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El Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Universidad Javeriana recopiló trece razones, basadas en estudios nacionales e internacionales, que evidencian por qué regresar a la educación remota y suspender la alternancia es una mala decisión. (Le recomendamos: “Queremos estudiar, pero no así”: niñez en la virtualidad)
Según indicaron, en un primer lugar la educación remota requiere tres factores clave: estudiantes con conectividad, docentes con habilidades digitales y tutores preparados. Sin embargo, según las pruebas PISA 2019, el 48% de los rectores de colegios oficiales consideraba que sus docentes no tenían las habilidades técnicas ni pedagógicas necesarias para integrar los dispositivos digitales en la enseñanza.
Asimismo, según los resultados de las pruebas saber 11 de 2020, el 55,18% de los estudiantes del sector oficial no cuentan con computador e internet en su hogar, y solo el 20% de estudiantes que viven en una zona rural tienen acceso a internet y a un computador. Como si fuera poco, tan solo el 6,4% de las madres de los estudiantes de colegios oficiales tienen educación superior, versus un 22,5% de aquellos de colegios privados. Esto puede generar vacíos y dificultades en el respaldo al aprendizaje efectivo que estos tutores pueden dar desde casa, a lo que se le suma el poco tiempo que tienen los padres para dedicarse a estas tareas. (Le puede interesar: El daño irreparable de la pandemia en la educación colombiana)
De hecho, según una encuesta realizada por el mismo laboratorio LEE, el 64% de los docentes entrevistaos consideró que el acompañamiento de los padres durante las clases remotas, tras el cierre de los colegios por la pandemia, fue regular. El 20% consideró que fue malo.
La virtualidad y las brechas digitales han generado que una gran proporción de estudiantes no esté participando de las actividades académicas remotas. Los docentes afirmaron que, después del cierre de colegios, en promedio el 60% de los estudiantes no participaban en actividades asincrónicas como guías físicas o cartillas, y que el 40% de los estudiantes dejó de asistir a las actividades sincrónicas, como clases a través de videollamadas.
Además de la baja participación, la educación remota también es menos efectiva que la presencial. Los resultados en las pruebas Saber 11 del 2020 son una de las muestras: se evidencia un aumento de 5 puntos en la brecha de desempeño público-privado, con mayores vacíos en los estudiantes de colegios oficiales. Asimismo, el 77,8% de los padres y madres de familia de más de 500 estudiantes de quinto grado, de colegios oficiales en 18 departamentos, afirmaron que los niños y niñas aprenden mejor de forma presencial. (Le puede interesar: Lo que no sabemos (y deberíamos tener claro) sobre el retorno a los colegios)
Las afectaciones de la educación han impactado especialmente a los más pequeños, quienes tuvieron educación inicial en jardines o en preescolar, donde estimulaban sus habilidades socioafectivas, de lenguaje, cognitivas y no cognitivas.
Al respecto, los investigadores de LEE aseguran que las “el cierre de colegios no es una política efectiva para reducir los contagios y sí tiene riesgos como la exposición a entornos violentos, depresión y ansiedad, consumo de sustancias psicoactivas, trabajo infantil, delincuencia juvenil, reclutamiento de menores al conflicto armado, embarazo adolescente, entre otros”. De hecho, según el Instituto Colombiano de Neurociencias, el 88% de los niños y niñas tiene algún signo de efecto negativo en la salud mental tras la pandemia.
Pero no se trata solo de los niños. Un estudio de la Facultad de Medicina de la Javeriana también evidenció que 68.1% de los jóvenes encuestados presentaron diferentes niveles de depresión y 53.3% diferentes niveles de ansiedad tras el confinamiento obligatorio por la pandemia. Además, el número de estudiantes de grado 11 que reportaron estar trabajando en 2020 incrementó un 15% frente al año anterior.
Finalmente, el cierre de colegios también aumenta la exposición a riesgos como la vinculación forzada de menores a grupos ilegales: en el primer semestre del 2020 se registraron por lo menos cerca de 190 niños, niñas y adolescentes víctimas de vinculación por reclutamiento, comparado con 38 víctimas en el mismo periodo del año 2019.