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En Suiza, el presupuesto destinado a la educación de un niño desde los 5 hasta los 15 años es equivalente a $500 millones. En Italia, el Estado invierte en promedio $270 millones por estudiante durante el mismo período. En Colombia, en cambio, la cifra no alcanza los $70 millones por alumno. De hecho, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), Colombia es el país de la organización con el sistema de educación de más bajo costo.
Esta diferencia de recursos se ve reflejada en el rendimiento académico de los jóvenes. Así lo confirman los resultados de las pruebas PISA for Schools, que evalúan la capacidad de análisis, las habilidades y la aplicación práctica de los conocimientos de alumnos de 15 años en lectura, matemáticas y ciencias.
En lectura, por ejemplo, el puntaje promedio de los colegios de Suiza es 492, en Italia de 485 y en Colombia de 425. Algo similar, pero un poco más grave, ocurre en las pruebas de ciencias y matemáticas.
Incluso, las predicciones de los expertos de la OCDE demuestran que para igualar los resultados en lectura de los colegios de Chile (459 puntos), una de las metas del Gobierno, Colombia tendría que duplicar el gasto por estudiante. Es decir, invertir cerca de $140 millones en la educación de cada niño desde los 5 hasta los 15 años. Para lograrlo habría que subir el IVA del 19 al 25 % o eliminar de tajo la corrupción.
Como ninguna de estas dos cosas ha ocurrido y es difícil que a corto plazo ocurran, la Fundación Alberto Merani ha buscado formas distintas al aumento de los recursos que sirvan para mejorar el rendimiento académico de los estudiantes colombianos. “Fundamerani lleva 23 años en el cumplimiento de esta tarea y ha constituido una red de 148 colegios a nivel nacional con una sola característica en común: la pedagogía conceptual, un modelo de enseñanza que prioriza la lectura crítica y el desarrollo del pensamiento por encima de la memorización”, aseguró Alejandro de Zubiría, director de la Fundación Merani.
Ante la falta de dinero, sólo queda una opción: “Con el presupuesto y la infraestructura que tenemos, es nuestro deber mejorar la calidad de la educación a punta de pedagogía conceptual”.
El propósito de este método de enseñanza, que incluye variables pedagógicas como los sistemas de valoración, las secuencias didácticas y las operaciones intelectuales, es obtener resultados altos con costos relativamente bajos. “Queremos que los estudiantes colombianos puedan alcanzar los niveles educativos de los estudiantes de los países ricos y desarrollados”.
Este año la fundación logró su cometido: contra todos los pronósticos, tres colegios colombianos oficiales que trabajan con el modelo de la pedagogía conceptual superaron el nivel promedio de Colombia, sobrepasaron los puntajes de los colegios chilenos y quedaron muy cerca de alcanzar el promedio de la OCDE. Los colegios que alcanzaron estos resultados son el Mercedes Abrego, de Cúcuta, el Juan Pablo II, de Villavicencio, y el Luis Hernández Vargas, de Yopal.
“Siempre he creído que los colegios de estratos bajos pueden lograr grandes cosas. Ese es el sentido de la pedagogía conceptual”. Es histórico que un colegio de 3.500 estudiantes y 120 profesores ubicado en una zona caliente de Colombia, en la frontera con Venezuela, con población flotante y condiciones materiales complicadas, haya superado el nivel de los estudiantes de Hungría en matemáticas, lectura y ciencias. “Si hay un colegio que en esas condiciones lo pudo hacer, nadie puede volver a decir que no se puede. El resto de colegios de Colombia son capaces de hacerlo si se concentran en desarrollar habilidades de lectura crítica y de pensamiento lógico”, añadió De Zubiría.
El colegio Mercedes Abrego, de Cúcuta, por ejemplo, superó a Israel, el segundo Silicon Valley, y quedó muy cerca de igualar los resultados de Francia, la capital del desarrollo de la democracia, en las tres asignaturas. El colegio Juan Pablo II de Villavicencio obtuvo 491 puntos en ciencias y superó a países como Croacia, Rusia y Grecia. El Luis Hernández Vargas, de Yopal, le ganó a Rumania, Bulgaria y Turquía, obtuvo el tercer lugar en cada puntaje más destacado y estuvo en el área de lectura con 458 puntos.
“A medida que la inversión social aumenta, los niveles de educación aumentan y la economía mejora. Hay gente más capaz, más inteligente, más creativa, que ayuda a impulsar las empresas. Si millones de personas aumentan sus competencias, la economía crece y la inversión social aumenta y así la relación entre inversión social y desarrollo se conecta, se sincroniza y se corresponde”, concluyó De Zubiría.
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