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                                                                                                                                  A propósito de Malcolm Deas

                                                                                                                                  Más allá de lo personal, puedo decir (como muchos lo hicieron y lo seguirán haciendo) que Malcolm Deas sabía todo sobre la historia de Colombia. Homenaje.

                                                                                                                                  Carlos Uribe Celis

                                                                                                                                  "En Oxford se esforzó por dar su ayuda y su ilustrada guía a muchos colombianos que tuvieron la suerte de trabajar con él", contó Carlos Uribe Celis sobre Malcome Deas, quien falleció este 29 de julio.
                                                                                                                                  Foto: Arc
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Después tuve correspondencia con él y le presenté mi trabajo sobre López de Mesa. Me respondió en carta diciéndome, entre otras cosas, que López de Mesa era más bien “pendejo”. No estuve de acuerdo, pero no hacía falta discutirlo. Cuando Malcolm escribió en la Nueva Historia de Colombia sobre esos extraordinarios años 20 colombianos, citó mi trabajo sobre el tema, un honor que agradecí debidamente. Después yo estuve en Cambridge estudiando y me llegó una comunicación invitándome a un seminario en Oxford en Saint Anthony´s College, donde Malcolm trabajaba. Una estrella de ese seminario era el mexicano Pablo González Casanova, uno de los autores del boom latinoamericano, al que acabó perteneciendo Orlando Fals Borda. Con todo respeto, González Casanova no me impresionó en esa ocasión, pero fue bueno haber estado en la bella academia de Oxford, la casa de Malcolm Deas.

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Podría interesarle leer: Malcolm Deas y su visión histórica de Colombia a través de Virgilio Barco

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                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!

                                                                                                                                  Pero hay algo más revelador y es que el país de Nostromo gira en torno a un accidente geográfico: una monumental montaña – el Higuerota en Nostromo- que bordea el mar y que, como sabemos, es peculiar de Colombia con su Sierra Nevada de Santa Marta. Más dicientes son los topónimos de Conrad. El país de la novela se llama Costaguana, es decir, la Costa de la Iguana (quizá de la hicotea -recuérdese el “arroz con hicotea” del Tuerto López). El “gua-” de Costaguana puede también relacionarse con Gua-jira. El gran puerto de Suclaco se llama Cayta (¿acaso Cayta-gena, que es como pronuncian los nativos?) y el tercer puerto de esa costa ficticia es Esmeralda (¿Barranquilla?).

                                                                                                                                  Podría interesarle leer: Juan Gabriel Vásquez: “Somos una sociedad de pequeños fundamentalistas”

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                                                                                                                                  Todo está mezclado en clave de meras evocaciones, como es propio de la ficción novelesca. Pero en algún momento hemos identificado a Costa-guana con Costa-verde, un paraje de la ensenada de Ciénaga, a sesenta kilómetros de Barranquilla (“sixty miles to the south”, dice en alguna parte Conrad). En otra novela de Conrad, Victory, se habla de “una costa pestilencial de manglares”, que parecen ser los de la Ciénaga Grande de la Magdalena, donde el protagonista de Victory se encontró con un “cazador de caimanes (Ciénaga es la tierra del caimán), casi fiera […] una adquisición mía en Colombia ¿conoces Colombia? [… De Colombia he estado viniendo hace mucho tiempo” –escribe Conrad allí.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Y bueno, ¿qué tiene qué ver todo esto con Malcolm Deas? Fue él quien reveló este vínculo (sobre el que yo he tejido más asociaciones, ya expuestas en otro lugar) entre Conrad y un gran amigo suyo en Londres: Don Santiago Pérez Triana, nuestro embajador en Inglaterra a fines del siglo XIX (Nostromo es de 1904), y todo parece indicar que mucho de Nostromo sale de las conversaciones entre Conrad y Pérez Triana en la capital a orillas del Támesis. A todas estas delicias, como puede verse, llegaba la erudición colombianista de Malcolm Deas.

                                                                                                                                  "En Oxford se esforzó por dar su ayuda y su ilustrada guía a muchos colombianos que tuvieron la suerte de trabajar con él", contó Carlos Uribe Celis sobre Malcome Deas, quien falleció este 29 de julio.
                                                                                                                                  Foto: Arc
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Después tuve correspondencia con él y le presenté mi trabajo sobre López de Mesa. Me respondió en carta diciéndome, entre otras cosas, que López de Mesa era más bien “pendejo”. No estuve de acuerdo, pero no hacía falta discutirlo. Cuando Malcolm escribió en la Nueva Historia de Colombia sobre esos extraordinarios años 20 colombianos, citó mi trabajo sobre el tema, un honor que agradecí debidamente. Después yo estuve en Cambridge estudiando y me llegó una comunicación invitándome a un seminario en Oxford en Saint Anthony´s College, donde Malcolm trabajaba. Una estrella de ese seminario era el mexicano Pablo González Casanova, uno de los autores del boom latinoamericano, al que acabó perteneciendo Orlando Fals Borda. Con todo respeto, González Casanova no me impresionó en esa ocasión, pero fue bueno haber estado en la bella academia de Oxford, la casa de Malcolm Deas.

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Podría interesarle leer: Malcolm Deas y su visión histórica de Colombia a través de Virgilio Barco

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                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Podría interesarle leer: Juan Gabriel Vásquez: “Somos una sociedad de pequeños fundamentalistas”

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                                                                                                                                  Todo está mezclado en clave de meras evocaciones, como es propio de la ficción novelesca. Pero en algún momento hemos identificado a Costa-guana con Costa-verde, un paraje de la ensenada de Ciénaga, a sesenta kilómetros de Barranquilla (“sixty miles to the south”, dice en alguna parte Conrad). En otra novela de Conrad, Victory, se habla de “una costa pestilencial de manglares”, que parecen ser los de la Ciénaga Grande de la Magdalena, donde el protagonista de Victory se encontró con un “cazador de caimanes (Ciénaga es la tierra del caimán), casi fiera […] una adquisición mía en Colombia ¿conoces Colombia? [… De Colombia he estado viniendo hace mucho tiempo” –escribe Conrad allí.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Y bueno, ¿qué tiene qué ver todo esto con Malcolm Deas? Fue él quien reveló este vínculo (sobre el que yo he tejido más asociaciones, ya expuestas en otro lugar) entre Conrad y un gran amigo suyo en Londres: Don Santiago Pérez Triana, nuestro embajador en Inglaterra a fines del siglo XIX (Nostromo es de 1904), y todo parece indicar que mucho de Nostromo sale de las conversaciones entre Conrad y Pérez Triana en la capital a orillas del Támesis. A todas estas delicias, como puede verse, llegaba la erudición colombianista de Malcolm Deas.

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                                                                                                                                  Ver todas las noticias
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