Titulares de El Espectador el 6 y 7 de septiembre de 1972, con motivo de las olimpiadas.
Foto: Archivo - El Espectador
No había amanecido aún en Múnich cuando se abrió fuego en la Villa Olímpica. “Lo único que nosotros sentimos fue una explosión a las cuatro y media de la mañana. Lo sé porque me extrañó el ruido, miré el reloj y me pregunté a quién se le había caído algo grande a esa hora”, contó Darwin Pineyrua, el martillista uruguayo que dormía en el último piso del edificio donde sucedió el ataque. En él se alojaban las delegaciones de Uruguay, Hong Kong e Israel. Era esta última el objetivo de la guerrilla palestina Septiembre Negro. Algunos técnicos...
Por Daniela Cristancho
Periodista y politóloga de la Pontificia Universidad Javeriana, con énfasis en resolución de conflictos e investigación para la paz.@danielacsidcristancho@elespectador.com
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