Los grandes retos que le esperan a Daniel Rojas, el nuevo ministro de Educación
Daniel Rojas, el nuevo ministro de Educación, tendrá grandes retos en los próximos dos años. Un enorme retraso en la calidad educativa y una gran brecha en acceso, algunos de los que deberá resolver con urgencia.
La salida de Aurora Vergara del ministerio de Educación se venía rumorando desde hace varias semanas. De hecho, desde que empezó la renovación del gabinete de Gustavo Petro, varias fuentes sugerían que era solo cuestión de tiempo que Vergara tuviese que dejar su cargo.
Lo que algunos no esperaban es que el nombre de su reemplazo fuese Daniel Rojas, el actual gerente de la Sociedad de Activos Especiales, SAE, y uno de los hombres cercanos al Presidente. Aunque no era alguien tan conocido en el mundo político cuando Petro ganó las elecciones, se convirtió en una persona clave: estuvo al frente de la coordinación del empalme del gobierno y fue el jefe programático del plan de gobierno.
Rojas, economista de la Universidad Santo Tomás, estará al frente de un sector que, como pocas, veces ha sido protagonista por varias razones. Una de las últimas fue el fracaso del proyecto de ley estatutaria que, pese a que empezó como una propuesta que unió a varios actores, terminó generando una gran cantidad de descontentos.
Incluso, fue la principal razón para que Fecode, la federación que agrupa a varios de los sindicatos de los maestros y que ha sido cercana al Gobierno, declarara paro nacional y saliera a protestar por varios días a las calles. Finalmente, el proyecto de ley se terminó hundiendo, pues no fue discutido.
Aunque aún es muy prematuro para saber si Rojas se animará a presentar nuevamente el proyecto con ajustes, como había prometido Aurora Vergara, los que sucedió muestra que uno de los retos que tendrá será construir consensos en un sector en el que nunca ha sido fácil lograrlos. A los ojos de Gloria Bernal, directora del Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Universidad Javeriana, su primer gran desafío será buscar acuerdos nacionales, claves para sacar adelante reformas.
Entre las reformas hay otra que no tuvo mucho eco, pero que es trascendental: la reforma a la Ley 30 de 1992, que es donde están las reglas de juego para la educación superior. Unas semanas antes de dejar su cargo, Vergara le había dicho a El Espectador que ya había una “gran mesa de concertación nacional” para lograr una reforma y que estaban próximos a publicar la información de esos diálogos regionales en la página web del ministerio de Educación. Hasta el momento, eso no había sucedido, pero será un proceso que quedará en las manos de Rojas. La pregunta que todos se hacen es si se animará a continuarlo.
El otro desafío que le espera a Daniel Rojas tiene que ver con el modelo de salud de los maestros de colegios oficiales. Desde que el gobierno y Fecode decidieron darle un vuelco de 180 grados, las quejas por la prestación del servicio y por la dispensación de medicamentos continúan. En ese “revolcón”, el Ministerio de Educación tiene un rol clave y de su gestión dependerá, en parte, poder resolver los problemas que se han acumulado. Como le decía a este diario hace un par de meses el exministro de Salud y de Educación, Alejandro Gaviria, lo que ha sucedido fue un mal experimento por tratar de convertir a la Fiduprevisora en una EPS “de un día para otro”.
Pero, más allá de esos temas que han dominado la agenda de noticias, hay desafíos que necesitan ser resueltos con urgencia en un sector que está pasando por serios aprietos. Uno de los más apremiantes es la calidad educativa.
¿Podrá mejorar la calidad educativa?
Para Luz Karime Abadía, decana Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la U. Javeriana y quien ha investigado sobre temas de educación, Rojas entra a un ministerio con un reto sin resolver: “En educación básica y media no ha habido ninguna apuesta clara. Hoy hay un retroceso muy grande y se requiere con urgencia un programa para impulsar la calidad”, dice.
A su parecer, en este período se descuidaron temas urgentes en términos de nivelación de aprendizaje que se requerían después de la pandemia, pues hay rezagos enormes de aprendizaje”.
