Los beneficios de leer van más allá del desarrollo personal
En el mundo se estima que 750 millones de personas no saben leer ni escribir. Estimular la lectura no solo permite el desarrollo personal, sino que trae beneficios en la salud y el desarrollo de los países.
El año pasado, el Banco Mundial publicó una investigación que mostró un preocupante panorama para los niños y niñas colombianas de 10 años de edad: el 60,5 % de esta población no son capaces de leer ni de entender un texto simple para su edad. El problema, según el economista Gabriel Demombynes, autor del estudio y quien se desempeñó como líder del Banco Mundial en la Práctica para Desarrollo Humano en Colombia y Venezuela, es que hay municipios del país donde ese porcentaje podría ser del 100 %.
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El año pasado, el Banco Mundial publicó una investigación que mostró un preocupante panorama para los niños y niñas colombianas de 10 años de edad: el 60,5 % de esta población no son capaces de leer ni de entender un texto simple para su edad. El problema, según el economista Gabriel Demombynes, autor del estudio y quien se desempeñó como líder del Banco Mundial en la Práctica para Desarrollo Humano en Colombia y Venezuela, es que hay municipios del país donde ese porcentaje podría ser del 100 %.
Estos datos se suman a un panorama preocupante a nivel nacional: el 4,4% de los colombianos con 18 años de edad o más, equivalente a 1.6 millones de personas, son analfabetas, es decir, no saben leer ni escribir, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Calidad de Vida de 2022. A nivel mundial, esta cifra llega a 750 millones de personas, de las cuales dos tercios son mujeres, según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). En su estrategia para la alfabetización de jóvenes y adultos (2020-2025), esa entidad menciona, que el número de adultos sin alfabetizar es hoy mayor que hace 50 años en el mundo, pese a los avances tecnológicos y educativos.
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Esta situación, menciona la Unesco, en un mundo cada vez más digitalizado, “puede ser una fuente de exclusión para estas personas y un obstáculo importante para implicarse más directamente en actividades políticas, sociales, culturales y económicas”. De allí, la importancia de saber leer. Esta actividad trae beneficios cognitivos, psicológicos, socioculturales y económicos, tanto para las personas, como para los países.
“Diversos estudios han encontrado grandes diferencias, cualitativas, entre niños(as) de 4 a 6 años que han sido estimulados con la lectura y los que han sufrido esa deprivación cultural y mental. Estas diferencias cognitivas se hacen cada vez más importantes en los diversos grados educativos, en la educación superior y en el desempeño laboral y social”, explica Víctor Manuel Gómez, profesor de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) y PhD en Sociología de la Educación.
La Asociación Americana de Psicología viene resaltando, desde principios de los 2000, por ejemplo, que la lectura regular se asocia con el éxito y el rendimiento académico a largo plazo. En términos generales, “la lectura ayuda a mejorar la escritura, amplía el vocabulario, trabaja la creatividad y ayuda en la formación del sentido crítico, es decir, en la capacidad de reflexionar sobre algo”, menciona Aline Fay, docente del área lingüística de la Pontifícia Universidade Católica do Río Grande do Sul en Brasil.
En las personas mayores de 60 años también trae beneficios asociados a la protección de la función cognitiva del cerebro durante la vejez, como señaló una investigación científica publicada en 2020 en la National Library of Medicine. Durante 14 años, los investigadores siguieron más de 1.900 adultos mayores y encontraron que las actividades de lectura frecuentes, de al menos una vez a la semana, suponen un riesgo reducido de deterioro cognitivo para esta población, independientemente de su nivel educativo.
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“El hábito de la lectura tiene una relación comprobada con una mejor calidad de salud mental”, agrega en otras palabras Augusto Buchweitz, investigador del Instituto del Cerebro (InsCer) y profesor en Facultad de Ciencias de la Salud y la Vida de la Pontifícia Universidade Católica do Río Grande do Sul. La razón, explica, es que esta actividad implica imaginación, mentalización, anticipación y aprendizaje (siempre aprendemos, al menos, palabras nuevas). Todo esto “funciona como un ‘ejercicio’ para el cerebro humano. A pesar de no ser un músculo, nuestro cerebro necesita ser estimulado”.
