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La omnipresencia de los medios de pantalla a nivel mundial y la creciente adopción y uso de medios de pantalla a edades cada vez más tempranas es una preocupación creciente entre expertos, familias y autoridades. Hay un debate sobre los beneficios y riesgos del uso de pantallas para el bienestar y el desarrollo de los niños. La evidencia actual, que han seguido organizaciones como la OMS, apuntan a un límite de tiempo total frente a la pantalla en un intento por reducir riesgos. Sin embargo, un grupo de investigadores cree que es necesario considerar otros ítems de igual o más importancia.
Por ejemplo, el contenido o la calidad del uso de la pantalla, es decir, el contenido educativo, la visualización conjunta y la edad de inicio de la exposición a la pantalla en la primera infancia. Los investigadores revisaron 100 estudios sobre la influencia de los contextos de empleo de pantallas en el desarrollo cognitivo (cerebro), social y emocional de los niños desde el nacimiento hasta los cinco años, publicados todos entre 1978 y 2023. En las pantallas, incluyeron televisión, juegos de computadora, teléfonos inteligentes y tabletas.
Las investigaciones revisadas involucraron a más de 176.000 niños y sus familias de 30 países, entre ellos EE. UU., Reino Unido, China, Canadá y Japón. El metaanálisis se publicó en JAMA el pasado 5 de agosto.
Más allá, entonces, de la medición del tiempo total frente a una pantalla, los resultados del metaanálisis revelan la importancia de los contextos de uso de pantallas en la primera infancia para el desarrollo cognitivo y psicosocial. El estudio apunta a tres hallazgos clave. En primer lugar, la visualización de programas se asoció negativamente con los resultados cognitivos y psicosociales, mientras que el contenido inapropiado para la edad se asoció negativamente con los resultados psicosociales.
En segundo lugar, el uso de pantallas por parte de los cuidadores y la exposición a la televisión de fondo durante las rutinas e interacciones de los niños se asociaron negativamente con los resultados psicosociales y cognitivos, respectivamente. Finalmente, en tercer lugar, el uso compartido de medios de pantalla se asoció positivamente con los resultados cognitivos. (Puede ver: Ecobarrios, los barrios con conciencia ambiental en Cali)
Esto último es muy interesante. Los estudios que analizaron en la investigación muestran que si los niños y sus cuidadores utilizan pantallas juntos (también llamado covisualización o couso), hay algunos beneficios para las habilidades de pensamiento y razonamiento de los niños. “Es especialmente beneficioso para su desarrollo lingüístico, incluida la cantidad de palabras que conocen los niños, sus habilidades de comunicación social y la comprensión y el procesamiento del lenguaje”, explicaron Sumudu Mallawaarachchi y Dylan Cliff, dos de los autores del metaanálisis, en The Conversatión.
“Cuando miran juntos el programa, pueden tener conversaciones sobre lo que los niños ven o hacen, ayudarlos a comprender el contenido y establecer conexiones con el mundo real. Esto puede ayudar a su desarrollo y aprendizaje del lenguaje”, agregan. Una primera recomendación que se desprende de esto, entonces, es procurar que el tiempo frente a una pantalla sea compartido.
Sin embargo, ese uso no debería interferir en interacciones familiares como las comidas. “En nuestro estudio, los niños mostraron mejores habilidades sociales, mejor comportamiento y mejor capacidad para regular sus emociones cuando los padres evitaron el uso de pantallas durante interacciones y rutinas como las comidas familiares”, dicen los autores. En este punto, entonces, los adultos deberían evitar usar estos dispositivos en estos espacios, para así no afectar la calidad de las interacciones.
Otro punto clave de la investigación es la evaluación del contenido que ven los niños en las pantallas. “Nuestra investigación encontró un vínculo entre los niños que miran contenido inapropiado para su edad y habilidades y comportamientos sociales deficientes”, dicen los autores. En este punto, sugieren, los padres podrían hacerse un par de preguntas importantes antes de permitir que sus hijos accedan a los contenidos en pantallas: ¿para qué edad o etapa de desarrollo está diseñado el contenido? ¿Promueve el aprendizaje y el desarrollo? ¿El contenido tiene mensajes sociales positivos? ¿Fomenta el movimiento, como bailar al ritmo de la música? “Evitar contenidos violentos y para públicos maduros es clave”, reiteran.
Finalmente, el estudio también apuntó a que los niños tienen mejores habilidades de pensamiento, razonamiento y lenguaje cuando había menos televisión de fondo en el hogar. Es decir, esa práctica de estar haciendo cualquier cosa, mientras el ruido del televisor acompaña el fondo, no es recomendable. Esto también puede deberse a que hay menos conversaciones entre padres e hijos cuando hay un televisor encendido de fondo, proponen los autores. Entonces, cuando no se esté viendo activamente la televisión, “considere apagarla para que los niños puedan jugar, escuchar y aprender”.
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