“Protestas y academia no son incompatibles”: Rector de la Universidad de Antioquia
El ingreso del Esmad al campus, una propuesta de quitar las mallas de la institución, las amenazas y un ataque contra una docente son algunos de los temas que habla John Jairo Arboleda.
Camila Taborda - @Camilaztabor
Este ha sido un año convulso para la Universidad de Antioquia. Un reflejo de esa realidad es el ataque contra Sara Fernández, profesora de la institución de educación superior, ocurrido hace cinco días. El hecho, que dejó a la docente y secretaria de la Asociación de Profesores (Asoprudea) herida en un pulmón, se presentó luego de que un panfleto rodara por el campus amenazando de muerte a quince sindicatos, organizaciones y estudiantes. Un día apareció la intimidación y al otro se difundía tan lamentable noticia. Esta y otras situaciones han obligado a John Jairo Arboleda Céspedes, rector del alma mater, a sortear el destino de uno de los espacios de conocimiento más importantes del país. (Lea: Denuncian ataque contra miembro de la Universidad de Antioquia)
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Este ha sido un año convulso para la Universidad de Antioquia. Un reflejo de esa realidad es el ataque contra Sara Fernández, profesora de la institución de educación superior, ocurrido hace cinco días. El hecho, que dejó a la docente y secretaria de la Asociación de Profesores (Asoprudea) herida en un pulmón, se presentó luego de que un panfleto rodara por el campus amenazando de muerte a quince sindicatos, organizaciones y estudiantes. Un día apareció la intimidación y al otro se difundía tan lamentable noticia. Esta y otras situaciones han obligado a John Jairo Arboleda Céspedes, rector del alma mater, a sortear el destino de uno de los espacios de conocimiento más importantes del país. (Lea: Denuncian ataque contra miembro de la Universidad de Antioquia)
El Espectador conversó con el funcionario, quien está seguro de que la universidad debe funcionar por encima de cualquier incidente, justamente, para discutir y construir soluciones. Sus opiniones frente a la propuesta departamental de quitarle las mallas al campus para hacer una “univerciudad” y el papel de las instituciones académicas frente a la violencia de género fueron otros temas explicados por Arboleda.
Han pasado muchas cosas en los últimos meses. ¿Cuál discusión es la más retadora para usted como rector de la Universidad de Antioquia?
Es mantener en pleno funcionamiento la Universidad de Antioquia a pesar de las vicisitudes que se generan. Hay que tener una ruta de acción desde acá, porque nos ocupamos de temas nacionales, regionales y locales. Su importancia es tal, que no deberían suspenderse las actividades académicas; muy al contrario. Por ejemplo, el tema de las movilizaciones y la protesta social no debería ser incompatible con las actividades académicas. Es absolutamente necesario mantener la actividad, el desarrollo académico en los semestres y, por supuesto, una muy clara discusión y disposición a traer cuanto sea necesario y cuantos problemas sociales halla para discutir en la universidad. Para eso, se necesita la presencia de los académicos, los profesores, de los estudiantes, empleados y egresados.
El alcalde, Daniel Quintero, ordenó el ingreso del Esmad al campus universitario. El “alma mater” siempre ha sido un espacio abierto a la protesta y a la manifestación social. ¿Por qué considera que se produjo esa intervención?
Hace parte de los temas de la intimidación que se mueven alrededor de un conflicto interno de más de 50 años. Se trata de voces calladas: unas personas pensando en temas pero frente a las situaciones prefiere callar, una intimidación al respecto de amenazas, de panfletos y seguramente una crispación de ánimos en una sociedad completamente polarizada, en la cual el debate, la discusión, el análisis y la confrontación de ideas devienen permanentemente en insultos, agresiones y, por supuesto, muertes. (Puede leer: Revive el debate para quitar las mallas que rodean la Universidad de Antioquia)
No podemos desconocer la enorme cantidad de líderes sociales que mueren diariamente en el país. Seguramente esas cifras hacen que los debates se vayan acallando y haya formas distintas de salirles al paso a esas situaciones a través de marchas multitudinarias, que tienen un mensaje claro de rechazo, preocupación o reclamo a las autoridades, pero que finalmente devienen en actos vandálicos. Hay personas que tienen otra forma de expresar sus inconformidades y eso al final termina en enfrentamientos públicos que no dejan para nada claro cuál era la motivación o el mensaje que se quería entregar.
Hablemos un poco del protocolo de reacción contra explosivos en las universidades de Medellín propuesto por el alcalde. Usted ha mencionado que le parece inconveniente, ¿por qué? ¿Qué efectos trae en la comunidad universitaria?
He tratado de sacar el tema de dos puntos fundamentales: el primero sobre legitimidad tomada por el alcalde. No me he metido, porque es la primera autoridad policial de la ciudad y no tengo mucho qué decir. Y, el otro tema que no he querido tratar es el de la autonomía universitaria. No porque piense que no se agrede la autonomía, sino porque me parece que no es el punto de discusión. Traigo el tema a tres asuntos fundamentales que tienen que ver con cualquier acto de uso de la fuerza constitucionalmente establecida en el país.
