“A veces las imágenes lo escogen a uno”: Ramón Giovanni
El artista inauguró su más reciente exhibición, “Ensambles surrealistas”, el pasado 22 de octubre y estará hasta el 20 de noviembre en la galería Christopher Paschall (Cra. 13A # 87-17).
¿Cuántas obras hay en la muestra “Ensambles surrealistas”?
Hay 28 obras, en tres formatos, como las camisas: small, medium y large.
¿Cuánto tiempo de su carrera artística abarcan las obras que se exhiben?
Este proyecto abarca alrededor de cinco años, pero se hizo más porque hay un libro que tiene 110 imágenes, que fueron filtradas de 150 trabajos. De esa selección se derivaron 28 para la exposición. La técnica que utilicé fueron fotomontajes, pero lo he denominado de diferentes maneras. Pienso que tiene un sustrato muy surrealista, pero hay de todo. Por ejemplo, una de ellas podría ser pop art y otra tiene elementos del cubismo, por sus formas geométricas. En general, es como un mestizaje de momentos que ya no se repiten y en conjunto están quedando plasmados en las definiciones que tengo acá.
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Usted trabaja fotomontajes, ¿cómo crea sus obras?
La materia prima de esto es la fotografía, aunque sostengo que al final el producto no es fotografía. Porque así los mecanismos sean ortodoxos o sean imágenes capturadas a través de una cámara, no estamos hablando de fotografía clásica, de un recuadro, sino que quise moverme a otros planos, sensaciones y dimensiones. A veces digo que eso es como una liberación de muchos sentimientos. Originalmente soy fotógrafo y mi trayectoria empieza en la fotografía publicitaria editorial. De hecho, el espacio donde está exhibida la muestra fue un estudio, donde trabajé 25 años. Luego me fui y lo arrendé como oficina, ahora lo van a demoler en unos meses, y cuando el inquilino me entregó el espacio decidí hacer la exposición para despedir este espacio en el que pasé muchos años trabajando.
¿Cómo fue pasar de la publicidad al arte?
Cuando trabajaba en publicidad hacía mi fotografía en paralelo al trabajo, pero lo principal en este caso era la publicidad y, de forma alterna, salía, callejeaba, viajaba y fui haciendo un archivo. Parte de ese material está hoy contenido entre estas imágenes. Dejé de trabajar en publicidad hace siete u ocho años, porque si seguía ahí habría sido imposible hacer esto. Requiere que uno esté tranquilo, con una gran disposición a revelarse a uno mismo, a desafiarse, a entrar en una búsqueda más franca y amplia. La fotografía es otro género muy diferente, esto tiene unos contenidos mezclados, es un mestizaje de diferentes momentos y circunstancias. Por ejemplo, me encanta usar el grafiti de las ciudades y mezclarlo con otros incidentes que veo por el camino.
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¿Cómo es su proceso creativo?
Al momento de tomar decisiones escojo una de estas imágenes y después con qué la voy a acompañar o si le hace falta algo. Es muy difícil de explicar, porque a veces medio dormido o medio despierto se me ocurren las cosas o las termino o las empiezo, y en un papel escribo esa idea para que no se me olvide. Tiene mucho de onírico, en todo sentido. Las 12 o 16 horas que uno está despierto hay un idealismo que circula. Muchas veces puedo estar despierto y ver en una esquina, con la onda onírica presente, una circunstancia o una gráfica. Si sé capturar ese momento y guardarlo, empiezo a hacer conexiones con otros momentos que ya están hechos. Apenas llego al estudio y abro el computador empiezo a buscar los archivos para hacer las conexiones.
¿El archivo del que habla contiene exclusivamente fotos que ha tomado o lo nutre con elementos de otros lados?
Las fotos salen de otros lados también, del mass media, por ejemplo. A veces me apropio de cosas así o de una fotografía en un periódico, en una revista, y si le veo una cualidad o algo que me llama la atención la capturo y la mantengo como archivo. A veces las imágenes lo escogen a uno. Hay una atracción mutua.
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¿De dónde salió el nombre de “Ensambles surrealistas”?
Ensambles, que ha sido muy trajinado en el arte, es porque un fotomontaje es eso, un ensamble de diferentes piezas que pasan por mi cabeza o que uno va encontrando, en la medida en que uno empieza a contrastar las realidades o no realidades que hay ahí. En cuanto al surrealismo, creo que esa es la denominación que predomina. Ese lenguaje, que siempre me ha gustado mucho, es protagonista.
¿Cuáles son sus referentes de ese movimiento?
Hay una cantidad. Duchamp, por ejemplo, y Max Ernst me gusta mucho. Picasso pasó por el surrealismo, Dalí ni se diga.
¿Qué elementos debe tener una imagen u objeto para que decida fotografiarlo?
Hay un encantamiento, hay como una cosa muy rápida que sucede, y creo que es como un efecto espejo. Hay veces como que uno se refleja con esa realidad y, diría, que ese momento, que tiende a ser fugaz, se establece una relación muy interesante de dos vías. Esto lo llama a uno, lo seduce y uno se deja seducir del momento, pero es difícil.
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¿Cuándo sabe que una obra ya está terminada?
Es difícil, eso me lo dice la obra. Creo que el mejor termómetro es la emoción que uno siente. Hay un grado de emoción y como que hay algo tácito entre lo que estoy haciendo, la obra me dice: “Ya estoy lista”. Es un momento con cierta emoción indescriptible. Aquí hay mucho de recuerdos, del pasado, un bagaje de un camino que se ha hecho con las experiencias de vida. Para mí esto ha sido como una liberación de muchas cosas internas.
