Álvaro D. Ruiz: “A los hombres nos cuesta mirarnos al espejo”
“Ay hombre”, miniserie centrada en los roles impuestos tradicionalmente a los hombres, fue transmitida hasta el 31 de marzo por Señal Colombia; ahora buscan exhibirla a nivel internacional.
¿Cómo surgió el concepto de la serie “Ay hombre”?
Nosotros nos dimos cuenta de que el patriarcado estaba afectando mucho a las mujeres y que existían varios movimientos alrededor de ese tema, pero nos preguntamos cómo el patriarcado ha afectado a los hombres. De esa pregunta fue que surgió el concepto de la serie. Entonces, nació ese universo de hombres que van a terapia y tienen que preguntarse por sus dolores, emociones y sentimientos. Lo que sucede en la serie es que José María, el personaje principal, quien está llegando a los 40, se da cuenta de que está rodeado de mujeres y que todos exigen una versión clásica de hombre: proveedor, mejor jefe y novio perfecto. Él piensa que tal vez los hombres no hemos sido conscientes de que, sin querer queriendo, hemos aceptado ese rol clásico. Entonces, a lo largo de la serie, debe redefinirse como hombre.
¿Por qué cree que hasta ahora se están planteado estas preguntas en un producto audiovisual?
Pienso que el tema de género es bastante contemporáneo. Ya hay mucha gente y series que han empezado a explorar estos temas; como sociedad hemos comenzado a balancear estas preguntas y reflexiones. No sé si la pregunta va más ligada a por qué es tan difícil abordar estas temáticas. Es complejo porque nos cuesta mirarnos a nosotros mismos, pues, de alguna manera, tenemos que resignificar los géneros, volver a preguntarnos qué es un hombre y una mujer. También con la exhibición de la serie nos hemos dado cuenta de que a los hombres se nos dificulta reconocer que tenemos dolores; nos cuesta mirarnos al espejo. Ana María, la otra creadora de serie, se preguntó: “¿Cuándo fue la última vez que vio a un hombre llorar? De ahí partimos y encontramos muchos casos ligados a esta pregunta. Incluso, hoy en día, a los hombres les cuesta decir que están yendo a terapia porque se sienten incómodos ante su grupo social; se les dificulta verse vulnerables. Ojalá en 10 años un hombre pueda decirlo sin sentirse menos hombre.
¿Cuál era su interés principal con esta serie?
Reconocernos como sociedad; la conversación sobre la idea de los géneros tiene que ser grupal. Hay que pensar en que la resignificación debe ser como seres humanos. Todos tenemos emociones, sentimientos y podemos ser vulnerables. Si por lo menos está conversación que estamos teniendo se abre y surge, pues la serie habrá logrado algo en este momento.
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¿Cómo se diferencia “Ay hombre” de otras propuestas culturales que abordan la temática de género?
Nosotros, deliberadamente, escogimos trabajar dentro del género “dramedy” (mezcla entre drama y comedia), porque sentíamos que a través del humor podíamos hablar de temas serios. Si uno ve la serie, que es de seis capítulos, con una duración de 30 minutos cada uno, empezamos en un lugar con más humor, pero a medida que avanza los temas van entrando en profundidad, haciéndose más serios. Entonces, consideramos que el género nos permitía abrir una puerta para, finalmente, tocar fibras; ver hombres llorando o mostrar vulnerabilidades que todos tenemos como seres humanos. Creo que existen muchas series con la temática de género, pero no sé cuántas hablen sobre el rol del hombre. Como te decía al principio, se ha hablado mucho de cómo el patriarcado ha afectado a las mujeres, pero, de pronto, no tanto sobre cómo ha afectado a los hombres.
¿Cuáles fueron los mayores retos al abordar esta temática en una serie de televisión?
