Sumemos esfuerzos para graduar a más mujeres de ciencia y matemáticas
En 2021, solo el de 31,5% de los estudiantes matriculados en el primer año de programas académicos de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas eran mujeres.
Hernando Bayona Rodríguez, viceministro de Educación
El 8 de marzo, más allá de ser una fecha de celebración, es un día para conmemorar las luchas, transformaciones y empoderamiento de las mujeres a lo largo de la historia. Quien indague en los hechos que llevaron a rendir este homenaje, encontrará lo complejo, e incluso trágico, que ha sido para las mujeres lograr la igualidad en temas esenciales como el derecho al voto o las condiciones laborales. Esta conmemoración debe servir para tomar consciencia de la deuda que aún tenemos como sociedad frente a los derechos plenos de la mujer. (Lea María Paula Ávila: la mujer que genera espacios divertidos para niños en hospitales)
La inequidad de género se da en muchas áreas, pero hoy quiero resaltar una que a veces se hace invisible: la equidad en el acceso a formación profesional en programas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, conocidas como áreas STEM -por sus siglas en inglés-. La poca presencia femenina en estas áreas priva a la sociedad de contar con el potencial de mujeres extraordinarias en temas de gran envergadura, pérdida no solo para las mujeres que no acceden sino también para el conjunto de la sociedad. (Lea Hemos logrado una madurez para hablar de violencia de género: primera rectora de Eafit)
La inequidad de género en las áreas STEM es una realidad global. En Estados Unidos, por ejemplo, aunque las mujeres representan el 50% de la población, en la educación terciaria su participación en áreas STEM es apenas del 25%. Esto también aplica para Colombia. Aunque en el país el número de mujeres graduadas en carreras STEM, entre 2001 y 2021 aumentó el doble[1]; no menos cierto es que persiste la brecha de género en términos de formación profesional. En 2017, solo el 27,3% de los estudiantes matriculados en el primer año de programas académicos STEM eran mujeres. Para el 2021, esta misma cifra fue de 31,5%.
Esta realidad, de acuerdo con los especialistas, puede estar relacionada con educación básica y media, especialmente porque en estos niveles suelen consolidarse estereotipos, prejuicios y sesgos que limitan las aspiraciones de muchas niñas y jóvenes con enorme potencial, pero escaso apoyo. Por ejemplo, la forma en que se organizan las aulas, el tipo de trabajo o tareas que los maestros diseñan, y hasta el tipo de evaluación, pueden tener efectos en el gusto por las ciencias y las matemáticas de las niñas. Escuelas donde se promueve el trabajo colaborativo, la participación de todos los estudiantes en la resolución de retos o desafíos logran, en mayor proporción, que más niñas aumenten el gusto por la ciencia.
Las brechas de género también se observan en el mercado laboral. Existe una brecha salarial importante entre hombres y mujeres que, según la Gran Encuesta Integrada de Hogares (2019), se estima en el 12, 9%. Esta cifra significa que por cada $100 que recibe un hombre por concepto de ingresos laborales, una mujer gana $87,1. Este porcentaje puede variar según la zona geográfica, tipo de empleo y cargo; sin embargo, en todos los casos, las mujeres ganan menos que los hombres.
Surge, entonces, la siguiente pregunta: ¿Qué transformaciones debemos generar en la educación para lograr la igualdad entre hombres y mujeres en áreas STEM?
Al mirar otros países, es claro que una mayor igualdad de género, así como el emancipamiento social, político y cultural de las mujeres, trae consigo mejores resultados en matemáticas, como lo muestra el análisis de resultados de las pruebas PISA. En España, por ejemplo, varios investigadores hallaron que las diferencias en las reglas culturales y sociales entre las distintas regiones del país son determinantes cruciales de los resultados en las pruebas basadas en el género (2012). Es decir: la educación como un espejo de lo que sucede en la sociedad, pero no como un reflejo pasivo de las inequidades, y como un actor que, o bien conserva y perpetúa estas inequidades o, por el contrario, es consciente de ellas y las transforma con el fin de lograr una verdadera igualdad.
