Los retos de la educación para el próximo presidente
El próximo presidente encontrará al menos tres temas complejos en educación. El primero será la inequidad y la agudización de las brechas en el sistema, el segundo es la circunstancia actual de maestros y estudiantes, y el tercero es la atención a la primera infancia. Sin embargo, el reto común seguirá siendo asegurarle el acceso y la permanencia en la educación de calidad -en todos los niveles- para contrarrestar la vulnerabilidad de la juventud colombiana. Lo difícil es que la educación de calidad, pública y privada, cuesta y requiere una alta inversión.
Eduardo Escallón*
Aunque en Colombia es positivo que el dinero destinado a la educación (en básica y media) haya aumentado recientemente, y que el número de matriculados también, este último se puede asociar con el aumento de la población, por lo cual es posible que el incremento en el gasto no haya sido suficiente. Esto es más preocupante cuando vemos la falta de oportunidades de trabajo y educación que hay para la mayoría de jóvenes. Si bien la evidencia indica que la vulnerabilidad de la juventud se contrarresta garantizando el acceso a la mejor educación superior, solo un tercio de las universidades públicas y un sexto de las privadas tienen acreditación de alta calidad. Por consiguiente, a estas solo llega un reducido grupo minoritario dentro del ya mínimo grupo de personas que entra a la educación superior. Ante este panorama, es innegable la urgencia por financiar el sistema público y, aunque sea impopular entre algunos sectores, apoyar los programas de subsidio a la demanda como fueron Ser pilo paga y Generación E.
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Aunque en Colombia es positivo que el dinero destinado a la educación (en básica y media) haya aumentado recientemente, y que el número de matriculados también, este último se puede asociar con el aumento de la población, por lo cual es posible que el incremento en el gasto no haya sido suficiente. Esto es más preocupante cuando vemos la falta de oportunidades de trabajo y educación que hay para la mayoría de jóvenes. Si bien la evidencia indica que la vulnerabilidad de la juventud se contrarresta garantizando el acceso a la mejor educación superior, solo un tercio de las universidades públicas y un sexto de las privadas tienen acreditación de alta calidad. Por consiguiente, a estas solo llega un reducido grupo minoritario dentro del ya mínimo grupo de personas que entra a la educación superior. Ante este panorama, es innegable la urgencia por financiar el sistema público y, aunque sea impopular entre algunos sectores, apoyar los programas de subsidio a la demanda como fueron Ser pilo paga y Generación E.
La situación más compleja en educación inicial, preescolar, básica y media es, también, la brecha de calidad. Si bien la educación no es la causa de la inequidad social, ella sí la refleja. Usualmente, los especialistas miden la calidad con los resultados de pruebas como PISA y Saber. Estas permiten comparar y sirven para describir la situación e identificar dificultades. Sus resultados muestran las desigualdades entre los países y entre colegios, pero no informan sobre las causas ni las soluciones. En realidad, como el propósito de la educación es un conjunto de muchas expectativas y sus fines son diversos, estos exámenes sobre materias específicas nos muestran solo una parte del gran panorama. Limitarnos a ellas nos deja mucha incertidumbre.
Hoy sabemos que la calidad de la educación es más compleja y depende de dos factores: lo estructural y los procesos pedagógicos. El próximo gobierno tendrá que esforzarse por mejorar ambos, y medirlos le exigirá ir más allá de las pruebas. Usualmente los gobiernos invierten mucho en infraestructura, pues siendo muy importante es también lo más fácil y los más visible. No obstante, no siempre es lo mejor, como es el caso de los megacolegios. (Lea: Pruebas TyT: Icfes anuncia reprogramación tras caída y fallas en la plataforma)
En términos de calidad de los procesos, los pedagogos tenían claro el asunto. Agustín Nieto, pedagogo colombiano, ya afirmaba hace un siglo: “La escuela será lo que el maestro sea”. Recientemente, los economistas identificaron al maestro como la variable más determinante, si no la única, en la calidad de la educación. Esta es una muy buena noticia. Todas sus evidencias indican que los mejores docentes impactan muy positivamente a los estudiantes. Así, para asegurar el derecho a la educación de calidad, el gobierno deberá apoyar el desarrollo profesional docente en todos los niveles de educación, pero, primordialmente, el de los agentes a cargo de la primera infancia. De la misma forma, será importante implementar políticas que estimulen a los mejores bachilleres a estudiar licenciaturas y para atraer a la carrera a docentes con las mejores cualidades académicas y pedagógicas. Será importante medir la calidad poniendo atención a los procesos y no solo a los resultados de las pruebas. El panorama ideal sería que dicha medición nos muestre dónde y cómo mejorar esos procesos. (Lea: ¿Quién es Sindey Bernal, la colombiana que es la mejor docente de Iberoamérica?)
Todo lo anterior cobra mayor relevancia en la coyuntura actual pospandemia. Por una parte tenemos sobrefatigado al personal docente de colegios públicos y privados. Los esfuerzos por sostener el funcionamiento del sistema durante el confinamiento fueron enormes, agotadores y poco reconocidos. En varios lugares resultaron insuficientes. El cierre de los colegios y jardines, así como la falta de conectividad profundizaron las brechas. También habrá que revisar el sistema de contratación del ICBF para asegurar el acceso y la estabilidad del servicio, que este año no ha sido plenamente garantizado. Contrario a la intuición, el retraso más grave de los estudiantes no está en el plano académico, sino en el social-emocional. Será necesaria una agresiva campaña de formación a docentes para que puedan abordar dicho ámbito del desarrollo y el aprendizaje de los estudiantes. La meta es lograr los niveles de autorregulación, atención y convivencia necesarios para poder trabajar adecuadamente los contenidos de las áreas. La sociedad deberá cerrar filas junto a quien gobierne para garantizar el desarrollo integral de los más pequeños. Aquellos que entraron a la adolescencia y quienes vivieron parte de sus primeros cinco años en el confinamiento requieren una atención prioritaria, y nuestros docentes fatigados, y no siempre formados para este reto, necesitarán todo el apoyo posible. (Lea: ¿Cómo fue la distribución de la matrícula de Ser Pilo Paga en Colombia?)
*Decano de la Facultad de Educación, Universidad de los Andes.