Frida Kahlo: pintando mitos, tejiendo leyendas
Reflexionamos sobre la figura de Frida Kahlo, sus contribuciones al arte y su impacto cultural. Exploramos la complejidad de su identidad, las diversas interpretaciones que ha suscitado a lo largo del tiempo y las revisiones contemporáneas sobre su legado.
Andrea Jaramillo Caro
Diana Camila Eslava
Hoy se cumplen 70 años de la muerte de Frida Kahlo. Su nombre, su imagen, sus obras, lo que dijo y hasta lo que no dijo la convirtieron en uno de los fenómenos culturales y comerciales más destacados a nivel global. “Espero alegre la salida y espero no volver jamás”, fue lo último que escribió en su diario. A lo largo del tiempo, su figura ha sido interpretada desde diversas perspectivas: símbolo feminista, víctima del sufrimiento, icono pop, artista LGBT o máxima representante del arte mexicano. Pero más allá de las categorías que la quieren enmarcar, ¿cuáles fueron los aportes de Frida Kahlo a la historia del arte? ¿Qué significó crear en un siglo marcado por guerras mundiales, un movimiento como la Revolución Mexicana y corrientes artísticas emergentes como el surrealismo y otras tendencias modernistas? ¿Qué fue lo que realmente hizo para que su figura calara tanto en el imaginario colectivo y cultural, no solo de nuestro continente, sino de todo el planeta?
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Hoy se cumplen 70 años de la muerte de Frida Kahlo. Su nombre, su imagen, sus obras, lo que dijo y hasta lo que no dijo la convirtieron en uno de los fenómenos culturales y comerciales más destacados a nivel global. “Espero alegre la salida y espero no volver jamás”, fue lo último que escribió en su diario. A lo largo del tiempo, su figura ha sido interpretada desde diversas perspectivas: símbolo feminista, víctima del sufrimiento, icono pop, artista LGBT o máxima representante del arte mexicano. Pero más allá de las categorías que la quieren enmarcar, ¿cuáles fueron los aportes de Frida Kahlo a la historia del arte? ¿Qué significó crear en un siglo marcado por guerras mundiales, un movimiento como la Revolución Mexicana y corrientes artísticas emergentes como el surrealismo y otras tendencias modernistas? ¿Qué fue lo que realmente hizo para que su figura calara tanto en el imaginario colectivo y cultural, no solo de nuestro continente, sino de todo el planeta?
En 1907 el Coyoacán de la época de Frida Kahlo era un barrio que todavía conservaba muchas de sus características coloniales: calles empedradas, plazas y casas de arquitectura tradicional mexicana. El ambiente era el de un pueblo dentro de la gran urbe, en donde todos se conocían y mantenían un estilo de vida más pausado en comparación con el bullicio del centro de la Ciudad de México. La presencia de instituciones educativas y culturales, como la Universidad Nacional Autónoma de México ubicada en las cercanías, también influyó en el carácter del barrio. Durante los años de la Revolución Mexicana y en las décadas siguientes, este lugar se convirtió en un refugio y un punto de encuentro de intelectuales y artistas.
La Casa Azul, donde nació y murió Frida Kahlo, ocupó un sitio especial en su vida y obra, reflejado en sus pinturas como un refugio físico y emocional. En obras como Árbol de familia de 1936 y Mi familia de 1949, la artista exploró sus raíces familiares, destacando a sus progenitores: Guillermo Kahlo, de ascendencia alemana, y Matilde Calderón, de ascendencia mestiza mexicana con raíces indígenas y españolas. También plasmó a sus abuelos maternos, Antonio Calderón e Isabel González y González, él indígena y ella española, así como a los abuelos paternos, Jacob Heinrich Kahlo y Henriette Kaufmann Kahlo, ambos de origen alemán y judío.
En Árbol de familia representó las conexiones con sus raíces y ubicó a sus abuelos paternos sobre el océano, algo que Daniela Galán, historiadora de arte y fundadora de la plataforma digital Amalgama Art, interpretó como una forma de hacer alusión a que esa parte de ella se encontraba más allá del mar, mientras que su arraigo real estaba en México, que lo representó como el polen de una flor de cactus que está por caer sobre el óvulo de su madre a través del cual será concebida. En este retrato familiar, “la artista se muestra como alguien que fue concebida por la naturaleza, nutrida por su madre y cultivada por su padre”, afirmó.