En este sentido, las instituciones educativas pueden hacer mucho para lograr esta igualdad. En primer lugar, y tal como lo plantea la profesora Paola González Valcárcel, integrante de la Misión de Educadores y Sabiduría Ciudadana, “es necesario visibilizar el aporte de mujeres científicas consagradas que, contra viento y marea, han vencido obstáculos y hoy tienen un lugar más que merecido en la historia de la ciencia. Para empezar, la más emblemática, María Sklodowska Curie, condecorada con dos Premios Nobel, la científica de mayor renombre a nivel mundial, que no fue admitida en la Academia Francesa de Ciencias por ser mujer”
Es fundamental que todos los actores de la comunidad educativa enfrenten este desafío. Cuidadores, madres, padres de familia y docentes deben ser conscientes que sus palabras, acciones, silencios y omisiones transmiten mensajes poderosos. El inconsciente colectivo de niños, niñas y jóvenes está cimentado en los prejuicios y estereotipos que les enseñamos, consciente o inconscientemente. Por lo cual, es de vital relevancia forjar su imaginario y percepciones con prácticas pedagógicas que les inculquen la igualdad como un derecho fundamental que promueve el desarrollo del país.
Estas prácticas son esenciales para promover actitudes positivas hacia las áreas STEM. La evidencia científica sugiere que las prácticas pedagógicas de los docentes de matemáticas y ciencias tienen un efecto más significativo en el interés de formarse en carreras STEM que el género mismo de los educadores. Además, varias investigaciones también han comprobado que las niñas perciben la ciencia de manera positiva cuando sus maestros promueven en el aula un ambiente de trabajo más participativo y colaborativo, permitiéndoles interactuar con sus pares.
Hoy, más que nunca, las mujeres necesitan ser escuchadas, alentadas y promovidas; solo así podremos lograr una escuela que sea epicentro de la transformación social y cultural, que brinde, a hombres y mujeres, condiciones idóneas de acceso a la ciencia, las matemáticas, la tecnología y la ingeniería en igualdad de oportunidades, sin ninguna clase de discriminación.
[1] El Laboratorio de Economía de Educación de la Universidad Javeriana (2023)
*Viceministro de Educación Preescolar, Básica y Media
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El 8 de marzo, más allá de ser una fecha de celebración, es un día para conmemorar las luchas, transformaciones y empoderamiento de las mujeres a lo largo de la historia. Quien indague en los hechos que llevaron a rendir este homenaje, encontrará lo complejo, e incluso trágico, que ha sido para las mujeres lograr la igualidad en temas esenciales como el derecho al voto o las condiciones laborales. Esta conmemoración debe servir para tomar consciencia de la deuda que aún tenemos como sociedad frente a los derechos plenos de la mujer. (Lea María Paula Ávila: la mujer que genera espacios divertidos para niños en hospitales)
La inequidad de género se da en muchas áreas, pero hoy quiero resaltar una que a veces se hace invisible: la equidad en el acceso a formación profesional en programas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, conocidas como áreas STEM -por sus siglas en inglés-. La poca presencia femenina en estas áreas priva a la sociedad de contar con el potencial de mujeres extraordinarias en temas de gran envergadura, pérdida no solo para las mujeres que no acceden sino también para el conjunto de la sociedad. (Lea Hemos logrado una madurez para hablar de violencia de género: primera rectora de Eafit)
La inequidad de género en las áreas STEM es una realidad global. En Estados Unidos, por ejemplo, aunque las mujeres representan el 50% de la población, en la educación terciaria su participación en áreas STEM es apenas del 25%. Esto también aplica para Colombia. Aunque en el país el número de mujeres graduadas en carreras STEM, entre 2001 y 2021 aumentó el doble[1]; no menos cierto es que persiste la brecha de género en términos de formación profesional. En 2017, solo el 27,3% de los estudiantes matriculados en el primer año de programas académicos STEM eran mujeres. Para el 2021, esta misma cifra fue de 31,5%.
