Poemas de David Jiménez Panesso (verso a verso)
El poeta antioqueño David Jiménez Panesso falleció el pasado 3 de agosto. A propósito de su partida, mencionamos algunos de sus poemas para recordarlo.
“Soy ante todo profesor y me enorgullezco tanto más cuanto más se presenta a la cátedra como contradictoria con la poesía”, escribió Jiménez Panesso para el Magazín Dominical de El Espectador en 1987.
David Jiménez Panesso, fue un poeta y ganador del Premio Nacional de Cultura en 1987 por su libro Día tras día. Nacido en Medellín el 1 de enero de 1945 y radicado en Bogotá, Jiménez Panesso fue profesor de la Universidad Nacional y una figura clave en la poesía colombiana. Su carrera incluyó roles como antólogo, traductor, ensayista y crítico.
En redes sociales algunas instituciones manifestaron sus condolencias.
Jiménez Panesso, licenciado en filosofía y letras por la Universidad Pontificia Bolivariana y máster en sociología de la literatura por la Universidad de Essex, Inglaterra, dejó un legado literario en obras como Día tras día (1997), Retratos (1988), Historia de la crítica literaria en Colombia (1992), Fin de siglo, decadencia y modernidad (1994) y Rafael Maya (1989).
A continuación algunos poemas del antioqueño:
EL EXTRANJERO
Como no es esta mi casa
y nadie me conoce
este no soy yo.
Alguien me empuja sin querer
no me ve porque no estoy
¿Dónde me hallo?
¿Es éste mi cuerpo
el que tanto paseé por mis calles
el que algunas veces ama y goza una mujer?
¿Se ha encogido
ha perdido sustancia
es transparente?
Mi perfil me asombra
¿No es el mismo de siempre?
Y una voz se asoma hasta mi oreja
y susurra:
“Esta no es su casa. ¿Dónde vive?
ABUELA
La miro
mientras sacude el polvo de sus
porcelanas o riega las matas
y es como si regañara al tiempo
por tocarle sus cosas.
Sin nombre
Sólo existen por mí
ellos y la casa y la calle.
Sin mí vivirían y morirían
simplemente.
Sin mí viven y mueren.
Conmigo sólo palpitan y aletean
un instante
en palabras
como el estertor de un ave
antes de torcer el pescuezo.
Poemas de la nueva ciudad
La gran Vida, el cielo, la casa grande, la casa verde,
se refugia en el albergue mínimo del tiempo,
del punto aislado en el tiempo.
Construimos pues la pequeña casa, la nuestra, el interior
y allí atesoramos el silencio, la música y el fuego.
El fuego del hogar y el frío de la noche se reconocen,
el silencio y la música también.
*
Nos hacemos un lugar en el atardecer
y buscamos palabras para el verso
que diga el sentido de todo esto
pero no las encontramos.
Son nada más la lluvia, el frío y el tiempo.
“Soy ante todo profesor y me enorgullezco tanto más cuanto más se presenta a la cátedra como contradictoria con la poesía”, escribió Jiménez Panesso para el Magazín Dominical de El Espectador en 1987.
David Jiménez Panesso, fue un poeta y ganador del Premio Nacional de Cultura en 1987 por su libro Día tras día. Nacido en Medellín el 1 de enero de 1945 y radicado en Bogotá, Jiménez Panesso fue profesor de la Universidad Nacional y una figura clave en la poesía colombiana. Su carrera incluyó roles como antólogo, traductor, ensayista y crítico.
En redes sociales algunas instituciones manifestaron sus condolencias.
Jiménez Panesso, licenciado en filosofía y letras por la Universidad Pontificia Bolivariana y máster en sociología de la literatura por la Universidad de Essex, Inglaterra, dejó un legado literario en obras como Día tras día (1997), Retratos (1988), Historia de la crítica literaria en Colombia (1992), Fin de siglo, decadencia y modernidad (1994) y Rafael Maya (1989).
A continuación algunos poemas del antioqueño:
EL EXTRANJERO
Como no es esta mi casa
y nadie me conoce
este no soy yo.
Alguien me empuja sin querer
no me ve porque no estoy
¿Dónde me hallo?
¿Es éste mi cuerpo
el que tanto paseé por mis calles
el que algunas veces ama y goza una mujer?
¿Se ha encogido
ha perdido sustancia
es transparente?
Mi perfil me asombra
¿No es el mismo de siempre?
Y una voz se asoma hasta mi oreja
y susurra:
“Esta no es su casa. ¿Dónde vive?
ABUELA
La miro
mientras sacude el polvo de sus
porcelanas o riega las matas
y es como si regañara al tiempo
por tocarle sus cosas.
Sin nombre
Sólo existen por mí
ellos y la casa y la calle.
Sin mí vivirían y morirían
simplemente.
Sin mí viven y mueren.
Conmigo sólo palpitan y aletean
un instante
en palabras
como el estertor de un ave
antes de torcer el pescuezo.
Poemas de la nueva ciudad
La gran Vida, el cielo, la casa grande, la casa verde,
se refugia en el albergue mínimo del tiempo,
del punto aislado en el tiempo.
Construimos pues la pequeña casa, la nuestra, el interior
y allí atesoramos el silencio, la música y el fuego.
El fuego del hogar y el frío de la noche se reconocen,
el silencio y la música también.
*
Nos hacemos un lugar en el atardecer
y buscamos palabras para el verso
que diga el sentido de todo esto
pero no las encontramos.
Son nada más la lluvia, el frío y el tiempo.