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La robótica es un campo que está cobrando fuerza en Colombia. Algunas universidades, e incluso colegios, ya la incluyen en sus programas escolares. Los frutos de este trabajo pedagógico comienzan a notarse. Un buen ejemplo es el grupo Robocol de la Universidad de los Andes, conformado por estudiantes de ingeniería mecánica, electrónica y geociencias y cuyo objetivo es construir un prototipo de róver, un vehículo de exploración espacial.
Desde hace tres años no habían podido participar en ningún concurso espacial, ni apostarles a nuevos proyectos, porque algunos de los miembros se retiraron y los prototipos quedaron inconclusos. Pero este año su objetivo era volver a figurar en competencias y disputar de nuevo el European Rover Challenge (ERC), en Polonia, del que ya eran viejos conocidos.
Con eso en mente nació Ucumarí, un robot diseñado para la exploración espacial. Nicolás Ríos, Daniel Lara, Daniela Rojas, Óscar Díaz, Miguel Díaz, Franz Luepke, Nicolás Ariza, Jasson Molina, Adriana Ariza, Daniela Muñoz, Simón Alba, Sofía Frattini, Manuela Colorado, Alejandro Núñez y Julián Pulido decidieron meterle la ficha y trabajar juntos para sacar el proyecto adelante.
“Para crear este robot, primero debíamos saber a qué competencia íbamos a ir. Dependiendo de ésta miramos las reglas y los requerimientos para elaborar el róver”, cuenta Nicolás Ríos, líder del grupo de ingeniería mecánica de Robocol. Los diferentes grupos comenzaron los estudios para definir qué tipo de tecnología se iba a usar, cuáles eran los dispositivos adecuados y cómo iba a ser el diseño electrónico.
“Decidimos que fuera un robot de exploración espacial, cuyo objetivo es analizar el ambiente en el que se encuentra, adquiriendo parámetros físicos y químicos, como la temperatura del suelo, el pH, la conductividad, el material orgánico, los gases disueltos, la mineralogía y la estratigrafía”, explica Daniel Lara, estudiante del departamento de geociencias.
Ucumarí es un róver hecho con aluminio, acero y acrílicos, que tiene seis llantas motorizadas y un brazo de 6° de libertad con garras intercambiables que le permiten recoger objetos del suelo, presionar botones, girar perillas o taladrar. Funciona con un sistema de comunicación por wi-fi para la transmisión de video y uno de radiofrecuencia para controlarlo por medio de una aplicación diseñada y manejada por los estudiantes.
Se llama así en honor al oso de anteojos, por sus características de adaptación; cuenta con una autonomía de tres horas en terreno complicado para la recolección de muestras y tres cámaras que permiten conocer su posición. “No usa GPS, lo que implica la creación de sus referencias espaciales. Debemos usar un punto de inicio y desde ahí empezar a cartografiar”, explica Daniel Lara.
Su manufacturación y diseño tuvieron un costo aproximado de $15 millones. Y aunque las facultades de Ingeniería Mecánica, Eléctrica y Electrónica de la universidad los apoyan, necesitan más colaboración para poder asistir a las competencias. “A lo largo de nuestros proyectos hemos conseguido otros aportes. Gmas Consultores y el Capítulo de Ciencias Planetarias y Astrobiología de la Universidad Nacional nos han guiado en la parte académica”, cuenta Adriana Ariza, líder del grupo de geociencias.
Este año, con Ucumarí le apostaron a otro concurso de la NASA, pero no pasaron, aunque alcanzaron un alto puntaje en ciencias, lo que los impulsó a competir en el ERC, que se realizará del 14 al 16 de septiembre en Polonia. “Esperamos tener un buen resultado y, con la experiencia adquirida, mejorar el róver y participar de nuevo en el de la NASA en marzo del año entrante”, dice Ariza.
Un conocimiento desde el colegio
Con el propósito de ayudar a niños de los grados décimo y once de diferentes colegios de Bogotá, Robocol creó Domobotics, una iniciativa con la que busca promover la robótica y acercar a los jóvenes a las experiencias que ellos, como grupo, han vivido en las diferentes competencias.