La primera es si es útil o necesaria la medida. La segunda consideración es si es proporcional el uso de esa fuerza para contrarrestar lo que quiero contrarrestar, llámese fenómeno social, protesta o la alteración del orden público, cualquiera que sea la visión que ellos tienen. Tercero, que tenga razonabilidad; eso significa que lo que voy a hacer corrija, evite o reprima lo que está sucediendo, pero, al contrario, fruto de la experiencia, lo que podemos decir es que la medida es falta de razonabilidad, porque termina siendo peor la solución que el problema que se va a atacar. No quiere decir que estemos de acuerdo con personas encapuchadas que utilizan papas bombas, quiere decir que cuando se ingresa en caliente el Esmad a la universidad habrá unos riesgos mucho mayores de que una situación difícil se convierta en una tragedia.
¿Cuál sería entonces una alternativa para tratar estas situaciones dentro del campus?
Los resultados están a la vista. Si nos devolvemos en el tiempo, en 2010 o 2011 ingresó el Esmad con resultados muy parecidos; así que la medida es ineficiente, ineficaz y además agravante. Lo claro es que a toda la comunidad universitaria no le gustan las explosiones dentro ni fuera de la institucionalidad. Nosotros siempre hemos creído que esta comunidad es capaz de reunirse en torno a los problemas internos y externos de la sociedad que la aquejan y tratar de encontrar salida a través de la inteligencia; una especie de autorregulación desde cada institución, donde se pongan claramente estos temas, se discutan a fondo y se tomen decisiones al respecto de que estos espacios son sagrados. (Le puede interesar: "Con el fuego no se apaga el fuego": Pablo Montoya sobre ingreso del Esmad a la UdeA)
La “univerciudad”, la propuesta del gobernador Aníbal Gaviria para esta institución y otras más de Medellín. Ya sabemos que no es una propuesta nueva. ¿A usted, como rector, qué opinión le merece esta idea de abrir el campus?
Cuando uno lleva unos años acá sufre algún déjà vu; hay temas recurrentes y cíclicos. La propuesta que plantea el gobernador es una propuesta de ciudad, de futuro, de proyección y planificación de desarrollo. Una idea que plantea preguntas, porque también las instituciones privadas están cerradas, al igual que la sociedad. Nuestras urbanizaciones todas son cerradas, son pocos los espacios abiertos que hay en la ciudad. ¿Por qué decidimos encerrarnos desde hace algún tiempo? ¿Todas las urbanizaciones tienen muros, rejas, cercas eléctricas y cámaras? Hay frases bonitas que dicen que el ser humado ha renunciado a un poco de felicidad por ganar algo de seguridad y eso hace parte de algo de la psique humana. Si bien esta universidad está abierta al servicio y disfrute de quien quiera entrar, el tema de los muros es un asunto pendiente, la pregunta es para cuándo.
El panfleto que salió la semana pasada es como si se repitiera la historia de amenazas y hostigamientos dentro del campus, que ya han dejado víctimas a lo largo de la historia. ¿Qué medidas ha tomado frente a las amenazas?
Lo primero que hemos hecho es ponernos muy tristes. Inmediatamente hicimos un comunicado de rechazo, pero a la vez un llamado a las autoridades competentes para que protejan y aseguren la vida de las personas mencionadas. Antes de eso los contactamos —los que eran identificables, porque extrañamente aquí hay también combinaciones de asociaciones con nombres propios—, para ofrecerles nuestra solidaridad institucional y el acompañamiento jurídico y psicológico en una situación tan difícil. Copiamos a la Fiscalía, a la Defensoría de Derechos Humanos y al Gobierno Nacional.
Conversemos sobre la denuncia de agresión sexual presentada el año pasado, las universidades del país han sido espacios donde recurrentemente se registran hechos de este tipo, ¿cuál cree que es el papel de estos espacios de conocimiento para prevenir actos violentos? (Lea: Estudiante denuncia agresión sexual presuntamente por celadores en la U. de Antioquia)
El papel de la universidad es fundamental en el analisis de la situación. La sociedad que corre nos trae problemáticas, cada generación trae sus temas y este es fundamental e importante. Lo que estamos haciendo, gracias al análisis de hombres y mujeres, es saber cómo generar unos procesos que eviten este tipo de violencias y agresiones. Luego qué vamos a hacer para que esta sociedad entienda que esas violencias de género no tienen cabida en una institución como ésta y que logremos enviar un mensaje claro a una sociedad machista, violenta, que resuelve todos los problemas usando la violencia y a veces hasta yendo más allá.
Estamos recogiendo opiniones para elaborar un documento de política en términos de violencia de genero para la UdeA que se la vamos a presentar a la sociedad y a otras instituciones. Esperamos que para este primer semestre esté listo. Irá conectado con la ruta de la ciudad para estos delitos. Nuestros estatutos estudiantiles y profesorales son muy viejos, de 1981, allí el tema de acoso sexual y violencia de género no está tipificado por eso el tema disciplinario nos genera grandes dificultades porque no están allí calificadas como falta.