Nuevo sistema de educación superior, más dudas que respuestas
El Mineducación lanzó el Sistema Nacional de Educación Terciaria (Snet), que busca igualar la enseñanza técnica y universitaria. Sin embargo, a los ojos de algunos expertos aún hay varias preguntas en el aire.
Redacción Vivir
A principios de julio de 2015 la ministra de Educación, Gina Parody, le presentó al país las bases de la propuesta que guiaría la educación superior colombiana en adelante. Se trataba de un nuevo esquema que por nombre llevaría “Sistema Nacional de Educación Terciaria” (Snet) y que buscaba, entre otras cosas, poner en la misma balanza a la educación universitaria y a la educación técnica y tecnológica. Esa intención, que ha sido mostrada como una de las banderas de esa cartera, fue ratificada este martes 31 de mayo al ser lanzada como una política pública. Política que aunque ha sido aplaudida por varios sectores aún debe resolver varias preguntas.
En términos generales, como lo dijo Parody, la idea es romper con las brechas sociales y disminuir las inequidades que hay en la educación superior colombiana. Hoy, de acuerdo a la Ministra, hay un sistema fragmentado que ha ubicado a los técnicos y los tecnólogos por debajo de los universitarios.
El propósito, entonces, es que de ahora en adelante ambos se complementen y sean entendidos como los dos grandes pilares de la educación superior. Por un lado, lo que se busca, es que los técnicos y tecnólogos se empiecen a hacer parte de una sola categoría: los técnicos superiores.
Por otro lado, se quiere que tengan más oportunidades académicas y que sus estudios sean reconocidos por las universidades. De manera que si un graduado del Sena quiere dar el salto a una universidad, su trayectoria debe ser homologada para que no arranque de cero un pregrado. O en caso de que ese alumno quiera profundizar sus conocimientos pero no desea hacerlo desde alguna universidad, debe tener a disposición una oferta de estudios. Específicamente, especializaciones técnicas y maestrías técnicas. Con el rótulo de las primeras ya hay algunos programas en el país. Con el de las segundas no hay una sola.
Otra de las ideas claves de este nuevo esquema, presentado en compañía de Clara López, ministra de Trabajo; David Luna, ministro de las TIC; y Alfonso Prada, director del Sena, es que ahora habrá un Marco Nacional de Cualificaciones que indican cuáles competencias debe tener una persona para ejercer como un técnico. Hasta el momento se ha avanzado para crear ese listado en el sector de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, lo que permitirá tener más claridad sobre las ocupaciones que demandan los sectores productivos y las competencias que exigen.
Y aunque a los ojos de algunos expertos en educación la iniciativa del Mineducación es buena porque rompe un esquema que tildan de odioso y que ha creado la idea equivocada de que las carreas técnicas son de baja calidad o para poblaciones de escasos recursos, aún hay en el aire muchas dudas que no tienen respuesta desde que la ministra Gina Parody presentó el Sistema de Educación Terciaria en 2015.
“La idea de articular mejor los niveles de educación superior es buena. Pero está planteada desde hace más de un año y hoy no veo progresos. Pareciera que todo sigue igual. En términos concretos, no entiendo la parte práctica”, dice Francisco Cajiao, experto en educación.
“Es una buena voluntad del Ministerio, pero es una propuesta que aún está por construir. Le hacen falta las bases para ponerla a caminar”, replica Carlos Lopera, director del Observatorio de la Universidad.
Para ambos las preguntas son varias: ¿Cuál será el sistema que se utilizará para homologar los estudios de un instituto técnico y una universidad? ¿Cuáles pautas regirán el sistema único de aseguramiento de calidad que propone el Ministerio y que evaluará a todos con un mismo rasero? ¿Cuándo habrá una integración completa? ¿En qué momento se empezarán a ver maestrías técnicas? ¿Qué medidas habrá para los institutos que, a diferencia de las universidades, fueron creados con ánimo de lucro?
De hecho, Mauricio Morales, rector de la Institución Universitaria Pascual Bravo, que es uno de los seis institutos que eligió el Mineducación para crear planes pilotos del nuevo sistema, reconoce todavía hace falta claridad en muchos temas. Por ejemplo, ¿qué va a pasar cuando alguna institución que ofrece programas técnicos se niegue, basado en su autonomía universitaria, a cambiar su modo de evaluación, que es a través de competencias, por asignaturas? “Aún hay muchas lagunas, pero es un gran llamado a construir un mejor sistema y a pensar entre todos cómo lo vamos a consolidar. Es un asunto que nos va a poner a conversar sobre educación”, advierte Morales a El Espectador.
Según él, que fue invitado a conversar junto con Parody, Luna y el gerente de Telefónica en Colombia, hasta ahora el trabajo con el Mineducación ha estado enfocado a revisar documentos, discutir en mesas de trabajo, escribir borradores y escuchar experiencias internacionales. “Todavía estamos en proceso de concertación”.
Para Cajiao la propuesta parece un poco cruda porque no hay pistas que indiquen cómo quedarán en firme todas esas transformaciones. Llevarlas a cabo, explica, necesita una reforma a la Ley 30 de 1992, que regula la educación superior en el país, y hasta el momento no hay un proyecto en el Congreso que tenga esas pretensiones. Además, implica también un proceso de mejoramiento de la calidad docente que requiere tiempo y una fuerte inversión económica.
Sin embargo, la iniciativa debe quedar empezar a marchar pronto si Colombia quiere hacer parte del grupo de países que conforma la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Fue esa entidad la que le recomendó al país organizar el despelote en el que estaba convertido el sistema de educación superior. Según cálculos del mismo Ministerio, al ponerlo en marcha de logrará una cobertura del 57,7%. Hoy se acerca al 48%.