Lograr el tono entre drama y humor era incierto para nosotros. Ahí creo que fue clave el casting, que los actores entendieran que teníamos unas situaciones de humor, pero que en el fondo cada personaje se tenía que tomar muy serio; que no solo era el chiste, sino que estábamos hablando de algo que nos importaba a nosotros. Creemos que la televisión sí puede servir para poner esos temas de frente. Desde ese punto de vista, cuando comenzamos a involucrar tanto al equipo creativo como a los actores, siempre teníamos esa conversación sobre lo que nosotros queríamos hacer. Finalmente, lo que tuvimos fueron aliados que creyeron en la idea de hablar de este tema.
¿Cuál es la clave para lograr transmitir su mensaje a través de un “dramedy”?
De hecho, el tono fue lo más difícil de encontrar, porque es más lineal cuando haces solo comedia, pero nosotros teníamos que encontrar un balance entre el drama y la comedia. Sentíamos que el drama le daba la seriedad al mensaje que queríamos transmitir, pero la comedia era el vehículo. En la serie ves a un hombre en crisis, destruido, que llora, que está roto, pero tiene unas situaciones tan fuertes, que te empieza a dar risa. Si llevamos este tema solo al drama, se vuelve pesado y, de alguna manera, la gente podría llegar a rechazarlo. En la tradición del cine y la televisión colombiana, siempre el humor ha sido al extremo y el drama se va hasta el melodrama, y nosotros queríamos ubicarnos en un lugar intermedio. Nuestros referentes colombianos no existían, entonces estábamos navegando nuevas aguas.
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¿Cuáles fueron sus referentes para la producción de esta serie?
El primer referente fue la última serie de Ricky Gervais: Afterlife, por el tono, porque gira en torno a un hombre al que se le acaba de morir la esposa y está en una crisis muy fuerte, pero, al mismo tiempo, es una serie llena de escenas de humor.
¿Cómo se puede aprovechar la crisis para construir un camino, muy similar a lo que hace el protagonista de “Ay hombre”?
Es que la crisis es lo que te permite sacarle provecho a tu vida, donde uno crece y se transforma. Literalmente, en Ay hombre, el personaje empieza en un punto de giro, con una transformación. Creo que todos, como seres humanos, necesitamos las crisis para poder avanzar en la vida y cambiar de rumbo.
¿Cómo surgió el concepto de la serie “Ay hombre”?
Nosotros nos dimos cuenta de que el patriarcado estaba afectando mucho a las mujeres y que existían varios movimientos alrededor de ese tema, pero nos preguntamos cómo el patriarcado ha afectado a los hombres. De esa pregunta fue que surgió el concepto de la serie. Entonces, nació ese universo de hombres que van a terapia y tienen que preguntarse por sus dolores, emociones y sentimientos. Lo que sucede en la serie es que José María, el personaje principal, quien está llegando a los 40, se da cuenta de que está rodeado de mujeres y que todos exigen una versión clásica de hombre: proveedor, mejor jefe y novio perfecto. Él piensa que tal vez los hombres no hemos sido conscientes de que, sin querer queriendo, hemos aceptado ese rol clásico. Entonces, a lo largo de la serie, debe redefinirse como hombre.
¿Por qué cree que hasta ahora se están planteado estas preguntas en un producto audiovisual?
Pienso que el tema de género es bastante contemporáneo. Ya hay mucha gente y series que han empezado a explorar estos temas; como sociedad hemos comenzado a balancear estas preguntas y reflexiones. No sé si la pregunta va más ligada a por qué es tan difícil abordar estas temáticas. Es complejo porque nos cuesta mirarnos a nosotros mismos, pues, de alguna manera, tenemos que resignificar los géneros, volver a preguntarnos qué es un hombre y una mujer. También con la exhibición de la serie nos hemos dado cuenta de que a los hombres se nos dificulta reconocer que tenemos dolores; nos cuesta mirarnos al espejo. Ana María, la otra creadora de serie, se preguntó: “¿Cuándo fue la última vez que vio a un hombre llorar? De ahí partimos y encontramos muchos casos ligados a esta pregunta. Incluso, hoy en día, a los hombres les cuesta decir que están yendo a terapia porque se sienten incómodos ante su grupo social; se les dificulta verse vulnerables. Ojalá en 10 años un hombre pueda decirlo sin sentirse menos hombre.
