250 fotos para salir del clóset
Durante 8 años, el artista Juan Pablo Echeverri se ha tomado una foto de carné todos los días. La ropa que ha coleccionado para este fin es el objeto de su más reciente muestra.
Angélica Gallón Salazar
Se puso 250 camisetas, se quitó 250 camisetas. Se probó 250 buzos y luego se los sacó. De tanto vestirse y desvestirse para posar, durante 24 horas seguidas, frente a la cámara fotográfica con la que llevaría a cabo su última obra, El clóset, a Juan Pablo Echeverri se le pelaron las orejas, la nariz y la frente.
En realidad, esta no es la primera vez que una obra convierte al artista plástico colombiano en una especie de víctima de su propio invento. Su proyecto más conocido, Miss Foto Japón —expuesta en 2003 en el Museo de Arte Moderno de Bogotá—, que recogió las ‘fotos de carné’ que durante cuatro años se tomó diariamente este artista en el Foto Japón de la esquina de su casa, es un proyecto que ha continuado desde entonces, sin tener una fecha tentativa de vencimiento.
Saber que todos los días, no importan los compromisos y los avatares, el país en el que se encuentre, o el estado de ánimo con el que se levante, pasará por un local de fotografía y registrará su cara, se ha convertido, admite el artista, “en una adicción”, que ante la evidencia de las más de 3.000 fotos guardadas en sus álbumes le hacen sentenciar: “la última fotografía será cuando me muera”, para añadir con cierta ironía: “a veces siento que ya no mando sobre la obra, que ella me desborda”.
Nace la obra
Lo que empezó como un gesto desprevenido y muy íntimo de registrar con fotos sencillas cada cambio de corte de pelo, cada nuevo piercing o tinte de pelo, ha cobrado dimensiones inesperadas que han llevado a que Juan Pablo sea uno de los protagonistas de la afamada Potographers Gallery de Londres con su secuencia repetitiva, y también son responsables de que se encuentre actualmente radicado en México, por haber sido seleccionado para una residencia.
“Juan Pablo Echeverri hace un eco sarcástico a la fotografía neo- objetiva de Ruff o Struth”. “Su trabajo explora fuertemente la identidad, el género y la cultura popular”, son algunas de las críticas que Juan Pablo ha recibido en su paso por galerías internacionales.
Sin embargo, durante todos estos años de exaltar lo cotidiano y salvarlo para siempre de su anonimato tomándole un retrato, el artista tuvo una gran inquietud por no poder registrar todo el vestuario, toda la ropa que merced a este proyecto había coleccionado.
Veinte botas Doctor Martins, más de 65 pantalones, 10 pares de tenis Converse, 140 corbatas, 230 camisas, que se convierten en la evidencia del tiempo pasado, de los gustos superados, de las modas manidas de otras décadas, fueron entonces el objeto de su más reciente obra.
“Juan Pablo Echeverri ha interrogado su cuerpo de las más diversas maneras con el ánimo de que le permita conocer en dónde se anuda esa inquietante situación que definimos con el nombre de Yo”, explica Jaime Cerón, curador de la muestra fotográfica que se presenta actualmente y hasta el 29 de noviembre en la galería Cuarto Nivel.
La ropa es mi pintura
A pesar de la sobreexposición mediática que tuvo en 2003 la obra de Juan Pablo Echeverri, que le dio una dimensión ligera al artista y que de paso le hizo cuestionarse por la validez de su proyecto, y a pesar de que a simple vista su trabajo sea para muchos resultado de “una oda narcisista”, Juan Pablo siente que sus herramientas artísticas: su rostro, su vida y su ropa, son materias para una obra tan válidas como un lienzo, un paisaje o unos óleos. “La ropa es para mí lo que la pintura para un pintor”, confiesa el artista.
Es quizás la cercanía del objeto retratado y la popularidad de la herramienta a la que se recurre: una foto de carné, lo que hace que su obra tenga ese hálito de popularidad en el público.
En la obra El clóset, según el curador Cerón, el artista va en busca de marcar las relaciones existentes “entre las categorías culturales que determinan socialmente la apariencia y que por ende determinan convenciones como el género y experiencias como la sexualidad”.