Además, en la obra inacabada Mi familia, incluyó a sus hermanas Matilde, Adriana, Cristina, y a ella misma, junto con otros niños que podrían ser hijos de Cristina o medios hermanos de su primer matrimonio paterno, con un bebé en el centro de la composición.
Frida Kahlo fue criada en un ambiente post-revolucionario que marcó un resurgimiento de las tradiciones y el arte indígena en México. Durante ese período, el nacionalismo artístico mexicano se enfocó en combinar lo moderno con lo tradicional a través del arte muralista, el cual buscaba llevar expresiones culturales mexicanas a espacios públicos y comunicar mensajes políticos y sociales. Entre los grandes referentes de este movimiento se encontraba Diego Rivera, cuya obra influenció profundamente a Kahlo y a otros artistas contemporáneos.
Un mito creado y acrecentado en el tiempo
En la actualidad se pueden encontrar todo tipo de críticas a su obra y a sus decisiones personales. Sin embargo, la pintora se aseguró de crear una imagen inmortal de sí misma. Aunque se critique su figura como una creación del capitalismo, fue ella, según expertos, quien construyó conscientemente su mito. No solo fue una pintora, sino que también performó su propia identidad. Su vida, sus vestidos, comportamientos, cartas y diarios fueron parte de su práctica artística. “Ella misma me parece fundamental para la creación de su mito. Me parece que uno de sus aportes más importantes a la historia del arte es que Frida Kahlo se creó a sí misma como una obra”, aseguró Galán.
Esta conversación también se considera una reflexión sobre cómo los valores y normas sociales varían con el tiempo, destacando la importancia de no evaluar la vida y obra de artistas como Frida Kahlo desde los conceptos de hoy hacia el pasado.
Para Galán, el caso de Kahlo es equiparable al de Joseph Beuys y la manera en la que su sombrero pasó a hacer parte de su identidad. Como él, la artista tomó elementos para crear y dar a conocer su propia imagen en vida, bajo sus propios términos. La directora de Amalgama resaltó los diarios que ella escribió, los nombres que adoptó, desde la firma en algunas de sus obras como “Carmen Rivera” y su cambio de Frieda a Frida, sumado con la edición de su propia historia familiar.
Una de las críticas más persistentes se centra en la imagen de Kahlo como una artista atormentada que vendió su imagen como una víctima. Sin embargo, esto ha sido objeto de crítica y revisión por quienes sugieren que esta interpretación no captura completamente la complejidad de su obra ni de su personalidad. Si bien su dolor físico y emocional fue un tema recurrente, sus pinturas también reflejaron su pasión por el amor y la vida. Por ejemplo, en Las dos Fridas (1939), Kahlo representó su dualidad interna, una lucha entre dos versiones de sí misma, pero también su capacidad para amarse y aceptarse a pesar de sus cicatrices. Esta obra mostró tanto la vulnerabilidad como la fuerza interior de la artista, revelando una complejidad que fue más allá de la mera victimización.
Además, Kahlo exploró la naturaleza femenina y la identidad de género en sus pinturas. En La columna rota (1944), se mostró a sí misma con una columna vertebral rota, pero su expresión reflejó desafío y resiliencia. Su obra Autorretrato con el cabello cortado (1940) también cuestionó las normas de feminidad: se pintó con ropa masculina y cabello corto, en una declaración de independencia y rechazo a las convenciones de su tiempo.
