Adolfo Pérez Esquivel, el Nobel de la Paz que también es artista
El argentino, que fue prisionero en la dictadura militar, lleva también más de 70 años desarrollando su obra artística.
Con una intensa militancia en la defensa de los derechos humanos, que le valió el Nobel en 1980, luego de haber sido prisionero y torturado de la dictadura militar argentina (1976-83), Pérez Esquivel tiene como faceta menos conocida la de arquitecto y artista plástico, estudios que realizó en la Universidad de La Plata y en la Escuela Nacional de Bellas Artes.
Su obra, que empezó desde 1950, incluye pinturas al óleo, dibujos en tinta, esculturas en madera y en bronce. Entre su trabajo se encuentra una serie de dibujos del barrio porteño de La Boca, retratos de su esposa Amanda y de su hijo Ernesto, dibujos del bombardeo a un refugio en Irak en 2001 y de un viaje a Hiroshima. “Irak, Hiroshima, fueron escenarios en los que participé. No me lo contaron, estuve allí. El arte genera memoria. Nosotros pasamos y el arte queda”, aseveró el artista sobre las imágenes bélicas.
Si le interesa seguir leyendo sobre El Magazín Cultural, puede ingresar aquí 🎭🎨🎻📚📖
Pero su trabajo artístico tiene también un fuerte componente político. “Para mí el arte no se diferencia de la vida, es lo mismo. Es la forma de decir algo que uno tiene adentro y lo quiere transmitir”, dijo Pérez Esquivel. “Esa obra va ir a los cartoneros. Lo saben y la están esperando”, señaló haciendo referencia a . “A mí nadie me enseñó la pobreza, sino que yo fui uno de los pobres”, haciendo referencia a un cuadro en acrílico de “La virgen de los cartoneros”, como se llama en Argentina a los recicladores callejeros, y que se expone en este momento cerca de Buenos Aires.
Le recomendamos: Jean-Michel Basquiat, la sed de éxito y la pintura furiosa
Nacido en 1931 en la capital de Argentina, Pérez Esquivel quedó huérfano de madre muy pequeño y al cuidado de monjas en un internado y también de su abuela materna, de origen indígena guaraní. Hoy, a sus 90 años, sigue pintando. En estos momentos recrea “La última cena” en un cuadro que aún está en elaboración y en el que incluirá junto a los doce apóstoles a la virgen María y a María Magdalena. Con una profunda creencia religiosa, Pérez Esquivel estuvo muy cerca de la Teología de la Liberación y militó con movimientos cristianos de base en la no violencia. En sus pinturas tienen lugar destacado las principales figuras de esa corriente, como el brasileño Helder Cámara o monseñor Arnulfo Romero, de El Salvador.
“Pasé por las torturas, los vuelos de la muerte, pero nunca me puse en una posición de angustia existencial. Fue por la espiritualidad. Es lo que me salva y me salvó de ver el horror, de ver la muerte”, señaló este hombre de hablar pausado que apenas se ayuda con un bastón. “La muerte y la vida son la misma cosa. No hay una sin otra”, afirmó.
Con una intensa militancia en la defensa de los derechos humanos, que le valió el Nobel en 1980, luego de haber sido prisionero y torturado de la dictadura militar argentina (1976-83), Pérez Esquivel tiene como faceta menos conocida la de arquitecto y artista plástico, estudios que realizó en la Universidad de La Plata y en la Escuela Nacional de Bellas Artes.
Su obra, que empezó desde 1950, incluye pinturas al óleo, dibujos en tinta, esculturas en madera y en bronce. Entre su trabajo se encuentra una serie de dibujos del barrio porteño de La Boca, retratos de su esposa Amanda y de su hijo Ernesto, dibujos del bombardeo a un refugio en Irak en 2001 y de un viaje a Hiroshima. “Irak, Hiroshima, fueron escenarios en los que participé. No me lo contaron, estuve allí. El arte genera memoria. Nosotros pasamos y el arte queda”, aseveró el artista sobre las imágenes bélicas.
Si le interesa seguir leyendo sobre El Magazín Cultural, puede ingresar aquí 🎭🎨🎻📚📖
Pero su trabajo artístico tiene también un fuerte componente político. “Para mí el arte no se diferencia de la vida, es lo mismo. Es la forma de decir algo que uno tiene adentro y lo quiere transmitir”, dijo Pérez Esquivel. “Esa obra va ir a los cartoneros. Lo saben y la están esperando”, señaló haciendo referencia a . “A mí nadie me enseñó la pobreza, sino que yo fui uno de los pobres”, haciendo referencia a un cuadro en acrílico de “La virgen de los cartoneros”, como se llama en Argentina a los recicladores callejeros, y que se expone en este momento cerca de Buenos Aires.
Le recomendamos: Jean-Michel Basquiat, la sed de éxito y la pintura furiosa
Nacido en 1931 en la capital de Argentina, Pérez Esquivel quedó huérfano de madre muy pequeño y al cuidado de monjas en un internado y también de su abuela materna, de origen indígena guaraní. Hoy, a sus 90 años, sigue pintando. En estos momentos recrea “La última cena” en un cuadro que aún está en elaboración y en el que incluirá junto a los doce apóstoles a la virgen María y a María Magdalena. Con una profunda creencia religiosa, Pérez Esquivel estuvo muy cerca de la Teología de la Liberación y militó con movimientos cristianos de base en la no violencia. En sus pinturas tienen lugar destacado las principales figuras de esa corriente, como el brasileño Helder Cámara o monseñor Arnulfo Romero, de El Salvador.
“Pasé por las torturas, los vuelos de la muerte, pero nunca me puse en una posición de angustia existencial. Fue por la espiritualidad. Es lo que me salva y me salvó de ver el horror, de ver la muerte”, señaló este hombre de hablar pausado que apenas se ayuda con un bastón. “La muerte y la vida son la misma cosa. No hay una sin otra”, afirmó.