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Esta es la tercera edición, ¿en qué consiste la Cumbre? ¿Cómo nació?
Nació en 2021. En Proyecto Desconfío, la organización que coordino, entendimos que faltaba un momento en el año donde todos los que trabajábamos en desinformación nos encontráramos a compartir cómo nos estaba yendo, qué habíamos aprendido y qué podíamos mejorar.
¿Por qué identificaron en la desinformación un problema para atender en una cumbre? Es decir, cuáles son las consecuencias urgentes en las que se enfocarán para mitigar su impacto…
En particular, todos los años la cumbre va modificando sus tópicos porque la desinformación va mutando. Este año estamos enfocados en varios ejes, pero por supuesto que uno de los principales será la desinformación electoral. Esto es algo que afecta a muchos países de la región en América Latina y será importante en la cumbre de este año. Habrá espacio para el uso de la inteligencia artificial y la diseminación de desinformación, así que hablaremos sobre lo que se puede hacer frente a este tipo de engaños producidos con esta tecnología, con algunas iniciativas globales que están trabajando en el tema. También nos interesa mucho lo que llamamos media literacy o alfabetización mediática informacional, que es llevar las formas de detectar desinformación a toda la ciudadanía y, en particular, articular con el sistema educativo. Nos interesa mejorar las estrategias para difundir información confiable, verificada y que los medios de comunicación tengan una estrategia mucho más agresiva con relación a sus audiencias para hacerles saber que su información es mucho más rigurosa que la de otros actores del ecosistema digital.
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¿Cuáles son las principales víctimas de la desinformación?
La desinformación no mide edades, géneros o niveles educativos. Tiene una estrategia pensada y diseñada para cada segmento y eso es lo que la hace tan peligrosa. La verdad es que no podríamos identificar solamente algunos actores que caen en los engaños porque sería minimizar el tamaño de las campañas: lo que hace muy bien la desinformación, y lo que hemos aprendido en estos años, es que el impacto es de nivel emocional, más que racional, y que cuando nos toca alguna fibra sensible nos moviliza por el miedo, el entusiasmo, la coincidencia o la divergencia, a tomar una información que refuerza alguna idea previa que tenemos. Hay que trabajar mucho en este campo y hacer un esfuerzo conjunto para que medios de comunicación y medios educativos trabajen en alianza. Está demostrado que esta es la mejor forma, el mejor antídoto para poner un poco de freno a la desinformación.
Habrá un panel llamado “Alfabetizar a las audiencias en tiempos de Tik Tok”: cada vez es más difícil hacer periodismo de análisis o largo aliento debido a la rapidez y ligereza con la que las personas creen informarse en este tipo de plataformas, ¿o usted qué piensa?
Claro, entendemos lo que señalas, el periodismo en profundidad o de largo aliento va perdiendo terreno frente a la dinámica mucho más instantánea de las redes sociales. TikTok es un ejemplo de eso. Mucha gente se ha volcado a este tipo de plataformas, pero también entendemos que hay un espacio que los medios pueden cubrir y que nos interesa de alguna manera reforzar y fortalecer con casos de éxito, donde su nexo con las audiencias hace que esa relación sea mucho más perdurable y confiable que en estas plataformas donde cualquiera publica contenido.
Podría interesarle consultar la página principal de la Cumbre Global de desinformación: https://cumbredesinformacion.com/
Dicen que recuperar la confianza en la era de la desinformación es uno de los mayores desafíos que enfrentan medios y periodistas, pero ¿por qué la perdimos?
No tengo duda: el principal desafío de todo el ecosistema digital es recuperar la confianza en los medios de comunicación, que son los actores centrales que pueden intermediar entre la información de lo que acontece y las audiencias, que necesitan contexto para poder entender los problemas y tomar sus propias decisiones. Los motivos que llevan a la pérdida de la confianza, de la credibilidad, tienen mucho que ver con la dinámica digital. Creo que muchos medios han priorizado durante algunos años lo que nosotros llamamos la dictadura del clic, contenidos que generen un poco de tráfico para que eso mantenga los negocios digitales y ahí se ha ido perdiendo parte de la confianza: esos contenidos no siempre han sido profundos. Creo que el periodismo tiene que retornar a su raíz. Tristemente, el Digital News Report vuelve a dar malas noticias este año y muestra que la confianza de los medios volvió a caer en relación con el año pasado.
Ahora que menciona el tráfico y los clics, hablemos de que estos sean, en este momento, una prioridad para los medios, ¿esto repercute en nuestra credibilidad?
Sí, los medios han trabajado a la medida de Google. Se han vuelto expertos en escribir para Google y no para sus audiencias. Por supuesto que hay que tener una dosis de cada cosa. No podríamos desatender el SEO o las recomendaciones que nos permiten mayor grado de visibilidad, pero también es cierto que se está dando una batalla interesante. Creo que recomponer los lazos con las audiencias no tiene que significar resignarse a escribir a la medida de las grandes plataformas digitales, cuyo negocio es totalmente distinto. Hay que dar una pelea y una discusión, es un tema muy controversial y álgido, pero no desearía que los medios terminen de adaptarse a Google, sino muy por el contrario, que den la pelea para que su misión no termine siendo la de los estándares de los gigantes digitales.
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En tiempos de Inteligencia Artificial, pero sobre todo, de miedo a la IA, el reto sobre la información verificada, se intensificó, ¿la perciben como una amenaza o una oportunidad para reducir el impacto negativo de la desinformación?
Lo que nos interesa mostrar en esta edición de la cumbre, y por eso hemos convocado a distintas iniciativas que trabajan en el tema, es que el riesgo y la facilidad con que la desinformación puede echar mano de herramientas de Inteligencia Artificial, hace que el problema se agrave o se complique en el corto plazo, pero junto con las herramientas para crear contenido falso, también se están desarrollando plataformas para la detección precoz de contenidos generados por la IA. Es una carrera que va casi en simultáneo. Hay que entender que el periodismo, por la celeridad con la que hay que trabajar y la carga de trabajo que tienen los periodistas, puede aprovechar la inteligencia artificial para que haga las tareas rutinarias y que, ahora sí, los redactores puedan dedicar el tiempo a lo que realmente puede aportar, que es dar contexto, ayudar a interpretar el sentido de los hechos, aportar valor en la información que van generando, aportar miradas interesantes sobre los temas de la actualidad y dejar que parte del trabajo automatizado, que es completar la 5W, contar o narrar hechos que acontecen a diario, lo puedan hacer de la mano de herramientas de inteligencia artificial. Queremos mostrar que esa es la tendencia, que eso es lo que está pasando y que eso es, en ese sentido, es una oportunidad para el periodismo más que una amenaza.