¿Quién es Sindey Bernal, la colombiana que es la mejor docente de Iberoamérica?
Bernal, de 35 años, ganó el premio por su proyecto Inclutec, que consiste en diversas herramientas tecnológicas que facilitan el acceso a la educación de niños, niñas y adolescentes con discapacidad auditiva. Ahora, desde Manizales lidera su próximo proyecto: trabajar con las narrativas transmedia para que los niños, niñas y adolescentes encuentren otra forma de transmitir su situación de depresión.
Paula Casas Mogollón
En los pasillos del colegio Enrique Olaya Herrera, de la localidad Rafael Uribe Uribe de Bogotá, sobresale una profesora por su estilo, desde su cabello hasta sus zapatos son morados, un color que, dice ella, representa la inclusión y el rechazo a la violencia contra las mujeres, niños, niñas y adolescentes. Además de su forma de vestir, también llama la atención su proyecto, que consiste en unas herramientas tecnológicas que garantizan la inclusión educativa de niños y niñas en condición de discapacidad. Se trata de Sindey Carolina Bernal, una docente bogotana de 35 años, quien recientemente fue reconocida como la mejor profesora de Iberoamérica. (Lea: Ya hay datos que revelan la desigualdad educativa que dejó la pandemia en Colombia)
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En los pasillos del colegio Enrique Olaya Herrera, de la localidad Rafael Uribe Uribe de Bogotá, sobresale una profesora por su estilo, desde su cabello hasta sus zapatos son morados, un color que, dice ella, representa la inclusión y el rechazo a la violencia contra las mujeres, niños, niñas y adolescentes. Además de su forma de vestir, también llama la atención su proyecto, que consiste en unas herramientas tecnológicas que garantizan la inclusión educativa de niños y niñas en condición de discapacidad. Se trata de Sindey Carolina Bernal, una docente bogotana de 35 años, quien recientemente fue reconocida como la mejor profesora de Iberoamérica. (Lea: Ya hay datos que revelan la desigualdad educativa que dejó la pandemia en Colombia)
Este reconocimiento fue entregado por la Fundación para la Integración y Desarrollo de América Latina (Fidal) y tiene como objetivo trabajar sobre temas que impulsen a mejorar la calidad educativa en la región y fortalecer la investigación en preescolar, básica y media en instituciones educativas urbanas y rurales. Inclutec (Inclu= inclusión, Tec= Tecnología), el proyecto de Bernal, que fue el ganador entre 105 iniciativas ecuatorianas y 47 internacionales, consiste básicamente en diversas herramientas tecnológicas que facilitan el acceso a la educación de niños, niñas y adolescentes con discapacidad auditiva.
Algunas de las herramientas que ha desarrollado Bernal son una serie de aplicaciones para dispositivos móviles y web que ayudan en el proceso de enseñanza de la Lengua de Señas Colombiana. “El sistema reconoce la voz de la persona y la traduce al lenguaje de señas”, cuenta Bernal, quien lleva trabajando 13 años en los colegios del distrito de Bogotá. Además, diseñó otro sistema operativo que hace lo contrario, es decir, reconoce el lenguaje de señas a través de un electroencefalograma, que es el examen que se encarga para medir la actividad eléctrica del cerebro, y las traduce a lenguaje verbal escrito.
La idea de realizar estas aplicaciones surgió durante su licenciatura en diseño tecnológico en la Universidad Pedagógica Nacional. “En una clase, en una de las electivas, me topé con un estudiante que era sordo. Él siempre llevaba al salón a su intérprete, pero, una vez, el intérprete tuvo una calamidad y no fue. Nadie del grupo sabía lengua de señas. No sabíamos ni cómo explicarle. Solo logramos saludarlo en lengua de señas”, recuerda Bernal. Ella, dice, en medio de la angustia, empezó a escribirle en una hoja para comunicarse. “Me di cuenta de que él no escribía, ni leía muy bien. Tenía bastantes dificultades a nivel del uso de los conectores”, apunta.
Buscando una alternativa para comunicarse con su estudiante, Bernal se unió al grupo humano de pensamientos de la universidad. “Allí manejan el modelo bilingüe bicultural, que consiste en que la lengua de señas colombiana es la lengua materna y la segunda lengua es el español leído y escrito”, dice. Inicialmente, se vinculó como joven investigadora en un programa de ayudas aumentativas, que consiste en crear recursos tecnológicos para apoyar a las personas en condición de discapacidad visual y, luego, diseñaron prótesis con señales mioeléctricas para personas con amputación de miembro superior e inferior. (Puede leer: Sistemas educativos en América Latina todavía son inmaduros: OEI)
En este semillero surgió además un giroscopio que se caracterizó por reconocer los movimientos de la cabeza como si fuera un ratón de computador. Estaba diseñado para menores con discapacidad en sus miembros superiores. “Terminando este semillero me enfoqué en la comunidad y mi propósito era involucrar a los estudiantes de noveno, décimo y once”, añade Bernal. La iniciativa se basó en indagar sobre el contexto, el proyectar la idea, aplicar la experiencia y finalmente valorar el proceso, que es cuando se cualifica cuáles han sido los aportes o el impacto del desarrollo de la propuesta en docentes, familias y estudiantes.
