Foto: Paula Sánchez M.
Los últimos años de su vida hubo un miedo que acompañó a Luis Buñuel: terminar como su madre, sin recuerdos de lo que vivió. No era un temor en vano, como los que padecen los hipocondriacos. Desde sus 70 años, su mente ya le daba señales de que aquello era más que una posibilidad: era frecuente que olvidara “los nombres propios y los recuerdos más recientes”, escribió algún día en sus memorias que convirtió en libro y tituló como Mi último suspiro. Ahora atesoraba lo que antes repudiaba: ser un “memorión”, un almacenador de datos...
Por Danelys Vega Cardozo
Comunicadora social y periodista de la Universidad de La Sabana con énfasis en periodismo internacional y comunicación política, y un diplomado en comunicación y periodismo de moda. Perteneció al semillero de investigación Acción social y Comunidades, bajo el proyecto Educaré.danelys_vegadvega@elespectador.com