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Poemas de David Jiménez Panesso (verso a verso)

El poeta antioqueño David Jiménez Panesso falleció el pasado 3 de agosto. A propósito de su partida, mencionamos algunos de sus poemas para recordarlo.

05 de agosto de 2024 - 10:41 p. m.
David Jiménez Panesso fue un Antólogo, traductor, ensayista y crítico de la poesía colombiana.
David Jiménez Panesso fue un Antólogo, traductor, ensayista y crítico de la poesía colombiana.
Foto: Pixabay

“Soy ante todo profesor y me enorgullezco tanto más cuanto más se presenta a la cátedra como contradictoria con la poesía”, escribió Jiménez Panesso para el Magazín Dominical de El Espectador en 1987.

David Jiménez Panesso, fue un poeta y ganador del Premio Nacional de Cultura en 1987 por su libro Día tras día. Nacido en Medellín el 1 de enero de 1945 y radicado en Bogotá, Jiménez Panesso fue profesor de la Universidad Nacional y una figura clave en la poesía colombiana. Su carrera incluyó roles como antólogo, traductor, ensayista y crítico.

En redes sociales algunas instituciones manifestaron sus condolencias.

Jiménez Panesso, licenciado en filosofía y letras por la Universidad Pontificia Bolivariana y máster en sociología de la literatura por la Universidad de Essex, Inglaterra, dejó un legado literario en obras como Día tras día (1997), Retratos (1988), Historia de la crítica literaria en Colombia (1992), Fin de siglo, decadencia y modernidad (1994) y Rafael Maya (1989).

A continuación algunos poemas del antioqueño:

EL EXTRANJERO

Como no es esta mi casa

y nadie me conoce

este no soy yo.

Alguien me empuja sin querer

no me ve porque no estoy

¿Dónde me hallo?

¿Es éste mi cuerpo

el que tanto paseé por mis calles

el que algunas veces ama y goza una mujer?

¿Se ha encogido

ha perdido sustancia

es transparente?

Mi perfil me asombra

¿No es el mismo de siempre?

Y una voz se asoma hasta mi oreja

y susurra:

“Esta no es su casa. ¿Dónde vive?

ABUELA

La miro

mientras sacude el polvo de sus

porcelanas o riega las matas

y es como si regañara al tiempo

por tocarle sus cosas.

Sin nombre

Sólo existen por mí

ellos y la casa y la calle.

Sin mí vivirían y morirían

simplemente.

Sin mí viven y mueren.

Conmigo sólo palpitan y aletean

un instante

en palabras

como el estertor de un ave

antes de torcer el pescuezo.

Poemas de la nueva ciudad

La gran Vida, el cielo, la casa grande, la casa verde,

se refugia en el albergue mínimo del tiempo,

del punto aislado en el tiempo.

Construimos pues la pequeña casa, la nuestra, el interior

y allí atesoramos el silencio, la música y el fuego.

El fuego del hogar y el frío de la noche se reconocen,

el silencio y la música también.

*

Nos hacemos un lugar en el atardecer

y buscamos palabras para el verso

que diga el sentido de todo esto

pero no las encontramos.

Son nada más la lluvia, el frío y el tiempo.

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