A principios de julio de 2015 la ministra de Educación, Gina Parody, le presentó al país las bases de la propuesta que guiaría la educación superior colombiana en adelante. Se trataba de un nuevo esquema que por nombre llevaría “Sistema Nacional de Educación Terciaria” (Snet) y que buscaba, entre otras cosas, poner en la misma balanza a la educación universitaria y a la educación técnica y tecnológica. Esa intención, que ha sido mostrada como una de las banderas de esa cartera, fue ratificada este martes 31 de mayo al ser lanzada como una política pública. Política que aunque ha sido aplaudida por varios sectores aún debe resolver varias preguntas.
En términos generales, como lo dijo Parody, la idea es romper con las brechas sociales y disminuir las inequidades que hay en la educación superior colombiana. Hoy, de acuerdo a la Ministra, hay un sistema fragmentado que ha ubicado a los técnicos y los tecnólogos por debajo de los universitarios.
El propósito, entonces, es que de ahora en adelante ambos se complementen y sean entendidos como los dos grandes pilares de la educación superior. Por un lado, lo que se busca, es que los técnicos y tecnólogos se empiecen a hacer parte de una sola categoría: los técnicos superiores.
Por otro lado, se quiere que tengan más oportunidades académicas y que sus estudios sean reconocidos por las universidades. De manera que si un graduado del Sena quiere dar el salto a una universidad, su trayectoria debe ser homologada para que no arranque de cero un pregrado. O en caso de que ese alumno quiera profundizar sus conocimientos pero no desea hacerlo desde alguna universidad, debe tener a disposición una oferta de estudios. Específicamente, especializaciones técnicas y maestrías técnicas. Con el rótulo de las primeras ya hay algunos programas en el país. Con el de las segundas no hay una sola.
Otra de las ideas claves de este nuevo esquema, presentado en compañía de Clara López, ministra de Trabajo; David Luna, ministro de las TIC; y Alfonso Prada, director del Sena, es que ahora habrá un Marco Nacional de Cualificaciones que indican cuáles competencias debe tener una persona para ejercer como un técnico. Hasta el momento se ha avanzado para crear ese listado en el sector de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, lo que permitirá tener más claridad sobre las ocupaciones que demandan los sectores productivos y las competencias que exigen.
Y aunque a los ojos de algunos expertos en educación la iniciativa del Mineducación es buena porque rompe un esquema que tildan de odioso y que ha creado la idea equivocada de que las carreas técnicas son de baja calidad o para poblaciones de escasos recursos, aún hay en el aire muchas dudas que no tienen respuesta desde que la ministra Gina Parody presentó el Sistema de Educación Terciaria en 2015.
“La idea de articular mejor los niveles de educación superior es buena. Pero está planteada desde hace más de un año y hoy no veo progresos. Pareciera que todo sigue igual. En términos concretos, no entiendo la parte práctica”, dice Francisco Cajiao, experto en educación.
“Es una buena voluntad del Ministerio, pero es una propuesta que aún está por construir. Le hacen falta las bases para ponerla a caminar”, replica Carlos Lopera, director del Observatorio de la Universidad.
Para ambos las preguntas son varias: ¿Cuál será el sistema que se utilizará para homologar los estudios de un instituto técnico y una universidad? ¿Cuáles pautas regirán el sistema único de aseguramiento de calidad que propone el Ministerio y que evaluará a todos con un mismo rasero? ¿Cuándo habrá una integración completa? ¿En qué momento se empezarán a ver maestrías técnicas? ¿Qué medidas habrá para los institutos que, a diferencia de las universidades, fueron creados con ánimo de lucro?
De hecho, Mauricio Morales, rector de la Institución Universitaria Pascual Bravo, que es uno de los seis institutos que eligió el Mineducación para crear planes pilotos del nuevo sistema, reconoce todavía hace falta claridad en muchos temas. Por ejemplo, ¿qué va a pasar cuando alguna institución que ofrece programas técnicos se niegue, basado en su autonomía universitaria, a cambiar su modo de evaluación, que es a través de competencias, por asignaturas? “Aún hay muchas lagunas, pero es un gran llamado a construir un mejor sistema y a pensar entre todos cómo lo vamos a consolidar. Es un asunto que nos va a poner a conversar sobre educación”, advierte Morales a El Espectador.
Según él, que fue invitado a conversar junto con Parody, Luna y el gerente de Telefónica en Colombia, hasta ahora el trabajo con el Mineducación ha estado enfocado a revisar documentos, discutir en mesas de trabajo, escribir borradores y escuchar experiencias internacionales. “Todavía estamos en proceso de concertación”.
Para Cajiao la propuesta parece un poco cruda porque no hay pistas que indiquen cómo quedarán en firme todas esas transformaciones. Llevarlas a cabo, explica, necesita una reforma a la Ley 30 de 1992, que regula la educación superior en el país, y hasta el momento no hay un proyecto en el Congreso que tenga esas pretensiones. Además, implica también un proceso de mejoramiento de la calidad docente que requiere tiempo y una fuerte inversión económica.
Sin embargo, la iniciativa debe quedar empezar a marchar pronto si Colombia quiere hacer parte del grupo de países que conforma la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Fue esa entidad la que le recomendó al país organizar el despelote en el que estaba convertido el sistema de educación superior. Según cálculos del mismo Ministerio, al ponerlo en marcha de logrará una cobertura del 57,7%. Hoy se acerca al 48%.