150 columnas de Fútbol paradójico
El fútbol es juego y en el juego todo es fantasía. Guillermo Reimann.
Juan Carlos Rodas Montoya
En Occidente se ha considerado al 150 un número mágico, como el juego y como la literatura. Hace 150 años vieron la luz libros como El vientre de París, de Émile Zola; El país de las pieles y La vuelta al mundo en 80 días, de Julio Verne; Trafalgar, de Benito Pérez Galdós, y Una temporada en el infierno, de Arthur Rimbaud.
Obras que han pasado la prueba del tiempo y, por ello, han sido consideradas clásicos de la literatura. Además, hay algunos futbolistas que jugaron 150 partidos con una misma camiseta, como, por ejemplo, Zenón Díaz, en Argentina; Lothar Matthäus, en Alemania; Fawzi Bashir, en Omán, y Michael Bradley, en Estados Unidos.
(Le recomendamos: “La música tiene el poder de entregarte un mundo que te complementa para la lucha”)
Una curiosidad: si le preguntamos a la numerología lo que significa el número 150, nos encontramos con esta respuesta: “El número 150 es una energía combinada de los números 1, 5 y 0. El número 1 es un signo de nuevos comienzos, nuevos proyectos. Es el número que simboliza la creación de la realidad a través de nuestros pensamientos. El número 5 significa cambios importantes en la vida, motivación, variedades, adaptabilidad, ingenio, independencia. El número 0 significa el comienzo del desarrollo de su espiritualidad y viaje espiritual en esta vida”.
Escribir 150 columnas en un periódico significa una energía combinada que ha intentado nuevos comienzos con cambios y motivaciones para seguir escribiendo. Recuerdo que la primera columna fue publicada un 11 de septiembre de 2014 y que, desde entonces, he contado con la anuencia, permiso, aval y complicidad literaria de Fernando Araújo, quien amablemente ha publicado mis miedos, angustias, dolores y alegrías en el fútbol, siempre, en relación con la vida, es decir, con la literatura.
Escribir 150 columnas ha implicado escribir 75 mil caracteres, si en cada columna el promedio es de 500 palabras. Los datos no son tan importantes como los temas, los lectores, los comentarios de dichos lectores y, por supuesto, la emoción de saber que habrá temas cada mes para seguir escribiendo y publicar.
Sería oportuno ofrecer disculpas si me he equivocado, si no he sido ecuánime, si se nota cierta parcialidad por algún equipo Verde de Antioquia, si no he sido exacto en algún dato o nombre, es decir, en estos casi 10 años he intentado establecer, como lo dije en la primera columna, las posibles articulaciones que se pueden evidenciar entre fútbol y literatura, pero, sobre todo, con la religión, la política, la poesía, el cine y las otras formas de habitar el fútbol.
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Guardando las proporciones con las novelas, esta es una efemérides que es preciso celebrar porque es como si me hubiera puesto la camiseta del mismo equipo durante 150 partidos. En estas 150 columnas debo agradecer a mi esposa Gloria, a Catalina y a Santiago, los hijos, por sus acertadas observaciones, opiniones y sugerencias, porque han tenido que padecerme con la lectura de mis inventivas, ideas, opiniones y posturas. Aquí es dable inferir que en El Espectador me han alcahueteado lo que he escrito alrededor de la relación entre fútbol y literatura y que se ha convertido en material de apoyo para mis clases de Fútbol y Literatura y Cátedra Olímpica en la Universidad Pontificia Bolivariana.
En Occidente se ha considerado al 150 un número mágico, como el juego y como la literatura. Hace 150 años vieron la luz libros como El vientre de París, de Émile Zola; El país de las pieles y La vuelta al mundo en 80 días, de Julio Verne; Trafalgar, de Benito Pérez Galdós, y Una temporada en el infierno, de Arthur Rimbaud.
Obras que han pasado la prueba del tiempo y, por ello, han sido consideradas clásicos de la literatura. Además, hay algunos futbolistas que jugaron 150 partidos con una misma camiseta, como, por ejemplo, Zenón Díaz, en Argentina; Lothar Matthäus, en Alemania; Fawzi Bashir, en Omán, y Michael Bradley, en Estados Unidos.
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Una curiosidad: si le preguntamos a la numerología lo que significa el número 150, nos encontramos con esta respuesta: “El número 150 es una energía combinada de los números 1, 5 y 0. El número 1 es un signo de nuevos comienzos, nuevos proyectos. Es el número que simboliza la creación de la realidad a través de nuestros pensamientos. El número 5 significa cambios importantes en la vida, motivación, variedades, adaptabilidad, ingenio, independencia. El número 0 significa el comienzo del desarrollo de su espiritualidad y viaje espiritual en esta vida”.
Escribir 150 columnas en un periódico significa una energía combinada que ha intentado nuevos comienzos con cambios y motivaciones para seguir escribiendo. Recuerdo que la primera columna fue publicada un 11 de septiembre de 2014 y que, desde entonces, he contado con la anuencia, permiso, aval y complicidad literaria de Fernando Araújo, quien amablemente ha publicado mis miedos, angustias, dolores y alegrías en el fútbol, siempre, en relación con la vida, es decir, con la literatura.
Escribir 150 columnas ha implicado escribir 75 mil caracteres, si en cada columna el promedio es de 500 palabras. Los datos no son tan importantes como los temas, los lectores, los comentarios de dichos lectores y, por supuesto, la emoción de saber que habrá temas cada mes para seguir escribiendo y publicar.
Sería oportuno ofrecer disculpas si me he equivocado, si no he sido ecuánime, si se nota cierta parcialidad por algún equipo Verde de Antioquia, si no he sido exacto en algún dato o nombre, es decir, en estos casi 10 años he intentado establecer, como lo dije en la primera columna, las posibles articulaciones que se pueden evidenciar entre fútbol y literatura, pero, sobre todo, con la religión, la política, la poesía, el cine y las otras formas de habitar el fútbol.
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Guardando las proporciones con las novelas, esta es una efemérides que es preciso celebrar porque es como si me hubiera puesto la camiseta del mismo equipo durante 150 partidos. En estas 150 columnas debo agradecer a mi esposa Gloria, a Catalina y a Santiago, los hijos, por sus acertadas observaciones, opiniones y sugerencias, porque han tenido que padecerme con la lectura de mis inventivas, ideas, opiniones y posturas. Aquí es dable inferir que en El Espectador me han alcahueteado lo que he escrito alrededor de la relación entre fútbol y literatura y que se ha convertido en material de apoyo para mis clases de Fútbol y Literatura y Cátedra Olímpica en la Universidad Pontificia Bolivariana.