Ministros de la región lanzan compromiso para reducir brechas de aprendizaje

A mediados del año pasado, el Banco Mundial y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) lanzaron un informe en el que calificaron el desproporcionado impacto que la pandemia por covid-19 tuvo en América Latina y el Caribe como una “de las peores crisis en la historia de la región”. (Puede leer: La universidad que quiere construir la política ambiental para la Amazonía)

Una de las razones que llevaron a esas entidades a lanzar esa aseveración, tiene que ver con el comprobado impacto negativo que generó la emergencia sanitaria en los procesos educativos de esta zona del mundo. Por ejemplo, precisamente un informe del Banco Mundial señaló que en países como Brasil, México y Colombia los niños perdieron, en promedio, 1.5 años de aprendizaje durante la pandemia.

Los cierres de escuelas en la región, que en muchos países fueron de los más extendidos a nivel global, pueden haber llevado a que los resultados de aprendizaje hayan retrocedido incluso una década, con mayores impactos en la educación primaria y secundaria y entre los niños, niñas y adolescentes de menor nivel socioeconómico. (Le puede interesar: Se posesionó Astrid Eliana Cáceres, nueva directora del ICBF)

Por esta razón, durante este 22 y 23 de marzo, ministros y expertos en educación de más de 15 países de la región se dieron cita en Bogotá en el evento Un compromiso de acción por la Educación, en el que los encargados de la política educativa de América Latina y el Caribe firmaron un compromiso para reducir las brechas de aprendizaje producidas por el covid-19.

“El derecho a una educación de calidad y pertinencia, que reconozca la dignidad de cada persona, implica que como hacedores de la política pública debemos garantizar el acceso a los conocimientos fundamentales para poder leer el mundo. También implica hablar de inclusión, de bienestar socioemocional, salud mental y convivencia pacífica”, expresó Aurora Vergara, ministra de Educación de Colombia, ante sus homólogos de Argentina, Brasil, Chile, Cuba, entre otros países de la región. (También puede leer: En 2020, 17 de cada 100 personas con discapacidad accedieron la educación superior)

Para Vergara, recuperar las brechas de aprendizaje pasa por “el acceso a infraestructura digna, a conectividad y a entornos seguros y protectores. También pasa por darle un nuevo sentido a la jornada escolar que permita aumentar las oportunidades de aprendizaje de los estudiantes, a través de una oferta educativa más diversa que integre la cultura y las artes, el deporte, la ciencia, la tecnología y la innovación, y una educación para la Paz”.

Por su parte, Garry Conille, director regional de UNICEF para América Latina y el Caribe, hizo énfasis en la urgencia de la región por un compromiso de este tipo: “en América Latina y el Caribe estamos viviendo una crisis educacional sin precedentes que tendrá repercusiones enormes y duraderas para toda la sociedad. Actualmente, en nuestra región, por el efecto de la pandemia, se proyecta que 4 de cada 5 niños y niñas no sabrán leer un texto sencillo. ¿A qué futuro profesional y técnico podrían aspirar si, desde su infancia, no cuentan con las habilidades fundamentales del aprendizaje?”.

A mediados del año pasado, el Banco Mundial y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) lanzaron un informe en el que calificaron el desproporcionado impacto que la pandemia por covid-19 tuvo en América Latina y el Caribe como una “de las peores crisis en la historia de la región”. (Puede leer: La universidad que quiere construir la política ambiental para la Amazonía)

Una de las razones que llevaron a esas entidades a lanzar esa aseveración, tiene que ver con el comprobado impacto negativo que generó la emergencia sanitaria en los procesos educativos de esta zona del mundo. Por ejemplo, precisamente un informe del Banco Mundial señaló que en países como Brasil, México y Colombia los niños perdieron, en promedio, 1.5 años de aprendizaje durante la pandemia.

Los cierres de escuelas en la región, que en muchos países fueron de los más extendidos a nivel global, pueden haber llevado a que los resultados de aprendizaje hayan retrocedido incluso una década, con mayores impactos en la educación primaria y secundaria y entre los niños, niñas y adolescentes de menor nivel socioeconómico. (Le puede interesar: Se posesionó Astrid Eliana Cáceres, nueva directora del ICBF)

Por esta razón, durante este 22 y 23 de marzo, ministros y expertos en educación de más de 15 países de la región se dieron cita en Bogotá en el evento Un compromiso de acción por la Educación, en el que los encargados de la política educativa de América Latina y el Caribe firmaron un compromiso para reducir las brechas de aprendizaje producidas por el covid-19.

“El derecho a una educación de calidad y pertinencia, que reconozca la dignidad de cada persona, implica que como hacedores de la política pública debemos garantizar el acceso a los conocimientos fundamentales para poder leer el mundo. También implica hablar de inclusión, de bienestar socioemocional, salud mental y convivencia pacífica”, expresó Aurora Vergara, ministra de Educación de Colombia, ante sus homólogos de Argentina, Brasil, Chile, Cuba, entre otros países de la región. (También puede leer: En 2020, 17 de cada 100 personas con discapacidad accedieron la educación superior)

Para Vergara, recuperar las brechas de aprendizaje pasa por “el acceso a infraestructura digna, a conectividad y a entornos seguros y protectores. También pasa por darle un nuevo sentido a la jornada escolar que permita aumentar las oportunidades de aprendizaje de los estudiantes, a través de una oferta educativa más diversa que integre la cultura y las artes, el deporte, la ciencia, la tecnología y la innovación, y una educación para la Paz”.

Por su parte, Garry Conille, director regional de UNICEF para América Latina y el Caribe, hizo énfasis en la urgencia de la región por un compromiso de este tipo: “en América Latina y el Caribe estamos viviendo una crisis educacional sin precedentes que tendrá repercusiones enormes y duraderas para toda la sociedad. Actualmente, en nuestra región, por el efecto de la pandemia, se proyecta que 4 de cada 5 niños y niñas no sabrán leer un texto sencillo. ¿A qué futuro profesional y técnico podrían aspirar si, desde su infancia, no cuentan con las habilidades fundamentales del aprendizaje?”.