¿Cuántas obras hay en la muestra “Ensambles surrealistas”?
Hay 28 obras, en tres formatos, como las camisas: small, medium y large.
¿Cuánto tiempo de su carrera artística abarcan las obras que se exhiben?
Este proyecto abarca alrededor de cinco años, pero se hizo más porque hay un libro que tiene 110 imágenes, que fueron filtradas de 150 trabajos. De esa selección se derivaron 28 para la exposición. La técnica que utilicé fueron fotomontajes, pero lo he denominado de diferentes maneras. Pienso que tiene un sustrato muy surrealista, pero hay de todo. Por ejemplo, una de ellas podría ser pop art y otra tiene elementos del cubismo, por sus formas geométricas. En general, es como un mestizaje de momentos que ya no se repiten y en conjunto están quedando plasmados en las definiciones que tengo acá.
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Usted trabaja fotomontajes, ¿cómo crea sus obras?
La materia prima de esto es la fotografía, aunque sostengo que al final el producto no es fotografía. Porque así los mecanismos sean ortodoxos o sean imágenes capturadas a través de una cámara, no estamos hablando de fotografía clásica, de un recuadro, sino que quise moverme a otros planos, sensaciones y dimensiones. A veces digo que eso es como una liberación de muchos sentimientos. Originalmente soy fotógrafo y mi trayectoria empieza en la fotografía publicitaria editorial. De hecho, el espacio donde está exhibida la muestra fue un estudio, donde trabajé 25 años. Luego me fui y lo arrendé como oficina, ahora lo van a demoler en unos meses, y cuando el inquilino me entregó el espacio decidí hacer la exposición para despedir este espacio en el que pasé muchos años trabajando.
¿Cómo fue pasar de la publicidad al arte?
Cuando trabajaba en publicidad hacía mi fotografía en paralelo al trabajo, pero lo principal en este caso era la publicidad y, de forma alterna, salía, callejeaba, viajaba y fui haciendo un archivo. Parte de ese material está hoy contenido entre estas imágenes. Dejé de trabajar en publicidad hace siete u ocho años, porque si seguía ahí habría sido imposible hacer esto. Requiere que uno esté tranquilo, con una gran disposición a revelarse a uno mismo, a desafiarse, a entrar en una búsqueda más franca y amplia. La fotografía es otro género muy diferente, esto tiene unos contenidos mezclados, es un mestizaje de diferentes momentos y circunstancias. Por ejemplo, me encanta usar el grafiti de las ciudades y mezclarlo con otros incidentes que veo por el camino.
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¿Cómo es su proceso creativo?
Al momento de tomar decisiones escojo una de estas imágenes y después con qué la voy a acompañar o si le hace falta algo. Es muy difícil de explicar, porque a veces medio dormido o medio despierto se me ocurren las cosas o las termino o las empiezo, y en un papel escribo esa idea para que no se me olvide. Tiene mucho de onírico, en todo sentido. Las 12 o 16 horas que uno está despierto hay un idealismo que circula. Muchas veces puedo estar despierto y ver en una esquina, con la onda onírica presente, una circunstancia o una gráfica. Si sé capturar ese momento y guardarlo, empiezo a hacer conexiones con otros momentos que ya están hechos. Apenas llego al estudio y abro el computador empiezo a buscar los archivos para hacer las conexiones.
¿El archivo del que habla contiene exclusivamente fotos que ha tomado o lo nutre con elementos de otros lados?
Las fotos salen de otros lados también, del mass media, por ejemplo. A veces me apropio de cosas así o de una fotografía en un periódico, en una revista, y si le veo una cualidad o algo que me llama la atención la capturo y la mantengo como archivo. A veces las imágenes lo escogen a uno. Hay una atracción mutua.
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¿De dónde salió el nombre de “Ensambles surrealistas”?
Ensambles, que ha sido muy trajinado en el arte, es porque un fotomontaje es eso, un ensamble de diferentes piezas que pasan por mi cabeza o que uno va encontrando, en la medida en que uno empieza a contrastar las realidades o no realidades que hay ahí. En cuanto al surrealismo, creo que esa es la denominación que predomina. Ese lenguaje, que siempre me ha gustado mucho, es protagonista.
¿Cuáles son sus referentes de ese movimiento?
Hay una cantidad. Duchamp, por ejemplo, y Max Ernst me gusta mucho. Picasso pasó por el surrealismo, Dalí ni se diga.
¿Qué elementos debe tener una imagen u objeto para que decida fotografiarlo?
Hay un encantamiento, hay como una cosa muy rápida que sucede, y creo que es como un efecto espejo. Hay veces como que uno se refleja con esa realidad y, diría, que ese momento, que tiende a ser fugaz, se establece una relación muy interesante de dos vías. Esto lo llama a uno, lo seduce y uno se deja seducir del momento, pero es difícil.
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¿Cuándo sabe que una obra ya está terminada?
Es difícil, eso me lo dice la obra. Creo que el mejor termómetro es la emoción que uno siente. Hay un grado de emoción y como que hay algo tácito entre lo que estoy haciendo, la obra me dice: “Ya estoy lista”. Es un momento con cierta emoción indescriptible. Aquí hay mucho de recuerdos, del pasado, un bagaje de un camino que se ha hecho con las experiencias de vida. Para mí esto ha sido como una liberación de muchas cosas internas.