Matrícula cero: aún hay varias preguntas por resolver
El anuncio que hizo el Gobierno fue celebrado por gran parte del sector educativo y muchos lo leyeron como una victoria del paro nacional. Sin embargo, hay asuntos que aún no tienen respuesta. Uno de los principales es si esta medida se mantendrá en el tiempo o apenas durará seis meses. Otro tiene que ver con el número de beneficiarios reales que tendrá, el cual se desconoce.
Sergio Silva Numa
El anuncio que hizo desde Cali el presidente Iván Duque y la ministra de Educación, María Victoria Angulo, ha sido una de las principales noticias de la semana. En medio de una nueva convocatoria de movilizaciones, el Gobierno le dio su aval a una de las peticiones del comité del paro: la implementación de matrícula cero, que beneficiará a los alumnos de estrato 1, 2 y 3 que estudien o deseen estudiar en instituciones públicas de educación técnica, tecnológica y universitaria (no aplica para posgrados).
Tras el anuncio, la ministra explicó en la mañana de este miércoles en varias emisoras y canales de televisión los detalles de la decisión. Efectivamente, dijo, se pagará el 100% del valor de la matrícula de quienes estén en alguna de las 63 instituciones de educación superior públicas o de quienes ingresen a ellas. Es una medida que, sin embargo, solo aplicará para ese semestre. La idea, dijo, es que se convierta en una política de Estado: “Nos reuniremos con estudiantes para que sea una estructura que permanezca en el tiempo”.
Aunque la decisión fue celebrada por gran parte del sector educativo y fue leída como una victoria de las protestas, generó varios interrogantes que aún no han sido resueltos y revivió preguntas sobre los apuros que vive hoy la educación superior en Colombia.
Como dice Andrés Felipe Mora, director del Centro de pensamiento en políticas públicas de educación superior de la Universidad Nacional, es una medida que es valiosa si se toma como una política de Estado, pero que, por el momento, no resuelve los asuntos de fondo.
Una de sus inquietudes tiene que ver, justamente, con cómo garantizar que quienes ingresen al sistema educativo puedan permanecer en él cuando se acabe el 2021. “Es una ayuda muy puntual que no resuelve los problemas que puedan enfrentar las familias en adelante, luego del primer subsidio, dadas las condiciones socioeconómicas en el país”, dice.
Pero uno de los puntos sobre los que más hace énfasis está relacionado con los aprietos financieros que viven las universidades públicas. “Es un alivio para la familias o para el estudiante pero no significa que resuelva o sea una ayuda real para el problema estructural de la desfinanciación de las universidades públicas del país”, explica.
A lo que se refiere es que la propuesta, de la cual se desconoce el costo preciso, subsidiará la demanda y no la oferta. En otras palabras eso quiere decir que el Estado pagará la matrícula del estudiante, pero no paga realmente el costo de un alumno dentro de las instituciones de educación superior. Según sus cálculos, el costo de un estudiante dentro de la U. Nacional es de, aproximadamente, $15 millones, mientras que la matrícula promedio es de $1,5 millones.
“Las universidades, entonces, deben continuar rebuscandose el resto del dinero”, asegura. Con subsidio a la oferta, por el contrario, se financiaría a las universidades que, asegura, hoy tienen un déficit que suma $18 billones.
Otro de los interrogantes de fondo, dice la ex viceministra de educación, Isabel Segovia, es a quiénes beneficiará realmente la medida. Aunque aclara que cree que es una política en la dirección correcta, asegura que no se sabe con certeza a cuántas personas favorecerá.
Además, complementa Andrés Molano, PhD en Educación y profesor asociado de la Facultad de Educación en la Universidad de los Andes, ya hay instituciones en las que había un programa de matrícula cero. La Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, por solo poner un ejemplo, había anunciado el año pasado la misma medida a los estudiantes de pregrado nuevos y antiguos. Lo mismo hicieron cuatro universidades de Norte de Santander (la Francisco de Paula Santander de Cúcuta, el Instituto de Educación Superior de Pamplona, la Universidad Francisco de Paula Santander de Ocaña y de la Unipamplona).
