Qué implica la reducción del presupuesto de la educación inicial
Desde 2021, el presupuesto para educación inicial, preescolar, básica y media se redujo en cerca de $1 billón (64 %).
Paula Casas Mogollón
Desde 2021, el presupuesto de inversión en la calidad de la educación inicial, preescolar, básica y media se redujo en cerca de $1 billón; es decir, disminuyó en un 64 %. Pasó de $1,6 billones a $583.000 millones, según cifras recopiladas por la Fundación Empresarios por la Educación. ¿Por qué hubo esa reducción? ¿Por qué es grave seguir disminuyendo la inversión del presupuesto en la educación inicial? ¿En qué se invirtió el dinero?
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Desde 2021, el presupuesto de inversión en la calidad de la educación inicial, preescolar, básica y media se redujo en cerca de $1 billón; es decir, disminuyó en un 64 %. Pasó de $1,6 billones a $583.000 millones, según cifras recopiladas por la Fundación Empresarios por la Educación. ¿Por qué hubo esa reducción? ¿Por qué es grave seguir disminuyendo la inversión del presupuesto en la educación inicial? ¿En qué se invirtió el dinero?
Uno de los motivos de la reducción del presupuesto, dice Andrea Escobar, directora de la Fundación Empresarios por la Educación, tiene que ver con que durante la pandemia parte de ese dinero pasó al programa “Computadores para Educar”, que fue una medida que retomó en abril de 2020 el Ministerio de Educación, con el Ministerio de Tecnología y el Ministerio de Minas y Energía, para fortalecer nuevamente la dotación de dispositivos móviles, computadores y tabletas para el aprendizaje. Aumentó 48 % respecto al año anterior.
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Escobar señala que durante la pandemia “nos dimos cuenta que los niños y jóvenes no tenían acceso a dispositivos. Era una verdad a voces, pero no se tomaban las medidas”. Para suplir esa necesidad y comprar más de 83.345 computadores y entregarlos en 291 municipios “se tuvo que fortalecer el programa y sacar dinero de otros rubros”, añade Escobar. El objetivo: beneficiar a 79.345 estudiantes y 4.000 docentes. de educación media
En medio de ese escenario hay algo que, como dice Hernando Bayona Ramírez, profesor de Educación en la U. de los Andes, también hay que tener en cuenta y es que el presupuesto en educación ha crecido en las últimas décadas de manera sostenida. “Lo que ocurre es que también han crecido los gastos, especialmente la nómina de los docentes”, por eso, complementa, “el rubro que queda para calidad no aumenta en las proporciones que incrementan los otros rubros”. El dinero que el Gobierno destina al sector de educación pasó de $38 billones en 2018 a $49,4 billones en 2022, $11,4 billones adicionales.
A pesar de ese aumento, un informe del Observatorio de Gestión Educativa de la Fundación Empresarios por la Educación demuestra que la educación pasó de representar el 16,5 % del presupuesto general en 2019, a ser el 14,1 % en 2022. “Esto muestra que, aunque el sector ha ido sumando recursos, cada vez abarca menos porcentaje de los totales asignados por la nación”, advierte el documento
Para Luz Karime Abadía, codirectora del Laboratorio de Economía de la Educación de la U. Javeriana (LEE), este cambio en la inversión de presupuestos lo que muestra es que, porcentualmente, se le está dando una mayor importancia a la educación superior y, por ende, se le destinaron más recursos. “Es un panorama preocupante, porque cuando hay recursos limitados y teniendo en cuenta que es una minoría la que logra acceder y graduarse de educación superior, los esfuerzos deberían estar en la educación preescolar, básica y media”, añade.
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Varios estudios han comprobado que hacer inversiones a temprana edad tiene rentabilidades más altas y ayuda a reducir la brecha e inasistencia escolar. Una de las más recientes investigaciones, publicada en la revista “Child Development”, sugiere que el preescolar puede ayudar a preparar a los estudiantes para una mejor participación académica en la escuela secundaria. Los científicos de la ONG ChildTrends, la Universidad de Georgetown y la Universidad de Wisconsin les hicieron un seguimiento más de 4.000 niños que comenzaron el jardín en 2006.
Esta relación ha sido estudiada y reforzada en las investigaciones de James J. Heckman, Premio Nobel de Economía, quien se ha enfocado en la relevancia que tiene invertir en salud, educación y en la generación de ingresos que afecten positivamente a la primera infancia. Su trabajo, realizado de la mano de psicólogos y neurocientíficos, determina que “brindar la educación adecuada durante la primera infancia promueve las habilidades cognitivas y conductuales que convierten el conocimiento en experiencia y a las personas en ciudadanos productivos, empáticos y resilientes”. En Colombia solo se destina el 0,3 % del PIB en educación inicial.
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Formación de los docentes, en riesgo por la reducción
Bayona Ramírez explica que este rubro es el que destinan el Ministerio de Educación y las 96 secretarías de Educación para financiar la formación de maestros y mejorar las condiciones de las escuelas. “La mayor cantidad de dinero del sector se destina en cosas operativas y llega en pocas cantidades para los programas de mejoramiento de la educación”, apunta. Y es que de los $49,4 billones de 2022, el 89 % ($44 billones) corresponde a gastos de funcionamiento, y únicamente el 11 % ($5,4 billones) es para inversión.
En caso de seguir reduciéndose el dinero destinado a la calidad de la educación inicial, advierte Julián de Zubiría, rector del Instituto Alberto Merani y pedagogo, “no mejorará la formación de los docentes para que hagan cada vez un mejor trabajo, ni la de los directivos para que consoliden su liderazgo pedagógico”. En Colombia, añade Zubiría, las dos variables claves son formación y currículo. “Ninguna ha sido intervenida en las dos últimas décadas. Con menos recursos, todo indicaría que continuará el deterioro de la calidad”, dice.
Abadía es enfática en señalar que si no se corrigen estas brechas “no garantizamos que desde pequeños se desarrollen conocimientos fundamentales para la sociedad y para el mercado laboral”. Advierte que “vamos a tener individuos con mayor pobreza, menos preparados y con menos posibilidades de ingresar a la educación superior, provocando que la deserción también se incremente”. De hecho, un informe de Niñez Ya, una alianza de 200 organizaciones, muestra que la inasistencia escolar en zonas rurales en 2021 pasó del 4,8 al 30,1 %.
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Una solución que propone Escobar desde la fundación está enfocada en los giros del Sistema General de Participaciones (SGP), que son los recursos que la nación transfiere a las entidades territoriales para financiar la educación. Hoy representan el 58 % ($28,6 billones) del presupuesto de educación. “Estamos sugiriendo que haya tres puntos porcentuales más al sistema nacional de regalías y 1,8 puntos al SGP en educación”, dice.
Es decir, para un incremento real se busca que el aumento esté basado en la inflación, más puntos adicionales de crecimiento. “La idea es que ese dinero adicional se vaya a inversión, que sería calidad educativa y venía creciendo”, dice Escobar, quien añade que estamos en un momento clave para superar los efectos de la pandemia.
*El Espectador contactó en varias oportunidades al Ministerio de Educación, pero no recibió respuesta.