Esta realidad, de acuerdo con los especialistas, puede estar relacionada con educación básica y media, especialmente porque en estos niveles suelen consolidarse estereotipos, prejuicios y sesgos que limitan las aspiraciones de muchas niñas y jóvenes con enorme potencial, pero escaso apoyo. Por ejemplo, la forma en que se organizan las aulas, el tipo de trabajo o tareas que los maestros diseñan, y hasta el tipo de evaluación, pueden tener efectos en el gusto por las ciencias y las matemáticas de las niñas. Escuelas donde se promueve el trabajo colaborativo, la participación de todos los estudiantes en la resolución de retos o desafíos logran, en mayor proporción, que más niñas aumenten el gusto por la ciencia.
Las brechas de género también se observan en el mercado laboral. Existe una brecha salarial importante entre hombres y mujeres que, según la Gran Encuesta Integrada de Hogares (2019), se estima en el 12, 9%. Esta cifra significa que por cada $100 que recibe un hombre por concepto de ingresos laborales, una mujer gana $87,1. Este porcentaje puede variar según la zona geográfica, tipo de empleo y cargo; sin embargo, en todos los casos, las mujeres ganan menos que los hombres.
Surge, entonces, la siguiente pregunta: ¿Qué transformaciones debemos generar en la educación para lograr la igualdad entre hombres y mujeres en áreas STEM?
Al mirar otros países, es claro que una mayor igualdad de género, así como el emancipamiento social, político y cultural de las mujeres, trae consigo mejores resultados en matemáticas, como lo muestra el análisis de resultados de las pruebas PISA. En España, por ejemplo, varios investigadores hallaron que las diferencias en las reglas culturales y sociales entre las distintas regiones del país son determinantes cruciales de los resultados en las pruebas basadas en el género (2012). Es decir: la educación como un espejo de lo que sucede en la sociedad, pero no como un reflejo pasivo de las inequidades, y como un actor que, o bien conserva y perpetúa estas inequidades o, por el contrario, es consciente de ellas y las transforma con el fin de lograr una verdadera igualdad.
En este sentido, las instituciones educativas pueden hacer mucho para lograr esta igualdad. En primer lugar, y tal como lo plantea la profesora Paola González Valcárcel, integrante de la Misión de Educadores y Sabiduría Ciudadana, “es necesario visibilizar el aporte de mujeres científicas consagradas que, contra viento y marea, han vencido obstáculos y hoy tienen un lugar más que merecido en la historia de la ciencia. Para empezar, la más emblemática, María Sklodowska Curie, condecorada con dos Premios Nobel, la científica de mayor renombre a nivel mundial, que no fue admitida en la Academia Francesa de Ciencias por ser mujer”
Es fundamental que todos los actores de la comunidad educativa enfrenten este desafío. Cuidadores, madres, padres de familia y docentes deben ser conscientes que sus palabras, acciones, silencios y omisiones transmiten mensajes poderosos. El inconsciente colectivo de niños, niñas y jóvenes está cimentado en los prejuicios y estereotipos que les enseñamos, consciente o inconscientemente. Por lo cual, es de vital relevancia forjar su imaginario y percepciones con prácticas pedagógicas que les inculquen la igualdad como un derecho fundamental que promueve el desarrollo del país.
Estas prácticas son esenciales para promover actitudes positivas hacia las áreas STEM. La evidencia científica sugiere que las prácticas pedagógicas de los docentes de matemáticas y ciencias tienen un efecto más significativo en el interés de formarse en carreras STEM que el género mismo de los educadores. Además, varias investigaciones también han comprobado que las niñas perciben la ciencia de manera positiva cuando sus maestros promueven en el aula un ambiente de trabajo más participativo y colaborativo, permitiéndoles interactuar con sus pares.
Hoy, más que nunca, las mujeres necesitan ser escuchadas, alentadas y promovidas; solo así podremos lograr una escuela que sea epicentro de la transformación social y cultural, que brinde, a hombres y mujeres, condiciones idóneas de acceso a la ciencia, las matemáticas, la tecnología y la ingeniería en igualdad de oportunidades, sin ninguna clase de discriminación.
[1] El Laboratorio de Economía de Educación de la Universidad Javeriana (2023)
*Viceministro de Educación Preescolar, Básica y Media
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