De hecho, como lo registró el portal Observatorio de la Universidad, el Gobierno había creado en 2020 el Fondo Solidario para la Educación para apoyar las matrículas de quienes pertenecían a estratos 1 y 2. A través de esa bolsa había distribuido cerca de $97 mil millones. Un monto similar repartió en el primer semestre de 2021, con el cual varias instituciones habían implementado programas de gratuidad parcial o total.
Cobertura, ¿seguirá igual?
A los ojos de Andrés Felipe Mora, de la U. Nacional, en esta discusión no se puede dejar de lado algo fundamental: la cobertura. ¿Ampliará la matrícula cero la cobertura de educación superior? Para él la respuesta es sencilla: no. Para que eso suceda, cuenta, también deben ser ajustados los mecanismos de selección que permiten (o impiden) el ingreso de nuevos estudiantes.
“Lo que seguramente va a ocurrir es que va a aumentar la competencia por entrar a la educación universitaria pública porque muchos piensan en mayor oportunidad por ser gratis, pero esa mayor competencia hará que la selectividad en las universidades aumente”, explica.
Su ejemplo lo ilustra mejor: a la U.Nacional entra, dice, el 10% de los estudiantes que se presentan, unos 6 mil o 7 mil de 70 mil. “Esta alternativa lo que hará es que los mecanismos de selección sean más rigurosos y que las personas que tienen ventaja en los exámenes sean únicamente quienes accedan. Esta idea de selectividad es contraria a la garantía del derecho a la educación porque si fuese un derecho cada joven debería ingresar y no debería haber pruebas de admisión que sean dispositivos de exclusión”, advierte.
Como señaló en Twitter la profesora María del Pilar López Uribe, PhD en Desarrollo Económico y profesora de la U. de los Andes, quienes están en estratos bajos pueden no “pasar el corte porque la calidad de educación secundaria es baja y necesitan trabajar para sostenerse”.
Se trata de un asunto en el que también hay que tener en cuenta, añade Isabel Segovia, que por el cierre de las escuelas hay muchos más niños y adolescentes desescolarizados.
Hoy la cobertura de educación superior en Colombia apenas alcanza 52,2%.
¿Por qué estratos 1, 2 y 3?
Uno de los puntos que más ha generado inquietud tiene que ver con la manera en la que se focalizó la población beneficiada. ¿Por qué se seleccionó por estratos y no por medio de los datos del Sisbén que es el sistema, como lo dice su página, que “permite clasificar a la población de acuerdo con sus condiciones de vida e ingresos”?
Es una pregunta que aún no tiene respuesta pero varios, como Molano, se la están formulando, ahora que el Gobierno lanzó el Sisbén IV, una gran base de datos con la que se espera mejorar la focalización de los programas sociales en Colombia.
En el fondo, dice Molano, es difícil creer que alguien de estrato 4 sí pueda pagar una universidad privada, cuyas matrículas suelen tener un costo muy alto. “Quienes viven en estrato 4 también la están pasando muy mal. Se genera una falsa idea de que la universidad pública debe ser para personas pobres y que se convirtió en un simple espacio de política educativa”, complementa Mora.
Otros interrogantes que quedan en el aire es si esta nueva medida reñirá con la otra política de educación superior que había lanzado el Gobierno hace un par de años (Generación E) para darle continuidad, de alguna manera, a Ser Pilo Paga. Una más tiene que ver con si habrá algún tipo de subsidios para quienes pertenecen a estratos 1, 2 y 3, pero están estudiando en instituciones privadas.
Lo cierto, recuerda Segovia, es que esta es una vieja promesa que, incluso, había sido conversada en las últimas movilizaciones estudiantiles, pero no fue cumplida. “En síntesis”, dice, “es una política en la dirección correcta, pero no resuelve el problema estructural del sistema educativo”.