¿Cuál era su interés principal con esta serie?
Reconocernos como sociedad; la conversación sobre la idea de los géneros tiene que ser grupal. Hay que pensar en que la resignificación debe ser como seres humanos. Todos tenemos emociones, sentimientos y podemos ser vulnerables. Si por lo menos está conversación que estamos teniendo se abre y surge, pues la serie habrá logrado algo en este momento.
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¿Cómo se diferencia “Ay hombre” de otras propuestas culturales que abordan la temática de género?
Nosotros, deliberadamente, escogimos trabajar dentro del género “dramedy” (mezcla entre drama y comedia), porque sentíamos que a través del humor podíamos hablar de temas serios. Si uno ve la serie, que es de seis capítulos, con una duración de 30 minutos cada uno, empezamos en un lugar con más humor, pero a medida que avanza los temas van entrando en profundidad, haciéndose más serios. Entonces, consideramos que el género nos permitía abrir una puerta para, finalmente, tocar fibras; ver hombres llorando o mostrar vulnerabilidades que todos tenemos como seres humanos. Creo que existen muchas series con la temática de género, pero no sé cuántas hablen sobre el rol del hombre. Como te decía al principio, se ha hablado mucho de cómo el patriarcado ha afectado a las mujeres, pero, de pronto, no tanto sobre cómo ha afectado a los hombres.
¿Cuáles fueron los mayores retos al abordar esta temática en una serie de televisión?
Lograr el tono entre drama y humor era incierto para nosotros. Ahí creo que fue clave el casting, que los actores entendieran que teníamos unas situaciones de humor, pero que en el fondo cada personaje se tenía que tomar muy serio; que no solo era el chiste, sino que estábamos hablando de algo que nos importaba a nosotros. Creemos que la televisión sí puede servir para poner esos temas de frente. Desde ese punto de vista, cuando comenzamos a involucrar tanto al equipo creativo como a los actores, siempre teníamos esa conversación sobre lo que nosotros queríamos hacer. Finalmente, lo que tuvimos fueron aliados que creyeron en la idea de hablar de este tema.
¿Cuál es la clave para lograr transmitir su mensaje a través de un “dramedy”?
De hecho, el tono fue lo más difícil de encontrar, porque es más lineal cuando haces solo comedia, pero nosotros teníamos que encontrar un balance entre el drama y la comedia. Sentíamos que el drama le daba la seriedad al mensaje que queríamos transmitir, pero la comedia era el vehículo. En la serie ves a un hombre en crisis, destruido, que llora, que está roto, pero tiene unas situaciones tan fuertes, que te empieza a dar risa. Si llevamos este tema solo al drama, se vuelve pesado y, de alguna manera, la gente podría llegar a rechazarlo. En la tradición del cine y la televisión colombiana, siempre el humor ha sido al extremo y el drama se va hasta el melodrama, y nosotros queríamos ubicarnos en un lugar intermedio. Nuestros referentes colombianos no existían, entonces estábamos navegando nuevas aguas.
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El primer referente fue la última serie de Ricky Gervais: Afterlife, por el tono, porque gira en torno a un hombre al que se le acaba de morir la esposa y está en una crisis muy fuerte, pero, al mismo tiempo, es una serie llena de escenas de humor.
¿Cómo se puede aprovechar la crisis para construir un camino, muy similar a lo que hace el protagonista de “Ay hombre”?
Es que la crisis es lo que te permite sacarle provecho a tu vida, donde uno crece y se transforma. Literalmente, en Ay hombre, el personaje empieza en un punto de giro, con una transformación. Creo que todos, como seres humanos, necesitamos las crisis para poder avanzar en la vida y cambiar de rumbo.