Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
¿Qué es para usted la música sacra?
La música sacra es una expresión cultural. Cada comunidad tiene algo muy particular y especial que muestra la espiritualidad y la cultura que genera; es bellísimo. Y, particularmente, en el Pacífico, es algo muy valioso y atractivo. Poder admirar las canciones con las que las mujeres acompañan los coros se me hace algo único, que vale la pena que los demás conozcamos.
Le sugerimos leer: “El teatro posibilita una nueva concepción del país”: Johan Velandia.
Por eso, este festival de música sacra que, además de estar en el Pacífico, estuvo en la Sierra Nevada, Guaviare, Caquetá y Florencia, es algo que merece ser mostrado al mundo, pero que también nos lleva a reconocernos como una sociedad que tiene una cultura muy especial y atractiva para nosotros.
¿Usted escucha música sacra en su vida cotidiana? ¿Hay algún género o canción que lo lleve a un momento de reflexión y contemplación?
Yo siento que toda la música me lleva a eso y, desde luego, la música sacra también cumple su papel. Los violines del Cauca, la marimba, el arpa de Arauca y las flautas de los indígenas son bellísimos. Yo tengo una capacidad de admirar grandísima y con todo me sorprendo. Voy a un pueblo y me asombro con la casa que está en la plaza, pero también admiro el río, la música, la danza, las personas... Eso me entrega un salario emocional enorme, porque me emocionan todos esos contextos y cuanto más conozco Colombia, más grande es ese sentimiento.
¿Cómo se traduce esa capacidad de admiración en su labor diaria?
Yo soy hincha de trabajar en las regiones y con las comunidades. Creo que para poder decidir temas de política pública se tiene que conocer el territorio, hablar con la gente, empaparse y vivirlo. Y eso, a veces, hace falta, porque uno desde Bogotá, en un escritorio, tiene percepciones y prejuicios que generalmente no coinciden con la realidad. Por decir, el prejuicio de que este es un país violento o de que somos una sociedad que tiene algunos conflictos tan graves que no podemos encontrarnos y abrazarnos, pero cuando uno va a los territorios se da cuenta de que no es así.
Hablemos de la relación de la cultura y el turismo…
Una relación directa, completamente. La cultura es algo que tenemos que mostrar, algo que está en todas nuestras comunidades. Lo que buscamos justamente con “el país de la belleza” es que esa cultura pueda ser disfrutada por muchas personas y sirva además para que se reconozcan como seres muy importantes a través de sus tradiciones, que no es tan fácil. En las regiones uno siente como que a la gente le parece todo muy normal: sus bailes o sus cantos.
¿A qué se refiere cuando habla del “país de la belleza”?
A todas las bellezas. La belleza estética, la belleza de las personas: su forma de ser, de cómo te reciben, de la generosidad que tienen, de lo que te brindan, desde el saludo o el abrazo hasta la comida y la bebida. Esa es toda la belleza que podemos tener unida a la del entorno, que muchas veces ni siquiera reconocemos. Estamos acostumbrados a vivir en ella, pero es algo que tiene un valor muy grande.
Le recomendamos: “La magia de la fotografía es que congela el tiempo”: Roberto Lombana.
¿Y cómo se le habla a un país sobre su belleza?
Ese es el trabajo que estamos haciendo. A través de eventos, festivales de sonidos, sabores y saberes; mostramos la belleza que está en la cultura.
Fontur ha nombrado a Tumaco y otros lugares “territorios de paz”. ¿Qué es la paz para usted?
La paz es el estado que nos merecemos todos; la paz del alma y la de la convivencia que nace en casa, que yo siento que todos la tenemos, pero a veces la cotidianidad y el ambiente nos la complican un poco.
¿Cómo contribuye a esa paz desde su labor?
La idea que tenemos es que el turismo sea un elemento de paz, que le cambie la vida a la que gente y les demuestre a todos los violentos y no violentos que si todos estuviéramos en paz podríamos tener mucha prosperidad y felicidad, lo cual, para mí, es lo más importante.
Además de la paz, ¿tiene otro objetivo en su cargo?
El objetivo más importante es que haya bienestar en las regiones, y el turismo es un vehículo para que estas progresen. Pero también el turismo nos ayuda a reconocer lo importante que es estar en este sitio en donde nacimos, vivimos y trabajamos. Muchas veces hace falta que venga un tercero y nos diga: “Oiga, usted vive en el paraíso”. Uno se cree el cuento, hasta cuando una persona lo pone a comparar lo que se tiene alrededor con respecto a lo que ese sujeto conoce. Desde luego, reconociendo las carencias que nos toca superar.
¿Y cuál es su objetivo personal?
Yo soy burócrata público desde hace mucho tiempo. Soy tecnócrata. Trabajaba con Planeación Nacional y lo que estaba haciendo era hacer políticas públicas. Ahora, las estoy ejecutando, y eso me hace muy feliz, porque siento que estar al frente ejecutándolas y en contacto con la gente es algo muy valioso.
Podría interesarle: “La comedia es la parte técnica del humor”: Frank Martínez.
Si le interesan los temas culturales y quiere opinar sobre nuestro contenido y recibir más información, escríbanos al correo de la editora Laura Camila Arévalo Domínguez (larevalo@elespectador.com) o al de Andrés Osorio (aosorio@elespectador.com).