Los retos de los colegios tradicionales al volverse mixtos y de calendario B
Este tránsito deberá tener en cuenta varios factores, como repensar los manuales de convivencia y asegurar que la infraestructura incluya las necesidades de las mujeres, como la higiene menstrual. En cuanto al calendario B, tanto el Ministerio de Educación como las secretarías son enfáticas en señalar que se debe asegurar que los estudiantes cumplan con un mínimo de horas de clase al año.
Desde hace un poco más de 10 años, los colegios que han sido tradicionalmente masculinos o femeninos han comunicado su decisión de convertirse en mixtos. Recientemente, el Gimnasio Moderno, ubicado al norte de Bogotá y que lleva más de 100 años de historia, anunció dos grandes cambios en su modelo educativo: volverse mixto y pasar a ser calendario B, es decir, las clases comenzarán en septiembre y finalizarían en junio.
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Desde hace un poco más de 10 años, los colegios que han sido tradicionalmente masculinos o femeninos han comunicado su decisión de convertirse en mixtos. Recientemente, el Gimnasio Moderno, ubicado al norte de Bogotá y que lleva más de 100 años de historia, anunció dos grandes cambios en su modelo educativo: volverse mixto y pasar a ser calendario B, es decir, las clases comenzarán en septiembre y finalizarían en junio.
Esta decisión, cuenta Víctor Gómez, quien lleva 10 años al frente de la institución, nace de la iniciativa que tuvo Agustín Nieto Caballero cuando fundó el colegio en 1914. En esa época, varias alumnas pasaron por los pasillos y las aulas del plantel. Así lo han registrado algunas fotografías, sin embargo, añade Gómez, “hubo controversia por esa idea. Eran otros tiempos y resolvieron, en 1927, junto a Ana Restrepo del Corral, abrir el Gimnasio Femenino”.
A pesar de que ambas instituciones se formaron con ideales similares, Gómez asegura que el Consejo Superior, “reconociendo la transformación del rol de la mujer en la sociedad, el liderazgo y la importancia de la interacción de niños y niñas en entornos educativos, puso la idea sobre la mesa”, añade. Para hacer este cambio, se lee en los requisitos publicados por el Ministerio de Educación, deben dirigirse a su entidad territorial y solicitar ese ajuste en la licencia de funcionamiento.
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En este proceso, cuenta Hernán Trujillo, director de Inspección y Vigilancia de la Secretaría de Educación de Bogotá, cada establecimiento educativo tiene completa autonomía para formular, adoptar y poner en práctica su propio proyecto educativo institucional y para ello se deben basar en el decreto 1075 de 2015, que básicamente señala que el rector someta su proyecto de modificación a discusión con los otros integrantes de la comunidad educativa. Luego, el Consejo Directivo decidirá sobre esta propuesta.
Pero, más allá de los trámites legales, ¿qué implicaciones tiene este tránsito?. Rafael Méndez, decano de la Escuela de Ingeniería, Ciencia y Tecnología de la Universidad del Rosario y experto en temas de pedagogía, advierte que este cambio conlleva varias implicaciones importantes para la comunidad, específicamente para los estudiantes. “Primero debe incorporar y garantizar que haya ambientes abiertos a la diversidad, esto también requiere que se repiensen un poco las políticas o los manuales de convivencia para garantizar una muy buena experiencia estudiantil”.
Igualmente, anota Méndez, se deben generar rutas de transición para adaptar a la comunidad a esa nueva cultura académica y que “vaya en línea con esa nueva población estudiantil y su diversificación”. Asimismo, recomienda adaptar la infraestructura, que aunque suena obvio, se debe tener en cuenta por temas como la higiene menstrual o salud menstrual. “Hay que garantizar unas condiciones distintas a las que se tiene en infraestructura en baños solo para chicos”, dice.
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En el caso puntual del Gimnasio Moderno, esa transición iniciará en 2025, cuando ingrese el primer grupo de niñas a Preescolar. “Son 14 años de proceso hasta que se gradúe la primera promoción mixta”, explica Gómez y añade que a este cambio se le suma el de pasarse al calendario B, una decisión que aprobó el Consejo Superior tras recibir la certificación Council of International Schools, que acredita la educación internacional de alta calidad y donde hay más de 500 colegios.
“Hicimos estos cambios para que nuestros estudiantes puedan aprovechar los beneficios de una acreditación internacional, como los intercambios con los colegios y universidades de esta red”, anota el rector. El plan previsto que tienen para lograrlo, continúa, consiste en ajustar los periodos académicos, lo que implica un número de horas exactas que se deben cubrir en preescolar, primaria y bachillerato; organizar los periodos de descanso durante el año; que coincidan las fechas con los exámenes de Estado; ajustar la logística curricular y de contratación de maestros.
El tránsito se llevará a cabo durante tres períodos académicos: en 2024, de enero a septiembre, se realizará el primer año escolar; el segundo comenzará en octubre de 2024 y finalizará en julio de 2025; y el tercer año iniciará en agosto de 2026 hasta junio de 2027 para empatar con el calendario B. “Es un reto muy grande. El colegio y los estudiantes tendrán que acoplarse a estar más en el colegio y ver en menos tiempo lo que se ve en un año”, comenta el rector.
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Este cambio, advierte el ministerio, deberá tener en cuenta varios factores como que la decisión tendrá que ser aprobada por el Consejo Directivo del colegio y el rector debe solicitar a la Secretaria de Educación el cambio en la licencia y presentar un plan de acción. En el documento deberán estar definidos los tiempos en los que se harán los ajustes y el pago de las matrículas, de tal manera que no afecte a las familias. Si se aprueba, se informará al Icfes para los estudiantes de último año.
Además, en este tránsito los colegios deberán garantizar que los estudiantes cumplan una intensidad mínima anual de clases establecida en la Resolución 1730 de junio 18 de 2004 y que estipula que para preescolar son 800 horas; en básica primaría deberán ser 1000 horas; y en básica secundaria y educación media se garantizarán 1200 horas. “Cumplir con estos requisitos en el cambio de calendario se tomará entre dos o tres años”, dice Trujillo.
Uno de los retos que se enfrentan los colegios en este cambio, dice Adolfo León Atehortúa, profesor y director del colegio Instituto Pedagógico Nacional, es que podría generar un impacto en el ingreso de los estudiantes y las matrículas, “porque le cambias un poco el calendario a las familias y lo otro es que no tengas profesores disponibles” y, para lograrlo, recomienda organización administrativa y financiera, “porque se corren los pagos y los periodos académicos y de evaluación para que los alumnos se puedan graduar a tiempo”.
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