Los vacíos de la matrícula cero para personas trans y no binarias en Medellín
El año pasado se aprobó la matrícula cero para todos los estratos en la capital de Antioquia. Entre los cupos disponibles, el 30% correspondería a personas trans y no binarias, pero no hay cifras claras para saber si esto sucedió. ¿Qué pasó con esos cupos?
Luisa Fernanda Orozco
“Acabé de llegar de la universidad”, dice Águeda Gallego por llamada. “Empecé a estudiar planeación y desarrollo social en el Colegio Mayor y, desde eso, tengo que repartir el tiempo”. Gallego es un hombre trans de Medellín que hace activismo LGBTIQ+. El año pasado fue una de las personas que en el Concejo de Medellín habló sobe el derecho a la educación para las personas trans, en medio de una discusión que buscaba incluir garantías para esa población diversa.
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“Acabé de llegar de la universidad”, dice Águeda Gallego por llamada. “Empecé a estudiar planeación y desarrollo social en el Colegio Mayor y, desde eso, tengo que repartir el tiempo”. Gallego es un hombre trans de Medellín que hace activismo LGBTIQ+. El año pasado fue una de las personas que en el Concejo de Medellín habló sobe el derecho a la educación para las personas trans, en medio de una discusión que buscaba incluir garantías para esa población diversa.
Aquella vez en el Concejo de Medellín estaba en juego la aprobación de la matrícula cero para todos los estratos en instituciones de educación superior (IES) públicas. El 30 % de los cupos dispuestos para cada semestre sería para las personas trans y no binarias, pero casi seis meses después de que se aprobara la medida, y aunque se han implementado 18.937 becas en el periodo 2023-1, no se tiene claridad sobre cuántas de ellas han sido efectivamente para personas diversas.
La única cifra clara nos la dio Sapiencia, la Agencia de Educación Postsecundaria de la Alcaldía de Medellín: “A la fecha se tiene registro de 100 personas que se reconocen como trans o no binarias distribuidas así: 33 personas trans y 67 no binarias”. Ese dato, sin embargo, confirma la propia entidad, corresponde únicamente a las personas que se postularon al beneficio, no a las que efectivamente accedieron a él. En pocas palabras, no se sabe cuántas de esas 100 personas que se postularon inicialmente lograron acceder a la matrícula cero.
Aun así, Gallego es escéptico frente a la idea de que esas 100 personas estén becadas. “Hace dos semanas no teníamos esos registros y las IES no tienen una ruta implementada para el acceso de esta población”. Dora Saldarriaga, concejala de Medellín por el movimiento Estamos Listas, comparte la sensación: “de acuerdo al seguimiento que hemos hecho, debe confirmarse con las IES dónde están admitidas esas 100 personas”.
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La historia de esas sospechas alrededor de la garantía de educación superior a población trans comenzó en julio de 2022, cuando se aprobó el acuerdo 087 en el Concejo de Medellín, que se refiere a otorgarle matrícula cero a las personas de todos los estratos de la ciudad. La meta es lograr 302.998 nuevos cupos para 2031 en universidades como el Pascual Bravo, el Tecnológico de Antioquia, el ITM, el Colegio Mayor de Antioquia, la Universidad de Antioquia y la Universidad Nacional. Se trata un objetivo ambicioso, más aún si se tiene en cuenta que 500.000 cupos es lo que pretende crear el Gobierno de Gustavo Petro en los próximos cuatro años en la educación superior oficial.
La idea en Medellín es que cada semestre se abran nuevos cupos para personas nacidas en la ciudad. Acceder a ellos depende de que los estudiantes pasen el proceso de admisión de cada universidad y, una vez lo hagan, lo que sigue es que la institución se ponga en contacto con Sapiencia, la entidad encargada de gestionar los recursos, para reconfirmar que la persona puede ser beneficiaria del cupo. El objetivo es cubrir el 100 % de matrículas semestrales. Sapiencia le dijo a El Espectador que el presupuesto para ese propósito será de $1.3 billones de pesos. “Sin embargo, estas cifras pueden variar de acuerdo con el número de postulados al programa de Matrícula Cero y el cumplimiento de las condiciones para acceder y renovar el mismo en cada periodo académico”, aclara la entidad.
La idea es que cada universidad hiciera publicidad sobre el tema, pero justo ahí aparecieron los primeros problemas. “Hasta ahora, las IES no tienen una ruta para promocionar la matrícula cero en personas trans y no binarias”, dice Gallego. “Además, tenemos muchas preguntas sobre la medida. Si nos va a cubrir la totalidad del semestre, parte de la alimentación, el transporte o la ayuda psicosocial”.
A pesar de que el proyecto fue aprobado por esa corporación en octubre de 2022, se necesitaba la firma de Daniel Quintero, el alcalde de Medellín, para que comenzara a funcionar, algo que no ocurrió hasta enero de este año. Luego, el documento final fue publicado en la página de la Alcaldía del 6 al 13 de ese mismo mes para recibir recomendaciones de la ciudadanía. Pero, según Gallego, no hubo publicidad para hacer comentarios y por eso, según él, la reglamentación quedó con vacíos.
En ello coincide Juan Felipe Ortiz, de Caribe Afirmativo, quien dice que “desde el principio, la ciudadanía debió participar en las becas trans y no hubo convocatoria. Esto nos preocupa mucho porque da lugar a que existan vacíos en la participación de la sociedad civil en la construcción del reglamento de las becas trans, y en el resultado mismo del reglamento”. “Nosotros no supimos cuándo pasaron la información. La reglamentación salió y la subieron a la página web de Sapiencia, y después, en el derecho de petición que le pusimos a Sapiencia, ellos dijeron que nadie había dicho nada. Obvio, nadie dijo nada porque nadie participó”, agrega Ortiz.