Sin embargo, su proyecto se quedó en el papel, hasta que empezó a trabajar en el colegio María Vargas Vila, en Ciudad Bolívar. “Tuve un niño con pérdida auditiva degenerativa y la familia no sabía. Con él empecé a aplicar mi semillero de investigación”, asegura Bernal, quien además es directora de la maestría en educación especial intercultural de la Universidad del Bosque. En ese instante, señala Bernal, recordó a su asesor de tesis, John Paez, quien le reiteró que con su trabajo tenía que hacer algo más que cumplir con un requisito. “Apliqué el proyecto en este niño. Estaba perdiendo su audición, porque tenía pérdida degenerativa auditiva”, recuerda. (Le puede interesar: En zonas fronterizas colombianas hay más barreras para que niñas migrantes estudien)
Bernal se dio cuenta de su enfermedad porque en una clase lo llamó para que pasara el tablero y no la escuchó. “Me acerqué al puesto y lo llamé y el mejor amigo me dijo que le hablara duro porque él escucha poquito”, dice. Puso su proyecto en marcha en esta institución. Durante el descanso, recuerda la docente, llegaron unos niños y niñas de bachillerato y se unieron como líderes del proyecto. “Fueron mis alumnos los que me enseñaron que a pesar de sus dificultades económicas, de las pérdidas de familiares por la violencia, de que algunas de mis niñas fueron violadas, siempre había una posibilidad para cambiar la realidad”, añade.
Por su iniciativa en la docencia, Bernal ha sido reconocida con diversos premios internacionales, como estar dentro de los 50 mejores docentes del mundo en el Global Teacher Prize de 2020; ser ganadora del Globant Awards 2020 Woman that built; ser becaria por el programa ICT Training for Colombian Teachers MEN - Corea del Sur 2018 por el Ministerio de Educación Nacional; y obtener el primer puesto del Virtual Educa nacional. Recientemente, cursa un doctorado en Formación para la Diversidad en la Universidad de Manizales, en donde ha surgido su siguiente proyecto: trabajar en la depresión durante la primera infancia.
“Una de mis estudiantes de grado once me contó que tenía depresión desde muy pequeña. Y ella me dijo que si la hubieran ayudado cuando era pequeña, quizás no tendría tantas dificultades”, asevera la docente. Desde entonces, se dio a la tarea de indagar la depresión en los menores, sobre todo después de la pandemia, cuando incrementaron los servicios de atención en la primera infancia. “Un niño de quinto de primera en mi colegio, por ejemplo, en este tiempo casi se bota a un carro. Él no reconocía que tenía depresión, pero quería acabar con su vida. Él mismo lo dijo”, dice Bernal. Por eso, busca conocer un poco más esas historias de depresión.
Uno de sus principales objetivos en este nuevo proyecto es trabajar con las narrativas transmedia que permiten que los niños, niñas y adolescentes encuentren otra forma de transmitir su información. “Estoy centrada en la población de 4 a 12 años”, reitera. Para ella, ser la mejor profesora de Iberoamérica representa un logro muy importante para la educación media y básica del país y, señala, muestra que desde el sector público se están realizando trabajos de calidad. Aún recuerda que cuando le comentaron que era la mejor profesora de la región lo primero que hizo fue pensar en su papá, Juan Bernal, uno de los miles sobrevivientes de coronavirus.
“Mi papá pasó por una situación muy difícil. Estuvo en UCI y cuando entró le dije que me prometiera que él iba a sobreponerse a esta enfermedad. Le dije que se tenía que recuperar para poder seguir acompañándome en este camino. Y así fue”, cuenta Bernal, quien tiene un magíster en Tecnologías de la Información aplicadas a la Educación y es doctora en Educación Inclusiva. Al igual que su papá, Bernal también es sobreviviente, lo es de la violencia de género: “Mi hijo “Juanpis” y yo pasamos por una situación una compleja. Nos unimos y tuve la oportunidad de que me apoyaran en la línea púrpura, que me enseñó a tener cero tolerancia con la violencia contra los niños, niñas y las mujeres” reitera. Ahora, con su llamativo color morado, busca seguir rompiendo barreras en el acceso a la educación para la población con algún tipo de discapacidad. (Lea también: ¿Qué debe hacer si su hija o hijo es el agresor en casos de acoso escolar?)
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