Autorretrato en la frontera entre México y Estados Unidos (1932) fue la pintura en la que contrastó la industrialización estadounidense con las raíces indígenas y la cultura de México. Esta pintura no solo expresó su dolor por estar lejos de su país, sino también su orgullo y compromiso con su herencia mexicana, criticando la influencia imperialista de Estados Unidos. Esta obra, que firmó como Carmen Rivera, la realizó durante su periodo en Estados Unidos junto a Diego Rivera. La afirmación de Kahlo sobre su arte como representación de su vida se materializó en esta pieza donde se pintó a sí misma entre dos mundos: uno lleno de vida y vegetación, con historia y la claridad de sus raíces a su espalda, y el otro como la muestra de la antítesis a sus creencias y valores comunistas. Fue durante este momento que ella apareció por primera vez en la revista Vogue, en el artículo “Señoras of Mexico”. Aquí jugó un papel importante la manera en la que ella se forjó su imagen. De acuerdo con Galán, los vestidos con los que la fotografiaron hicieron parte de su imaginario y de la fama a la que tuvo acceso por extensión de ser vista como la esposa de Diego Rivera.
Otro mito es que el trabajo de Kahlo no se reconoció en vida, pero lo celebraron contemporáneos como André Breton, que la incluyó en su libro sobre surrealismo. Esta categorización también fue un punto de fricción para Kahlo, quien rechazó los límites que la enmarcaron dentro de esa corriente y prefirió describir su trabajo como una representación de su vida. “Lo que escribió de ella fue muy exotizado, llegó a decir que México era el país más surrealista”, afirmó Galán. Es más, en una carta enviada al fotógrafo Nickolas Muray el 16 de febrero de 1939, la artista detalló los percances y desencuentros que tuvo con Breton a su llegada a París, luego de que el padre del surrealismo la invitara a exhibir su obra en la ciudad de las luces. “Preferiría sentarme a vender tortillas en el suelo del mercado de Toluca, en lugar de asociarme a esta mierda de ‘artistas’ parisienses, que pasan horas calentándose los valiosos traseros en los ‘cafés’, hablan sin cesar acerca de la ‘cultura’, el ‘arte’, la ‘revolución’, etcétera. Se creen los dioses del mundo, sueñan con las tonterías más fantásticas y envenenan el aire con teorías y más teorías que nunca se vuelven realidad”, escribió Kahlo.
En 1938, tuvo una exposición individual en la Julien Levy Gallery en Nueva York, donde sus obras fueron bien recibidas tanto por críticos como por el público. Un año después, André Breton organizó una exposición de su trabajo en París, consolidando su reconocimiento en el ámbito artístico internacional.
Además del respaldo de André Breton, quien escribió el prólogo para el catálogo de la exposición de Kahlo en Nueva York, otros artistas reconocidos también mostraron su respeto por ella. Pablo Picasso, por ejemplo, destacó la originalidad y talento de Kahlo, subrayando la impresión que su trabajo dejó en sus contemporáneos.
La simplificación de Frida Kahlo como un ícono feminista o una víctima del sufrimiento es una reducción que no hace justicia a la complejidad de su vida y obra. Su impacto en la historia del arte y en la transformación de los roles de género es profundo y multifacético. Expertos en arte y seguidores de su obra recomiendan estudiar a Kahlo con un ojo crítico y contextual, comprendiendo las realidades de su tiempo y la manera en que desafió y redefinió esas realidades con sus acciones.
El mito y la leyenda que Frida Kahlo construyó sobre sí misma se terminó de cimentar en la historia cuando, como si fuera una emperatriz, llegó a la única exhibición individual que tuvo en vida en México. En 1953, la artista apareció en la muestra, que se realizó en la Galería de Arte Contemporáneo en México, que pertenecía a su amiga Lola Álvarez Bravo, en su cama. Con su salud deteriorada, pero la ilusión de esa exposición por lo alto, a Frida Kahlo la llevaron en ambulancia, acostada en su cama, hasta el lugar de la exposición. Álvarez afirmó en una entrevista de 1970 que lograr esa exhibición fue una de sus grandes satisfacciones. “Ella transformó su rol de víctima y hay que entender el poder que tuvo para construir su propio mito. Sirve estudiarla de esta manera para salir del pobrecitismo latinoamericano y de la narrativa de que el patriarcado crea nuestros problemas. Frida Kahlo se tomó su condición y la usó para ella misma, para navegarla como ser humano, porque en últimas sufrió, vivió, amó, lloró y fue feliz. Esto no quiere decir que no jugó el juego de la víctima, lo hizo, pero a través de su obra y su arte ella lo superó”, dijo Galán.