Quizás para Juan Pablo Echeverri sea más sencillo que eso, simplemente reconstruir pasado, recrear una vida y traer a la memoria momentos a partir de un recorrido por el clóset.
Se puso 250 camisetas, se quitó 250 camisetas. Se probó 250 buzos y luego se los sacó. De tanto vestirse y desvestirse para posar, durante 24 horas seguidas, frente a la cámara fotográfica con la que llevaría a cabo su última obra, El clóset, a Juan Pablo Echeverri se le pelaron las orejas, la nariz y la frente.
En realidad, esta no es la primera vez que una obra convierte al artista plástico colombiano en una especie de víctima de su propio invento. Su proyecto más conocido, Miss Foto Japón —expuesta en 2003 en el Museo de Arte Moderno de Bogotá—, que recogió las ‘fotos de carné’ que durante cuatro años se tomó diariamente este artista en el Foto Japón de la esquina de su casa, es un proyecto que ha continuado desde entonces, sin tener una fecha tentativa de vencimiento.
Saber que todos los días, no importan los compromisos y los avatares, el país en el que se encuentre, o el estado de ánimo con el que se levante, pasará por un local de fotografía y registrará su cara, se ha convertido, admite el artista, “en una adicción”, que ante la evidencia de las más de 3.000 fotos guardadas en sus álbumes le hacen sentenciar: “la última fotografía será cuando me muera”, para añadir con cierta ironía: “a veces siento que ya no mando sobre la obra, que ella me desborda”.
Nace la obra
Lo que empezó como un gesto desprevenido y muy íntimo de registrar con fotos sencillas cada cambio de corte de pelo, cada nuevo piercing o tinte de pelo, ha cobrado dimensiones inesperadas que han llevado a que Juan Pablo sea uno de los protagonistas de la afamada Potographers Gallery de Londres con su secuencia repetitiva, y también son responsables de que se encuentre actualmente radicado en México, por haber sido seleccionado para una residencia.
“Juan Pablo Echeverri hace un eco sarcástico a la fotografía neo- objetiva de Ruff o Struth”. “Su trabajo explora fuertemente la identidad, el género y la cultura popular”, son algunas de las críticas que Juan Pablo ha recibido en su paso por galerías internacionales.
Sin embargo, durante todos estos años de exaltar lo cotidiano y salvarlo para siempre de su anonimato tomándole un retrato, el artista tuvo una gran inquietud por no poder registrar todo el vestuario, toda la ropa que merced a este proyecto había coleccionado.
Veinte botas Doctor Martins, más de 65 pantalones, 10 pares de tenis Converse, 140 corbatas, 230 camisas, que se convierten en la evidencia del tiempo pasado, de los gustos superados, de las modas manidas de otras décadas, fueron entonces el objeto de su más reciente obra.
“Juan Pablo Echeverri ha interrogado su cuerpo de las más diversas maneras con el ánimo de que le permita conocer en dónde se anuda esa inquietante situación que definimos con el nombre de Yo”, explica Jaime Cerón, curador de la muestra fotográfica que se presenta actualmente y hasta el 29 de noviembre en la galería Cuarto Nivel.
La ropa es mi pintura
A pesar de la sobreexposición mediática que tuvo en 2003 la obra de Juan Pablo Echeverri, que le dio una dimensión ligera al artista y que de paso le hizo cuestionarse por la validez de su proyecto, y a pesar de que a simple vista su trabajo sea para muchos resultado de “una oda narcisista”, Juan Pablo siente que sus herramientas artísticas: su rostro, su vida y su ropa, son materias para una obra tan válidas como un lienzo, un paisaje o unos óleos. “La ropa es para mí lo que la pintura para un pintor”, confiesa el artista.
Es quizás la cercanía del objeto retratado y la popularidad de la herramienta a la que se recurre: una foto de carné, lo que hace que su obra tenga ese hálito de popularidad en el público.
En la obra El clóset, según el curador Cerón, el artista va en busca de marcar las relaciones existentes “entre las categorías culturales que determinan socialmente la apariencia y que por ende determinan convenciones como el género y experiencias como la sexualidad”.
Quizás para Juan Pablo Echeverri sea más sencillo que eso, simplemente reconstruir pasado, recrear una vida y traer a la memoria momentos a partir de un recorrido por el clóset.