Otros vacíos de la reglamentación
Para Gallego uno de los inconvenientes de fondo es que el acceso a la educación no siempre es suficiente para las personas diversas. Existen otra serie de situaciones que, según él, se deberían tener en cuenta para garantizar ese derecho. En primer lugar, dice, el personal institucional: “Nosotras venimos de una realidad social donde somos motivo de burla y violencia. Muchas personas trans que desean acceder a una técnica, tecnología o carrera se encuentran con más de lo mismo: funcionarios que no nos entienden, que nos nombran de manera incorrecta, que nos invalidan en público”.
Por eso, asegura que todos los funcionarios de las universidades deberían recibir capacitaciones frente a cómo relacionarse con las personas trans: desde el personal de seguridad, hasta docentes, psicólogos y demás. Ortiz está de acuerdo: “¿cómo se han preparado las instituciones universitarias para recibir a personas trans y no binarias? ¿Qué protocolos se han planteado para evitar discriminación?”, se pregunta. “El sistema educativo por lo general es misógino y transfóbico”.
El asunto incluye detalles como a cuál baño podría entrar una persona no binaria, si las instituciones educativas los tienen separados por sexo hombre y mujer.
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El 30 % de cupos prometidos para esta población enfrenta otro reto: la permanencia. El proyecto se planteó una serie de apoyos económicos para las personas mientras cursan su carrera: dinero para movilidad y útiles académicos. Pero Gallego dice que las condiciones no están muy claras y que no hay certeza sobre cómo se destinará la plata. “Yo puedo tener permanencia asegurada en lo económico”, explica él, “pero la institución educativa no tiene un protocolo instaurado para la población diversa. Muchos dicen que cualquier persona que quiera estudiar puede hacerlo, sin distinción de su orientación sexual o etnia. Pero las personas tenemos necesidades diferentes”.
En Medellín existe, además, otra dificultad: no existe un registro, por ejemplo, de la cantidad de personas trans en la ciudad que actualmente tienen acceso a la educación superior. Ni hablar de las personas no binarias: como su reconocimiento en la legislación colombiana es relativamente reciente, con la implementación de la posibilidad de que las personas puedan cambiar su cédula de ciudadanía a la categoría no binario -o sea que no se identifican como hombres ni mujeres-, tampoco existe registro de cuántas de ellas estudian una técnica, tecnológica o carrera profesional.
La situación se vuelve mucho más complicada para las personas trans migrantes: el proyecto menciona que las personas trans y no binarias que no son colombianas también podrían aplicar a la matrícula cero. La única condición es que pueda comprobarse que han vivido en Medellín durante 6 meses o más. Pero tampoco se tiene claridad sobre el número de esa población en la ciudad.
Las cifras oficiales ubican a Medellín como la segunda ciudad del país con mayor población migrante venezolana. Hasta marzo de 2023, Migración Colombia da cuenta de la presencia de 230 mil personas. Pero esa cifra es la oficial. El subregistro, según Ortiz, es lo que no se cuenta, pues “muchas personas LGBTI se metieron por la trocha gracias a diversas situaciones. Algunas de esas estuvieron tranzadas por la violencia, que además ha sido histórica para las personas LGBTIQ+. Muchas personas trans, por ejemplo, ni siquiera se han soñado como estudiantes o profesionales”.
Tanto Águeda como Ortiz coinciden en que, históricamente, las posibilidades laborales de las personas trans, sobre todo de las mujeres, han girado en torno a la estética: la peluquería, manicura y demás. “Y no quiero decir que estos trabajos no sean importantes, porque todo trabajo es digno”, dice Ortiz, “pero deberían tener la posibilidad de soñarse abogadas, arquitectas, periodistas…”.
La educación para personas trans y no binarias
Para empezar a resolver las inquietudes en torno a este tema, por ahora, se instauró una mesa técnica para determinar acciones concretas dirigidas al acceso y permanencia educativa de personas trans y no binarias que apliquen a la matrícula cero. Está conformada por Sapiencia, las instituciones educativas del distrito, y la Gerencia de Diversidades Sexuales y de Género de Medellín, en cabeza de Patricia Llano. Esta misma dependencia conformó también su propia mesa de expertos, en cabeza de Águeda, que trabajarán de la mano con las IES para crear mayor publicidad para implementar las becas para personas trans y no binarias.
Eso es importante porque, en palabras de Águeda, si ese 30 % no se llena con personas trans y no binarias, se cubre con otras personas que sí cumplan los requisitos.
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Ortiz también piensa que medidas como los cupos para las personas diversas debe mirarse desde una óptica particular: desde la vulneración histórica en la que no se han pensado en estrategias para que personas trans y no binarias estén en contextos educativos. “No queremos decir que Sapiencia esté haciendo las cosas mal”, enfatiza Ortiz. “La invitación es a que construyamos juntos”.
La Concejalía Colectiva Estamos Listas también dice que espera hacer seguimiento del avance de las mesas durante próximas comisiones accidentales del Concejo de Medellín. Sapiencia, por su parte, afirma que, para 2023, espera implementar 25 mil nuevos cupos y difundir de manera masiva las convocatorias para todo el público, “indistintamente del género o inclinación sexual”.
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