¿Qué debe hacer si su hija o hijo es el agresor en casos de acoso escolar?
En los últimos días se han registrado diferentes casos de acoso sexual, acoso psicológico y abuso sexual en los colegios del país. Estas denuncias han llevado a los padres y las madres a hacerse una pregunta difícil de resolver: ¿cómo identificar si su hijo o hija es el agresor? ¿Qué debe hacer? Una breve guía.
Paula Casas Mogollón
En abril 28 se conoció una historia que parecía sacada de un libro de terror: un estudiante de 14 años, del colegio Granadino, en Manizales, fue llevado al hospital luego de que sus compañeros lo hirieran con una varilla, y por poco termina empalado. La agresión le provocó una lesión en un testículo. Por esos días, en la institución Misael Pastrana, en Bogotá, un alumno de 12 años apuñaló con una navaja a otro niño que aparentemente iba a acusarlo por llevar el arma blanca. Y en Medellín, en el Cefa, una estudiante y su madre le pidieron a una compañera afrodescendiente que explicara delante de toda la clase por qué tenía un olor diferente.
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En abril 28 se conoció una historia que parecía sacada de un libro de terror: un estudiante de 14 años, del colegio Granadino, en Manizales, fue llevado al hospital luego de que sus compañeros lo hirieran con una varilla, y por poco termina empalado. La agresión le provocó una lesión en un testículo. Por esos días, en la institución Misael Pastrana, en Bogotá, un alumno de 12 años apuñaló con una navaja a otro niño que aparentemente iba a acusarlo por llevar el arma blanca. Y en Medellín, en el Cefa, una estudiante y su madre le pidieron a una compañera afrodescendiente que explicara delante de toda la clase por qué tenía un olor diferente.
Como lo mostraba un reciente informe elaborado por el Laboratorio de Economía de la Educación (LEE), de la Javeriana, y basado en los resultados de la prueba PISA de 2018, Colombia es el segundo país de la OCDE con mayor exposición al bullying. Según los porcentajes, un 12,2 % de los jóvenes reportaron que compañeros les robaron o destruyeron sus pertenencias, un 11,2 % indicaron que fue golpeado o empujado por otros estudiantes, el 15,9 % señalaron que fue dejado afuera de actividades a propósito y otro 10,6 % aseguraron ser amenazados. Según la ONG Bullying Sin Fronteras, en el país se reportaron 8.981 casos graves de bullying entre enero de 2020 y diciembre de 2021.
Lo usual en todas estas situaciones es preguntarse cómo acompañar a la víctima, pero ha surgido una duda compleja de responder: ¿qué deberían hacer los papás y las mamás si su hija o hijo es el acosador? ¿Cómo actuar? Con la ayuda de varios expertos, aquí hay algunas recomendaciones.
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El primer paso es identificar si su hijo o hija está acosando o haciendo matoneo. Save The Children explica que hay dos tipos de perfiles. Uno es el proactivo: suele ser una persona impulsiva, dominante o que le es difícil mostrarse empático o asertivo con los demás y que el acoso es sistemático o recurrente. Esto, dice Fabián Zuleta Salazar, psicólogo y especialista en psicología clínica, “dentro de la psicopatología se llama el trastorno de la conducta. Es decir, hay niños que son insensibles, que los vemos inicialmente carentes de empatía”. Un ejemplo, añade, podría ser que al ver noticias se presenta un hecho grave o triste hacia una persona, como que fue herida o robada, y él responde que le pasó porque algo habrá hecho.
La segunda conducta es la “reactiva”, que, de acuerdo con Save The Children, se describe como una reacción hostil y agresiva por una falta de habilidades sociales, de comunicación, problemas de ansiedad o baja autoestima. A estos dos perfiles, puntualiza Zuleta, se le añade otro factor: cuando los menores tienen esquemas muy rígidos de conducta.
“Ven el mundo de manera binaria, es decir, que las cosas son buenas o malas. Los puntos grises o intermedios no existen”, apunta. Otra de las señales de alerta, cuenta Angélica Cuenca, secretaria ejecutiva de la Alianza por la Niñez Colombiana, “puede ser que lleve a la casa cosas que no son suyas, que tenga dinero extra o que se relacione con otros de forma violenta”.
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¿Por qué se desarrollan este tipo de conductas violentas en los niños y las niñas? Zuleta aclara que estos comportamientos no son fortuitos. “Colombia es un país donde la violencia se usa como mecanismo de solución de conflictos. Es decir, acá una diferencia entre dos personas se tramita usualmente a través de la agresión y de la violencia”. El no respeto por la diferencia también influye. “Hay un fenómeno cultural que consiste en homogeneizar los grupos, entonces, quien no sea igual a ellos fenotípica, cultural, socialmente o económicamente se le empieza a marginalizar”, añade Zuleta, quien es magíster en políticas públicas.
Para Cuenca, magíster en desarrollo infantil, que un niño o niña tenga este tipo de comportamientos puede estar relacionado con una falta de comprensión en el manejo de sus emociones, que no conozca cómo es la forma adecuada de transmitirlas y “por eso se genere una necesidad de mostrar que es más poderoso, más fuerte y acuda a la agresión para demostrar sus emociones”. Estas reacciones agresivas, agrega, también se pueden desencadenar por las expectativas que los adultos infunden sobre los niños y las niñas. “Les decimos que tienen que ser los más fuertes, los más veloces, los más lindos o los más valientes, presionándolos a cumplirlos”.