*Contactamos al Ministerio de Educación para conversar con la Ministra y que nos ayudara a resolver esta y otras inquietudes, pero hasta el momento no habíamos recibido respuesta.
El anuncio que hizo desde Cali el presidente Iván Duque y la ministra de Educación, María Victoria Angulo, ha sido una de las principales noticias de la semana. En medio de una nueva convocatoria de movilizaciones, el Gobierno le dio su aval a una de las peticiones del comité del paro: la implementación de matrícula cero, que beneficiará a los alumnos de estrato 1, 2 y 3 que estudien o deseen estudiar en instituciones públicas de educación técnica, tecnológica y universitaria (no aplica para posgrados).
Tras el anuncio, la ministra explicó en la mañana de este miércoles en varias emisoras y canales de televisión los detalles de la decisión. Efectivamente, dijo, se pagará el 100% del valor de la matrícula de quienes estén en alguna de las 63 instituciones de educación superior públicas o de quienes ingresen a ellas. Es una medida que, sin embargo, solo aplicará para ese semestre. La idea, dijo, es que se convierta en una política de Estado: “Nos reuniremos con estudiantes para que sea una estructura que permanezca en el tiempo”.
Aunque la decisión fue celebrada por gran parte del sector educativo y fue leída como una victoria de las protestas, generó varios interrogantes que aún no han sido resueltos y revivió preguntas sobre los apuros que vive hoy la educación superior en Colombia.
Como dice Andrés Felipe Mora, director del Centro de pensamiento en políticas públicas de educación superior de la Universidad Nacional, es una medida que es valiosa si se toma como una política de Estado, pero que, por el momento, no resuelve los asuntos de fondo.
Una de sus inquietudes tiene que ver, justamente, con cómo garantizar que quienes ingresen al sistema educativo puedan permanecer en él cuando se acabe el 2021. “Es una ayuda muy puntual que no resuelve los problemas que puedan enfrentar las familias en adelante, luego del primer subsidio, dadas las condiciones socioeconómicas en el país”, dice.
Pero uno de los puntos sobre los que más hace énfasis está relacionado con los aprietos financieros que viven las universidades públicas. “Es un alivio para la familias o para el estudiante pero no significa que resuelva o sea una ayuda real para el problema estructural de la desfinanciación de las universidades públicas del país”, explica.
A lo que se refiere es que la propuesta, de la cual se desconoce el costo preciso, subsidiará la demanda y no la oferta. En otras palabras eso quiere decir que el Estado pagará la matrícula del estudiante, pero no paga realmente el costo de un alumno dentro de las instituciones de educación superior. Según sus cálculos, el costo de un estudiante dentro de la U. Nacional es de, aproximadamente, $15 millones, mientras que la matrícula promedio es de $1,5 millones.
“Las universidades, entonces, deben continuar rebuscandose el resto del dinero”, asegura. Con subsidio a la oferta, por el contrario, se financiaría a las universidades que, asegura, hoy tienen un déficit que suma $18 billones.
Otro de los interrogantes de fondo, dice la ex viceministra de educación, Isabel Segovia, es a quiénes beneficiará realmente la medida. Aunque aclara que cree que es una política en la dirección correcta, asegura que no se sabe con certeza a cuántas personas favorecerá.
Además, complementa Andrés Molano, PhD en Educación y profesor asociado de la Facultad de Educación en la Universidad de los Andes, ya hay instituciones en las que había un programa de matrícula cero. La Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, por solo poner un ejemplo, había anunciado el año pasado la misma medida a los estudiantes de pregrado nuevos y antiguos. Lo mismo hicieron cuatro universidades de Norte de Santander (la Francisco de Paula Santander de Cúcuta, el Instituto de Educación Superior de Pamplona, la Universidad Francisco de Paula Santander de Ocaña y de la Unipamplona).