Los beneficios para la sociedad
La lectura tiene beneficios emocionales y sociales. Estudios han mostrado que los niños y niñas que leen más tienen una mayor capacidad para empatizar con los demás y comprender diferentes perspectivas.
Cuando una sociedad no estimula la lectura, esto genera una serie de problemas de aprendizaje, menores oportunidades de formación y de inserción laboral cualificada, “todo lo cual conduce a una mayor desigualdad social”, menciona Gómez, de la Universidad Nacional. “Todo lo contrario sucede en una sociedad que estimula la lectura, y el desarrollo neuronal asociado, desde los primeros años. Habrá mayor igualdad social en el acceso a oportunidades educativas y laborales”, agrega.
El Foro Económico Mundial señala que la calidad del sistema educativo y el nivel de alfabetización de las personas son determinantes para el desarrollo económico sostenible y la competitividad de las naciones. En su Informe de competitividad global, edición especial 2020: ‘¿Cómo se están desempeñando los países en el camino hacia la recuperación?’, mencionan que “la escasez de talentos se ha acentuado, debido a unos sistemas educativos obsoletos”. Según este informe, en el último decenio, el desarrollo del capital humano en las economías avanzadas se ha estancado. En las economías desarrolladas y en desarrollo, las brechas de talento siguen siendo grandes, “los sistemas educativos locales están cada vez más obsoletos”.
De acuerdo con Gloria Bernal, directora del Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana, Colombia enfrenta varios retos significativos para mejorar los índices de lectura en la población. “Entre ellos está la desigualdad en el acceso a materiales de lectura y bibliotecas, es un desafío importante. Muchas comunidades rurales y desfavorecidas carecen de bibliotecas adecuadas y recursos educativos, lo que limita las oportunidades de lectura”. A los ojos del docente, Colombia necesita una política de estímulo a producción y distribución de libros de bajo costo para que esa cultura esté al alcance de todos los ciudadanos, con independencia de su origen, condición económica y residencia urbana o rural.
También es una barrera contra la desinformación
El hábito de lectura es fundamental para la formación de un ser crítico y constituye una herramienta poderosa en la lucha contra lo que se ha comenzado a denominar “infodemia”. La Organización Mundial de la Salud define esto “como una cantidad excesiva de información ‒en algunos casos correcta, en otros no‒ que dificulta que las personas encuentren fuentes confiables y orientación fidedigna cuando las necesitan”. Lo que ocurrió durante la pandemia de covid-19 es un buen ejemplo para entender este término.
En la pandemia, explica la OMS, “se aunaron dos elementos que crearon las condiciones adecuadas para que la desinformación proliferara y se extendiera”. En primer lugar, la expansión del virus y sus consecuencias causó temor, suscitó incertidumbre y sembró dudas en todo el mundo. Eso se unió con un segundo elemento: en un mundo digitalizado, “nos es muy fácil consultar, crear y compartir información (y también información errónea y desinformación) ampliamente a través de la internet, las telecomunicaciones móviles, los medios de comunicación y las plataformas de redes sociales”. Todo esto jugó a favor de la infodemia.
“Cuando la pandemia se extendió, aparecieron muchas publicaciones en las redes sociales, que se difundieron a través de las comunicaciones de mensajería instantánea, avivando la incertidumbre sobre el tratamiento, la seguridad y la eficacia de las vacunas y la utilidad del distanciamiento social, entre otros aspectos. Ello provocó protestas sociales, agitación y lentitud en la aceptación de las vacunas y, en algunos casos, dio lugar a tasas de mortalidad más altas”, recuerda el organismo de salud global.
¿Cómo se puede contrarrestar esa desinformación? La OMS elaboró una serie de recomendaciones a los Estados, entre las cuales incluyó, en primer lugar, concienciar acerca de la desinformación y la manipulación de la información y fomentar el pensamiento crítico, lo que justamente hace la lectura.