Carolina Morales, psicóloga con maestría en psicología clínica, cuenta que este tipo de reacciones en los niños y las niñas pueden estar lanzando una alerta, pues “significaría que podrían estar viviendo en un contexto familiar de mucha violencia. Y aquí pasan dos cosas: que la familia avale esta violencia, por eso es fundamental que no se felicite al tomar justicia por mano propia, o que cuando se enteren de las agresiones lo castiguen con algún golpe. Esa sanción realimenta un círculo de violencia”. Zuleta, por su parte, añade que los niños y las niñas que acosan pueden vivir y crecer en ambientes protectores, pero “pudieron tener pérdidas súbitas y que no hubiese sido bien tramitado a nivel emocional”.
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¿Qué debo hacer?
Entonces, ¿qué debo hacer si identifico que mi hijo o mi hija es quien acosa? Lo primero que plantea Cuenca es crear un espacio de diálogo y comprender qué está pasando con sus emociones. “Un escenario es que podrían estar siendo víctimas en otros entornos. Es importante decirles que nos estamos dando cuenta de lo que está sucediendo, pero no a manera de culpabilizar, y explicarles que pedir disculpas no está mal, ni los minimiza”, señala. Otra estrategia, dice Morales, quien también es profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad Javeriana, es contar con el apoyo psicológico. “Son chicos que necesitan atención y están en un proceso para entender qué es lo que pasa y qué es lo que están viviendo”.
Al buscar y contar con un acompañamiento psicológico a tiempo, explica Zuleta, se puede tener un mejor pronóstico de estos trastornos de conducta. “Es fundamental, porque en las etapas tempranas del desarrollo madurativo se pueden modificar muchas conductas y se establecen esquemas cognitivos mucho más funcionales y se desarrollan mejor las habilidades sociales”, cuenta. Además, reitera que para los padres no es fácil aceptar que su hijo o hija es quien acosa a los compañeros. Por eso, dice, es importante que tengan claro que hay unos mecanismos de protección establecidos en la Ley 1620, que determina la convivencia escolar y la forma de tramitar estos procesos desde las instituciones educativas.
Los colegios, comenta Morales, también cumplen un rol clave en estos escenarios, porque de no manejarlos de manera adecuada podrían volver al agresor un ídolo. “Es necesario comentar estas situaciones con todos los menores del salón de clases para generar una conciencia sobre lo que no debe suceder, sobre la importancia de no legitimar estas cosas y de detenerlas”. Una buena herramienta, señala, es el trabajo de prevención y la construcción de un entorno de convivencia pacífica. Un error, a sus ojos, es promover espacios en los que se promueven la competencia y la competitividad como un criterio para fomentar la excelencia académica, ya que pueden generar entornos violentos.
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¿Y los casos de acoso sexual? Isabel Cuadros, psiquiatra y directora de la Asociación Afecto, reitera que los padres no deben negar que hay un problema serio, sino corregirlo a tiempo, si no hay posibilidad de que este menor llegue a la vida adulta siendo un victimario. “Algunos presentan problemas con los límites, no los respetan o con los espacios de seguridad personal de las personas. Esto es un indicador”, asegura. Otra señal es que estas ofensas sexuales se presentan porque han sido víctimas de algún tipo de abuso sexual o porque “ven pornografía y reproducen un comportamiento imitativo de lo que observan. Otros cometen ofensas sexuales por curiosidad o por falta de educación sexual”.
¿Qué rutas de protección tiene habilitadas el Estado?
Lina Arbeláez, directora del Instituto de Bienestar Familiar (ICBF), hace un llamado a las familias y aclara que “muchas de estas acciones son el reflejo de lo que ven en la casa. Aquí tenemos que empezar a cambiar normas, culturas y valores que han naturalizado la violencia hacia niños, niñas, adolescentes y entre nosotros mismos. A los niños y las niñas no se les golpea, no se les pega, no se les grita, porque eso es una enseñanza de agresión, de violencia, de que las cosas se solucionan a punta de golpes o de gritos”. Advierte que desde el Instituto tienen la línea 141 que está disponible 24/7 y que en estos casos primero se verifica el daño de cada menor y comienza una ruta particular para restablecer sus derechos.
María Victoria Angulo, ministra de Educación, en una circular les recordó a los colegios la importancia de la Ley 1620 de 2013, por medio de la cual se creó el Sistema Nacional de Convivencia Escolar. “Se define la ruta de atención para delitos de suma gravedad (...) las situaciones deben ser puestas en conocimiento de las autoridades de protección y justicia, el colegio debe reportar en el sistema de alertas y notificar a la Secretaría de Educación (...) en la Directiva 01 del 4 de marzo de 2022 se explican, una a una, los pasos y protocolos que debe tener el colegio”, se lee en el documento. Los psicólogos reiteran la importancia de siempre creerles a los niños y a las niñas, pues ellos no dicen mentiras para meterse en problemas.