Abdulrazak Gurnah, Juan Gabriel Vásquez y los legados narrativos del colonialismo
En el marco del Hay Festival, el escritor colombiano y el Nobel de literatura 2021 hablaron sobre el legado narrativo del colonialismo y los dilemas que nacen de las culturas narrativas.
“Con el tiempo, sin embargo, quedó claro que estaba ocurriendo algo profundamente inquietante. Se estaba construyendo una historia nueva y más simple, que transformaba e incluso anulaba lo que había sucedido, reestructurándolo para adaptarlo a las realidades del momento. Esta historia nueva y más sencilla no sólo era obra inevitable de los vencedores, que siempre tienen libertad para construir una narrativa a su gusto, sino que también convenía a comentaristas y eruditos e incluso a escritores que no tenían un interés real en nosotros, o que nos veían a través de un marco que concordaba con su visión del mundo, y que necesitaban una narrativa familiar de emancipación racial y progreso”, aseguró Abdulrazak Gurnah en el discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura 2021.
Sus reflexiones sobre los legados narrativos de los vencedores han sido insumo de su obra y, por ende, el tema también llegó a la conversación que sostuvo el pasado 28 de enero con el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez, en el marco del Hay Festival. “Una de mis páginas favoritas de la novela A orillas del mar fue en la que uno de los narradores reflexiona sobre el legado narrativo del colonialismo, el hecho de que una de las consecuencias del colonialismo es la imposición de una historia de los colonizados, que viene de la mano de argumentos, un sistema de poder que estructura la narrativa y la impone. ¿Cree que la novela recupera la posibilidad de recuperar nuestra propia historia?”, le preguntó Vásquez al escritor tanzano, que reside en Inglaterra. “Sí, especialmente cuando hay una narrativa preexistente poderosa. Podría ser con un tema de raza o etnicidad. Es muy importante que podamos resistirnos a estas narrativas que, en general, distorsionan para unos fines específicos, que casi siempre tienen que ver con el poder. Para mí, el propósito de escribir es que la literatura se rebele a estas narrativas que tienen poder”, respondió Gurnah, quien hizo referencia a El hombre rebelde, de Albert Camus. “La literatura es rebelde, dice ‘esta no es mi historia, me la están imponiendo’”.
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En la charla, Vásquez hizo referencia a Toni Morrison, la estadounidense que se hizo acreedora del Premio Nobel de Literatura en 1993. En la experiencia de escribir Beloved, inspirada en la historia de una esclava afroamericana, ella aseguraba que no podía echar mano de la tradición de los novelistas estadounidenses, de autores como William Faulker o F. Scott Fitzgerald, para escribir su propia historia. Es decir, narrar la historia de una raza con los instrumentos construidos por escritores blancos. Le preguntó a Gurnah si él había sentido esa contradicción. “Toni morrison escribe como una afroamericana, contrastando estas culturas narrativas. Yo provengo de otro momento, nací en una cultura musulmana, hablaba suajili como idioma principal y las narrativas cimentadas de mi niñez fueron muy distintas de las tradiciones del islam, así que para mí fue un legado dinámico. Si se quiere, un regalo, algo a lo que yo podría impregnar de mi escritura. En ningún punto pensé ‘debo o no escribir como Hemingway’. Siento que estaba escribiendo desde una posición familiarizada con estos temas, con personas que provenían del mismo contexto”, aseguró el entrevistado.
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Los dos escritores hablaron de lo que significa escribir sobre el pasado, con motivo del libro Paraíso. “Las narrativas históricas deben hablar en un cierto idioma de desapego, apoyado en referencias, material de archivo, y además, deben demostrar que uno sabe algo más, añadir algo a lo que todo el mundo sabe”. Como ejemplo brillante de esto es Un día en la vida de Iván Denísovich, que habla sobre un gulag en Siberia. “Cuando uno lee ese libro, uno vive ese día y queda un sentido muy profundo del horror de haber estado en esa situación. De eso se trata, de vivir como un personaje que habita en el pasado, porque tenemos el privilegio de no haberlo vivido en carne propia”. Gurnah invitó a la audiencia a leer el mencionado libro y reflexionó sobre cómo los escritores pueden valerse de este tipo de ejemplos para inspirarse y construir relatos con las mismas herramientas.
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“Con el tiempo, sin embargo, quedó claro que estaba ocurriendo algo profundamente inquietante. Se estaba construyendo una historia nueva y más simple, que transformaba e incluso anulaba lo que había sucedido, reestructurándolo para adaptarlo a las realidades del momento. Esta historia nueva y más sencilla no sólo era obra inevitable de los vencedores, que siempre tienen libertad para construir una narrativa a su gusto, sino que también convenía a comentaristas y eruditos e incluso a escritores que no tenían un interés real en nosotros, o que nos veían a través de un marco que concordaba con su visión del mundo, y que necesitaban una narrativa familiar de emancipación racial y progreso”, aseguró Abdulrazak Gurnah en el discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura 2021.
Sus reflexiones sobre los legados narrativos de los vencedores han sido insumo de su obra y, por ende, el tema también llegó a la conversación que sostuvo el pasado 28 de enero con el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez, en el marco del Hay Festival. “Una de mis páginas favoritas de la novela A orillas del mar fue en la que uno de los narradores reflexiona sobre el legado narrativo del colonialismo, el hecho de que una de las consecuencias del colonialismo es la imposición de una historia de los colonizados, que viene de la mano de argumentos, un sistema de poder que estructura la narrativa y la impone. ¿Cree que la novela recupera la posibilidad de recuperar nuestra propia historia?”, le preguntó Vásquez al escritor tanzano, que reside en Inglaterra. “Sí, especialmente cuando hay una narrativa preexistente poderosa. Podría ser con un tema de raza o etnicidad. Es muy importante que podamos resistirnos a estas narrativas que, en general, distorsionan para unos fines específicos, que casi siempre tienen que ver con el poder. Para mí, el propósito de escribir es que la literatura se rebele a estas narrativas que tienen poder”, respondió Gurnah, quien hizo referencia a El hombre rebelde, de Albert Camus. “La literatura es rebelde, dice ‘esta no es mi historia, me la están imponiendo’”.
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Los dos escritores hablaron de lo que significa escribir sobre el pasado, con motivo del libro Paraíso. “Las narrativas históricas deben hablar en un cierto idioma de desapego, apoyado en referencias, material de archivo, y además, deben demostrar que uno sabe algo más, añadir algo a lo que todo el mundo sabe”. Como ejemplo brillante de esto es Un día en la vida de Iván Denísovich, que habla sobre un gulag en Siberia. “Cuando uno lee ese libro, uno vive ese día y queda un sentido muy profundo del horror de haber estado en esa situación. De eso se trata, de vivir como un personaje que habita en el pasado, porque tenemos el privilegio de no haberlo vivido en carne propia”. Gurnah invitó a la audiencia a leer el mencionado libro y reflexionó sobre cómo los escritores pueden valerse de este tipo de ejemplos para inspirarse y construir relatos con las mismas herramientas.
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