De hecho, como lo registró el portal Observatorio de la Universidad, el Gobierno había creado en 2020 el Fondo Solidario para la Educación para apoyar las matrículas de quienes pertenecían a estratos 1 y 2. A través de esa bolsa había distribuido cerca de $97 mil millones. Un monto similar repartió en el primer semestre de 2021, con el cual varias instituciones habían implementado programas de gratuidad parcial o total.
Cobertura, ¿seguirá igual?
A los ojos de Andrés Felipe Mora, de la U. Nacional, en esta discusión no se puede dejar de lado algo fundamental: la cobertura. ¿Ampliará la matrícula cero la cobertura de educación superior? Para él la respuesta es sencilla: no. Para que eso suceda, cuenta, también deben ser ajustados los mecanismos de selección que permiten (o impiden) el ingreso de nuevos estudiantes.
“Lo que seguramente va a ocurrir es que va a aumentar la competencia por entrar a la educación universitaria pública porque muchos piensan en mayor oportunidad por ser gratis, pero esa mayor competencia hará que la selectividad en las universidades aumente”, explica.
Su ejemplo lo ilustra mejor: a la U.Nacional entra, dice, el 10% de los estudiantes que se presentan, unos 6 mil o 7 mil de 70 mil. “Esta alternativa lo que hará es que los mecanismos de selección sean más rigurosos y que las personas que tienen ventaja en los exámenes sean únicamente quienes accedan. Esta idea de selectividad es contraria a la garantía del derecho a la educación porque si fuese un derecho cada joven debería ingresar y no debería haber pruebas de admisión que sean dispositivos de exclusión”, advierte.
Como señaló en Twitter la profesora María del Pilar López Uribe, PhD en Desarrollo Económico y profesora de la U. de los Andes, quienes están en estratos bajos pueden no “pasar el corte porque la calidad de educación secundaria es baja y necesitan trabajar para sostenerse”.
Se trata de un asunto en el que también hay que tener en cuenta, añade Isabel Segovia, que por el cierre de las escuelas hay muchos más niños y adolescentes desescolarizados.
Hoy la cobertura de educación superior en Colombia apenas alcanza 52,2%.
¿Por qué estratos 1, 2 y 3?
Uno de los puntos que más ha generado inquietud tiene que ver con la manera en la que se focalizó la población beneficiada. ¿Por qué se seleccionó por estratos y no por medio de los datos del Sisbén que es el sistema, como lo dice su página, que “permite clasificar a la población de acuerdo con sus condiciones de vida e ingresos”?
Es una pregunta que aún no tiene respuesta pero varios, como Molano, se la están formulando, ahora que el Gobierno lanzó el Sisbén IV, una gran base de datos con la que se espera mejorar la focalización de los programas sociales en Colombia.
En el fondo, dice Molano, es difícil creer que alguien de estrato 4 sí pueda pagar una universidad privada, cuyas matrículas suelen tener un costo muy alto. “Quienes viven en estrato 4 también la están pasando muy mal. Se genera una falsa idea de que la universidad pública debe ser para personas pobres y que se convirtió en un simple espacio de política educativa”, complementa Mora.
Otros interrogantes que quedan en el aire es si esta nueva medida reñirá con la otra política de educación superior que había lanzado el Gobierno hace un par de años (Generación E) para darle continuidad, de alguna manera, a Ser Pilo Paga. Una más tiene que ver con si habrá algún tipo de subsidios para quienes pertenecen a estratos 1, 2 y 3, pero están estudiando en instituciones privadas.
Lo cierto, recuerda Segovia, es que esta es una vieja promesa que, incluso, había sido conversada en las últimas movilizaciones estudiantiles, pero no fue cumplida. “En síntesis”, dice, “es una política en la dirección correcta, pero no resuelve el problema estructural del sistema educativo”.
*Contactamos al Ministerio de Educación para conversar con la Ministra y que nos ayudara a resolver esta y otras inquietudes, pero hasta el momento no habíamos recibido respuesta.