Pero si hay un tema que tanto para Abadía como para Bernal debería estar en el “ranking” de asuntos pendientes es lo que está sucediendo en educación inicial y básica. “Ahí debería focalizar sus esfuerzos, pues el país está muy rezagado”, dice Abadía, quien cree, además, que el Ministerio debería avanzar en una estrategia para que impulse la educación integral a los más pequeños.
“Se requiere con urgencia que se desarrolle una estrategia estructural para mejorar la calidad. Los niños y niñas hoy tienen muchos rezagos en diversas materias. Incluso, hay niños de 4° de primaria que tienen el nivel de uno de 1° o de 2°. Es gravísimo para la sociedad”, complementa Bernal.
Una manera de entender lo que sucede es el indicador de Pobreza de Aprendizaje, calculado por el Banco Mundial en Colombia. De acuerdo con este índice, el 60% de los estudiantes de 10 años de colegios públicos y el 30% de colegios privados no saben leer.
Entre los puntos que destaca el LEE en este aspecto, están la recuperación y fortalecimiento de la alfabetización inicial, de las habilidades de lectura, de matemáticas, de pensamiento crítico, así como las competencias digitales y blandas.
Por otra parte, la directora del LEE señala que uno de los temas que deben ser abordados es el de la evaluación docente. Para ella, esta puede ser una buena oportunidad para que Rojas concilie con Fecode una reformulación de esa evaluación que, después de todo, añade, “contribuye al mejoramiento de la calidad educativa”.
Como si no fuese poco, para el Laboratorio también “existe una gran disparidad en la calidad de la educación entre las zonas urbanas y rurales, y a pesar de los esfuerzos para aumentar la cobertura, muchos niños, niñas y jóvenes, especialmente en áreas rurales y comunidades indígenas”. Así mismo, aún hay “muchas escuelas, especialmente en zonas rurales, que carecen de infraestructura adecuada y no cuentan con agua potable o tienen instalaciones sanitarias deficientes”.
Abadía tiene una buena manera de sintetizar los temas pendientes: “Creo que el gran reto está en que el nuevo ministro de Educación logre cumplir algo de lo que se prometió en el Plan Nacional de Desarrollo, pues no han avanzado en la mayoría de apuestas que presentaron. Necesitamos acciones que impulsen la calidad, equidad y pertinencia en el sector”.
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La salida de Aurora Vergara del ministerio de Educación se venía rumorando desde hace varias semanas. De hecho, desde que empezó la renovación del gabinete de Gustavo Petro, varias fuentes sugerían que era solo cuestión de tiempo que Vergara tuviese que dejar su cargo.
Lo que algunos no esperaban es que el nombre de su reemplazo fuese Daniel Rojas, el actual gerente de la Sociedad de Activos Especiales, SAE, y uno de los hombres cercanos al Presidente. Aunque no era alguien tan conocido en el mundo político cuando Petro ganó las elecciones, se convirtió en una persona clave: estuvo al frente de la coordinación del empalme del gobierno y fue el jefe programático del plan de gobierno.
Rojas, economista de la Universidad Santo Tomás, estará al frente de un sector que, como pocas, veces ha sido protagonista por varias razones. Una de las últimas fue el fracaso del proyecto de ley estatutaria que, pese a que empezó como una propuesta que unió a varios actores, terminó generando una gran cantidad de descontentos.
Incluso, fue la principal razón para que Fecode, la federación que agrupa a varios de los sindicatos de los maestros y que ha sido cercana al Gobierno, declarara paro nacional y saliera a protestar por varios días a las calles. Finalmente, el proyecto de ley se terminó hundiendo, pues no fue discutido.
Aunque aún es muy prematuro para saber si Rojas se animará a presentar nuevamente el proyecto con ajustes, como había prometido Aurora Vergara, los que sucedió muestra que uno de los retos que tendrá será construir consensos en un sector en el que nunca ha sido fácil lograrlos. A los ojos de Gloria Bernal, directora del Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Universidad Javeriana, su primer gran desafío será buscar acuerdos nacionales, claves para sacar adelante reformas.
