100 años del Banco de la República: la cultura como base de la sociedad
Para la celebración de su primer centenario, el Banco de La República presenta la re-inauguración de la Casa de la Moneda. Un breve repaso sobre su historia, recorriendo algunos de sus sitios más importantes y el impacto cultural que ha generado en el país gracias a su trabajo de preservación.
Sarah Gutiérrez
A causa de un vacío que presentaba el Gobierno de Colombia, en 1923 se inauguró el Banco de la República como una entidad a la que, de manera exclusiva, se le confiaría la facultad de emitir la moneda legal colombiana, esto, tras dos intentos fallidos en 1880 y 1905, que terminaron liquidados por “excesos en la capacidad de emisión”.
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A causa de un vacío que presentaba el Gobierno de Colombia, en 1923 se inauguró el Banco de la República como una entidad a la que, de manera exclusiva, se le confiaría la facultad de emitir la moneda legal colombiana, esto, tras dos intentos fallidos en 1880 y 1905, que terminaron liquidados por “excesos en la capacidad de emisión”.
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Para esta tercera oportunidad se implementó la Misión Kemmerer que, en cabeza del economista Edwin Walter Kemmerer, logró establecer leyes fiscales que dieron paso a la creación del Banco de la República bajo el mandato de Pedro Nel Ospina y mediante la Ley 25 de 1923, que estableció a esta entidad como el banco central colombiano.
Con el paso del tiempo, en 1939 llegó la oportunidad de adquirir el poporo quimbaya, una pieza de arte precolombino que inició la primera colección y exposición de lo que más adelante se llamaría el Museo del Oro. Esta pieza de arqueología y orfebrería hispánica llegó gracias a la compra que realizaba el banco en varios territorios donde adquirían el oro; la pieza, según el documental Banco de la República: 100 años de actividad cultural, causó gran interés a Julio Caro, quien era el gerente por esa época y no permitió que fuese vendida a manos extranjeras.
En 1944, el espacio donde era exhibido el poporo a un reducido círculo de políticos e intelectuales, fue demasiado pequeño para lo que fue llegando, de acuerdo con la primera edición del boletín informativo del Museo del Oro, así que, con el tiempo, se adquirieron varias colecciones privadas de las cuales se destacaron las de Leocadio María Arango, en Medellín, y Santiago Vélez, en Manizales, con las que se reunieron más de 2.000 piezas de oro de la época precolombina. Con más de 34.000 piezas de oro en la actualidad, el museo se ha convertido en una de las entidades con más objetos de este tipo en el mundo, de acuerdo con sus bases de datos, y también en uno de los sitios turísticos más populares en Bogotá, con una asistencia de más de 600.000 personas en 2018. Cuenta con seis sedes más: Museo del Oro Zenú (en Cartagena), Museo del Oro Tairona - Casa de la Aduana (Santa Marta), Museo del Oro Calima (Cali), Museo del Oro Quimbaya (Armenia), Museo del Oro Nariño (Pasto) y Museo Etnográfico (Leticia).
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La apuesta del Banco de la República por su red cultural también se ve reflejada en las más de 21 bibliotecas públicas, cinco centros de documentación regional y tres áreas de cultura remota donde los habitantes de municipios como Honda, Ipiales, Quibdó y Armenia cuentan con sus propios espacios de interculturalidad y difusión de información, en busca de dejar el centralismo de lado.
La Luis Ángel Arango, una de sus bibliotecas más importantes, ubicada en Bogotá, cuenta con una diversa colección que incluye material bibliográfico y digital de arquitectura, filosofía, arte, periodismo, literatura, pedagogía y mucho más. No muy lejos de la creación del Banco de la República, en 1923, su red cultural estaba empezando a maquinar la llegada de libros y estudios económicos que fueron donados con fines de investigación. Luis Ángel Arango, quien fue gerente del banco desde 1947 hasta su muerte, en 1957, estuvo al frente de la reestructuración de la biblioteca, donde se construyó la Sala de Conciertos, una Hemeroteca y una Mapoteca. Con la Red de Bibliotecas, se logró llevar a más de 29 municipios un espacio gratuito donde sus habitantes pudiesen leer, investigar y estudiar. Cabe destacar que cada una de las bibliotecas se hizo pensando en los intereses de cada territorio, como en Leticia, donde se realizó la curaduría con el pueblo y lograron crear un espacio donde se aporta conocimientos sobre las costumbres y se rectifica la cultura propia de las comunidades.
El arte, las esculturas, las pinturas, no se quedaron por fuera en el espectro del Banco de la República. El Museo de Arte Miguel Ángel Urrutia (MAMU), fundado y presentado al público en 2004, se convirtió en el espacio para mostrar en salas de exhibición permanente de varias obras de arte representativas de Colombia, y que aparece como una forma de complementar lo que se muestra en el Museo del Oro, la Casa de la Moneda y el Museo de Botero. Este último es una colección privada del maestro Fernando Botero que donó hacia el año 2000 al Banco de la República, con la condición de que fuese “una exposición con un espacio exclusivo de las 208 obras” que donó el artista, entre las cuales se encuentran pinturas de Salvador Dalí, Pierre-Auguste Renoir, Claude Monet, Fernand Léger y más.
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Desde su creación hasta 2016, el lugar era conocido como el Museo de Arte del Banco de la República hasta que se decidió darle el nombre del economista y académico Miguel Ángel Urrutia, por sus aportes a la cultura del país, como la donación de sus grabados japoneses Ukiyo-e. El museo también ha sido usada por artistas locales que usan sus salas para exponer sus diferentes obras o especiales, como “Huellas de desaparición” (2019), donde la Comisión de la Verdad y la agencia internacional de investigación Forensic Architecture, utilizan piezas audiovisuales para retratar “el esclarecimiento de los derechos humanos con metodologías de investigación espaciales y tecnológicas”, lo que permite abrir un espacio de conversación sobre temas que en ocasiones, la sociedad siente como lejanos.