Francisco Pulgarín y Edilma, su madre, durante unas vacaciones en Miami. La foto fue tomada en gosto de 2019, Edlima murió en octubre del mismo año.
Foto: Francisco Pulgarín
La tolerancia llega cuando ya no hay nada que tolerar. La paciencia, virtud que perdemos cuando tenemos demasiada cotidianidad en los ojos, llega con la pérdida: si olvidamos nuestra propia mortalidad, cómo no olvidar la de los demás. Además de que las personas que amamos pueden irse, también pueden morirse. Así como nosotros moriremos. Así como todos morirán. La felicidad se nos escapa. Cuando la vemos con distancia, cuando no la sentimos, pero sí la recordamos, se hacen visibles los detalles de la fortuna que perdimos, pero que daríamos...
Por Laura Camila Arévalo Domínguez
Periodista en el Magazín Cultural de El Espectador desde 2018 y editora de la sección desde 2023. Autora de "El refugio de los tocados", el pódcast de literatura de este periódico.@lauracamilaadlarevalo@elespectador.com