Entre las reformas hay otra que no tuvo mucho eco, pero que es trascendental: la reforma a la Ley 30 de 1992, que es donde están las reglas de juego para la educación superior. Unas semanas antes de dejar su cargo, Vergara le había dicho a El Espectador que ya había una “gran mesa de concertación nacional” para lograr una reforma y que estaban próximos a publicar la información de esos diálogos regionales en la página web del ministerio de Educación. Hasta el momento, eso no había sucedido, pero será un proceso que quedará en las manos de Rojas. La pregunta que todos se hacen es si se animará a continuarlo.
El otro desafío que le espera a Daniel Rojas tiene que ver con el modelo de salud de los maestros de colegios oficiales. Desde que el gobierno y Fecode decidieron darle un vuelco de 180 grados, las quejas por la prestación del servicio y por la dispensación de medicamentos continúan. En ese “revolcón”, el Ministerio de Educación tiene un rol clave y de su gestión dependerá, en parte, poder resolver los problemas que se han acumulado. Como le decía a este diario hace un par de meses el exministro de Salud y de Educación, Alejandro Gaviria, lo que ha sucedido fue un mal experimento por tratar de convertir a la Fiduprevisora en una EPS “de un día para otro”.
Pero, más allá de esos temas que han dominado la agenda de noticias, hay desafíos que necesitan ser resueltos con urgencia en un sector que está pasando por serios aprietos. Uno de los más apremiantes es la calidad educativa.
¿Podrá mejorar la calidad educativa?
Para Luz Karime Abadía, decana Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la U. Javeriana y quien ha investigado sobre temas de educación, Rojas entra a un ministerio con un reto sin resolver: “En educación básica y media no ha habido ninguna apuesta clara. Hoy hay un retroceso muy grande y se requiere con urgencia un programa para impulsar la calidad”, dice.
A su parecer, en este período se descuidaron temas urgentes en términos de nivelación de aprendizaje que se requerían después de la pandemia, pues hay rezagos enormes de aprendizaje”.
Pero si hay un tema que tanto para Abadía como para Bernal debería estar en el “ranking” de asuntos pendientes es lo que está sucediendo en educación inicial y básica. “Ahí debería focalizar sus esfuerzos, pues el país está muy rezagado”, dice Abadía, quien cree, además, que el Ministerio debería avanzar en una estrategia para que impulse la educación integral a los más pequeños.
“Se requiere con urgencia que se desarrolle una estrategia estructural para mejorar la calidad. Los niños y niñas hoy tienen muchos rezagos en diversas materias. Incluso, hay niños de 4° de primaria que tienen el nivel de uno de 1° o de 2°. Es gravísimo para la sociedad”, complementa Bernal.
Una manera de entender lo que sucede es el indicador de Pobreza de Aprendizaje, calculado por el Banco Mundial en Colombia. De acuerdo con este índice, el 60% de los estudiantes de 10 años de colegios públicos y el 30% de colegios privados no saben leer.
Entre los puntos que destaca el LEE en este aspecto, están la recuperación y fortalecimiento de la alfabetización inicial, de las habilidades de lectura, de matemáticas, de pensamiento crítico, así como las competencias digitales y blandas.
Por otra parte, la directora del LEE señala que uno de los temas que deben ser abordados es el de la evaluación docente. Para ella, esta puede ser una buena oportunidad para que Rojas concilie con Fecode una reformulación de esa evaluación que, después de todo, añade, “contribuye al mejoramiento de la calidad educativa”.
Como si no fuese poco, para el Laboratorio también “existe una gran disparidad en la calidad de la educación entre las zonas urbanas y rurales, y a pesar de los esfuerzos para aumentar la cobertura, muchos niños, niñas y jóvenes, especialmente en áreas rurales y comunidades indígenas”. Así mismo, aún hay “muchas escuelas, especialmente en zonas rurales, que carecen de infraestructura adecuada y no cuentan con agua potable o tienen instalaciones sanitarias deficientes”.
Abadía tiene una buena manera de sintetizar los temas pendientes: “Creo que el gran reto está en que el nuevo ministro de Educación logre cumplir algo de lo que se prometió en el Plan Nacional de Desarrollo, pues no han avanzado en la mayoría de apuestas que presentaron. Necesitamos acciones que impulsen la calidad, equidad y pertinencia en el sector”.
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