes con crédito Icetex. Sobre esta última decisión, anota, es una forma de impuesto, que “nos afecta, pero me temo que a otras universidades más pequeñas y más frágiles les afecta más. Por eso uno tiene que pensar hasta dónde puede apretar un sistema de educación como este”.
¿Cuáles fueron esas lecciones que le dejó la pandemia a la Universidad Javeriana?
Pensamos que es un catalizador de cambios en la universidad. Nos ayudó mucho con lo que aprendimos de lo digital a integrar esas herramientas mucho más a la vida de la universidad. Una enseñanza que nos quedó es que en las clases, los profesores nos tomábamos unos 10 minutos antes para conversar con los grupos. Con esta actividad redescubrimos desde esa postura donde todos estábamos vulnerables. Tenemos nuevos retos, unos temas económicos, otros pedagógicos o el cuestionamiento de la presencialidad total.
Puede ver: Nevado del Ruiz: PAE de 55.000 estudiantes se vería afectado ante posible emergencia
Habla de unos retos económicos, ¿cuáles son?
Esta universidad es una universidad sólida, porque no tiene en este momento retos urgentes en lo financiero. Sin embargo, llevamos un par de años de muchísima austeridad. El año después de la pandemia no subimos las matrículas, al año siguiente lo hicimos por debajo de la inflación y este año incrementamos lo de la inflación. Llevamos tres años en los que se han contraído los ingresos respecto a los gastos, lo que nos ha puesto en una situación de control del gasto muy seria. Por el momento, la caja de la universidad y los ahorros están bien, pero sí tenemos que tener muchísima atención sobre el tema financiero. Hay algo que debemos tener en cuenta y es que nos estamos moviendo de cinco a cuatro años en los programas, lo que significa que la población flotante en el campus va a disminuir un poco y, con ello, los ingresos. Desde el Observatorio de Educación Superior hemos visto que la demanda se va a mantener estable más o menos en los próximos cinco años, pero después puede haber una caída. Eso nos abre a otras preguntas, como si pensar en las regiones, en lo virtual, si abrimos nuevos programas o no.
La universidad recibió una gran cantidad de estudiantes de Ser Pilo Paga. ¿Cómo fue la implementación de esta iniciativa en el plantel?
Así como con Generación E, estos son programas que se conocen por ser de apoyo a la demanda, es decir, los estudiantes escogen dónde quieren estudiar y el Estado les apoya. Nosotros aprendimos mucho de esos programas y esas lecciones las tenemos que seguir capitalizando. Los jóvenes de estas iniciativas en su formación previa tenían algunas deficiencias, como por ejemplo en inglés o en matemáticas y, en ese esfuerzo para que lograran finalizar sus carreras, generamos unos programas de apoyo y acompañamiento. También vimos que los propios compañeros en las carreras que demandan muchos materiales, construyeron bancos para que todos tuvieran acceso a esos elementos. También hay un reto de acompañamiento vocacional, porque muchos de ellos son la primera generación que va a la universidad y no se pueden equivocar.
Puede ver: ONU donará $129 mil millones para apoyar la educación en Colombia
Dos temas fundamentales en los campus son la salud mental y las violencias basadas en género. ¿Qué estrategias están empleando?
Primero hablemos de la salud mental. Hay estrategias de prevención y en ellas hay una formación de profesores y compañeros, para que sean capaz de dar lo que llamamos como primeros auxilios emocionales. También entablamos una primera contención y para ello hay unos servicios de asesoría psicológica y una ruta de atención. En cuanto a las violencias basadas en género, hemos aprendido mucho y creo que tenemos mucho que aprender. Esto es un fenómeno social, donde se ha ido naturalizando esas violencias, desde microviolencias en lo cotidiano hasta violencias más fuertes. Necesitamos formar a nuestra comunidad en estos temas. Además, generamos unos canales por los cuales se pueden recibir las quejas. Acabamos de revisar el protocolo y hemos asumido una mirada de justicia restaurativa, porque, cabe resaltar, somos una institución educativa, no una institución penal.
Otra de las problemáticas que surgieron con la pandemia fue el abandono y la deserción. ¿Cómo están haciéndole frente?
El éxito de la universidad y el compromiso es que la gente pueda terminar su proyecto. Desde la Vicerrectoría Académica hay un programa de inteligencia artificial que se llama SATIS, que permite hacer un sistema de alertas tempranas. También tenemos las consejerías académicas, las aulas de acompañamiento y contamos con un programa de acogida e integración de estudiantes de medios vulnerables.
Puede ver: La ecuación del amor por las matemáticas
La principal meta de este Gobierno es conseguir 500 mil nuevos cupos. ¿Cuál es su opinión de este objetivo?
La meta es ambiciosa y lo es si se mira la geografía del país. La idea no será generar los nuevos cupos en las grandes ciudades. Se debe pensar el sistema como un sistema complejo, donde están las universidades privadas, las públicas, el SENA y otras instituciones y creo que sería muy interesante tener mesas de diálogo y de trabajo con el Ministerio de Educación, para ir conversando sobre cómo es que vamos todos a aportar. La economista Mariana Mazzucato en su libro Misión Economía, contó cómo Estados Unidos para armar la misión a la Luna contó con la participación de empresas, universidades, el gobierno y un conjunto de gente articulada en torno a esa idea. Me atrevería a decir que aquí hay que construir una misión educacional para apostarle a esa meta.
Las universidades deben asumir los intereses por encima del IPC de sus estudiantes con crédito Icetex. ¿Cómo tomaron esta medida en la institución?
Es una forma de impuesto, de alguna manera. Nos afecta, pero me temo que a otras universidades más pequeñas y más frágiles les afecta más. Por eso uno tiene que pensar hasta dónde puede apretar un sistema como este. Nosotros tenemos una función social y lo tenemos clarísimo, pero tampoco podemos comprometer la sostenibilidad de las instituciones. Eso es una deducción al pago del Icetex, que todavía no nos lo ha girado. Si se suman los diferentes problemas y medidas que se han tomado, si va fragilizando la sostenibilidad de las universidades.
Puede ver: Estas son las metas que se plantearon los ministros de educación de América Latina
El Ministerio de Educación también anunció que acelerará los procesos para emitir registros calificados. ¿Esto afectaría la calidad de la educación superior?
Habría que valorar más esa idea de las universidades que tienen acreditación institucional, porque hay una evaluación amplia de todo su sistema, entre esos los de aseguramiento de calidad. Estas instituciones deberíamos tener una posibilidad de mayor flexibilidad en los registros calificados, en su renovación e incluso pensar si hace falta acreditar programa por programa. Pero si hay una tensión entre la eficiencia en generar registros y la calidad de lo que se proponga. Hay un llamado a la corresponsabilidad de los planteles en ese sentido. El riesgo existe.
👩🏫📄 ¿Quieres conocer las últimas noticias sobre educación? Te invitamos a verlas en El Espectador. ✏📚