“El patrimonio es un instrumento político que permite debatir sobre quiénes somos”
Adriana Molano Arenas, viceministra de las Culturas, las Artes y los Saberes, habló para El Espectador sobre su gestión durante sus 247 días en el cargo y los proyectos que se lideran desde su cartera.
Samuel Sosa Velandia
El 23 de octubre de 2023, Adriana Molano Arenas fue nombrada viceministra de las Culturas, las Artes y los Saberes, cargo que ocupó inicialmente de manera temporal pero que, tras la llegada de Juan David Correa a la cartera, se posesionó oficialmente.
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El 23 de octubre de 2023, Adriana Molano Arenas fue nombrada viceministra de las Culturas, las Artes y los Saberes, cargo que ocupó inicialmente de manera temporal pero que, tras la llegada de Juan David Correa a la cartera, se posesionó oficialmente.
A su llegada, la antropóloga, egresada de la Universidad de los Andes, ha liderado diferentes proyectos que se han convertido en las principales banderas del ministerio: el patrimonio, el fomento de la actividad regional, la preservación y fomentación de las lenguas maternas y las reformas a las políticas culturales del país, entre ellas, la Ley General de Cultural, que desde su sanción en el 97, no había sido sometida a un estudio.
Molano habló para El Espectador y se refirió sobre estos temas, sobre su gestión durante estos 247 días en el cargo y su visión de la relación que se ha tejido entre el Estado y la cultura, desde que Colombia es concebida como una república.
Uno de los principales esfuerzos del actual ministerio ha sido lo relacionado con el patrimonio, en especial, la recuperación e intervención sobre espacios importantes para la memoria e historia del país, como el Galeón San José y el Hospital San Juan de Dios. ¿De dónde nace esa motivación? ¿Por qué volcar la mirada hacia un asunto que ha sido ignorado por el Estado históricamente?
El patrimonio está íntimamente relacionado con nuestra historia, nuestro futuro y con la malgastada palabra de la identidad y, justamente, lo que queremos desde el ministerio en el Gobierno del Cambio es debatir y propiciar esa conversación sobre nuestra historia y el relato nacional, del que hay diferentes perspectivas. Algunos piensan que no ha habido un relato de nación, otros que ha existido uno hegemónico y demás que consideran que ha sido fragmentado por la guerra y la violencia. Y entonces, es desde el patrimonio en donde construimos relaciones con los entornos y lo material, lo cual nos permitirá instaurar ese debate sobre lo que somos y hacia dónde vamos, con las diferentes voces que existen. Además, el patrimonio es un instrumento político para la gente, especialmente de las comunidades, para reconocerse.
Cuando trabajamos sobre el Galeón o el San Juan, lo que estamos trabajando es con historias y herramientas políticas que nos importan a toda la sociedad, pero también cuando laboramos en el río Pirá Paraná en el Vaupés o con los wayúu en La Guajira, estamos trabajando con patrimonios locales, que pertenecen a voces no escuchadas o que han sido excluidas de nuestro relato. Eso es lo que estamos trabajando en este gobierno y por lo que el patrimonio toma importancia.
Hablemos propiamente del trabajo que se está desarrollando en el Hospital San Juan de Dios.
El complejo Universitario San Juan de Dios es uno de lo más importantes de la ciudad y del país en términos arquitectónicos, pero además es un proyecto de patrimonio nacional en el sentido de la salud pública. Este es uno de los proyectos más importantes del presidente Gustavo Petro, porque allí se encarna también la lucha por este derecho. Es un conjunto de edificios de cerca de cien años, en los que se han dado diferentes historias y disputas. Este dejó de operar, porque hubo una intención, desde una visión neoliberal, de acabar con él y volverlo un hospital universitario.
Hoy queremos hacer una recuperación en tres sentidos: el patrimonial, el arquitectónico y el de dignificar la lucha por la salud pública y también de la educación, porque va a ser un complejo universitario y un museo abierto a todos. Con ello, esperamos dignificar a los trabajadores y las trabajadoras que han estado marginados.
En materia de derechos también están las reformas a la Ley General de Cultura, que ya cumple 27 años, por lo que desde el ministerio buscan fortalecerla, más que modificarla. Para ello han organizado los “Encuentros regionales”, que se han desarrollado en diferentes zonas del país con artistas y gestores. A partir de esas conversaciones, ¿qué plantea esta ley que se va a presentar el próximo 20 de julio en el Congreso?
Nosotros queremos hacer una actualización de la ley, que como señala, no se va a derogar, sino que se va a fortalecer e integrar. Principalmente, buscamos la dignificación del servicio y el sector. Todos sabemos que a la mayoría de las personas les gustaría ser artistas o gestores, pero las condiciones económicas son complejas, además de que se ha marginado la función social y política del arte y las culturas. Por tanto, lo que queremos es transformar eso, con incentivos tributarios y accesos financieros.
Por otro lado, uno de los cambios, que a mí me parece fundamental, es incorporar la gobernanza cultural y que se convierta en una ley de base comunitaria, por lo cual estamos incluyendo las economías populares y alternativas solidarias. Para lograr eso, durante dos meses hemos realizado 20 encuentros regionales en diferentes ciudades, a los que se convocaron también a los municipios. Las discusiones han sido sobre una base que hicimos desde acá con el consultor Gonzalo Castellanos, que nos ha permitido traer esas voces excluidas y de diferentes sectores como del patrimonio, del cine y las artes plásticas.
La idea es presentar una ley robusta y participativa, que no ha sido hecha desde el escritorio y que evidencia el cambio de lo cultural. Esto no ha significado tumbar las cosas existentes, sino que en la legislación cultural ha habido un ejercicio juicioso de ir sumando.
A lo largo de estos dos meses, ¿qué se ha encontrado en el entramado cultural?
Hay diferentes apuestas y necesidades. Una de ellas, la de mejorar el sistema de gobernanza, que si bien Colombia se ha caracterizado en términos de legislación, fue algo que se pensó hace muchos años y, hoy en día, estamos abordando todo de una manera distinta y la gente quiere ser partícipe de las decisiones y la construcción de las políticas públicas. Asimismo, se exigen cambios en lo económico y en cómo lograr plantear unas condiciones diferentes para la gente y que puedan dedicarse a los suyo y en sus territorios, sin tener que irse de allí. Y, por supuesto, hay un interés por la cultura de la paz, que se construye desde las memorias y la manera en que nos vemos y nos contamos. Mucho de lo que se plantea tiene que ver con la intersectorialidad, pues la cultura antes se veía como un espacio de entretenimiento, sin entender la función que hay en él, y eso es algo que se está pidiendo: ampliar la noción de cultura. La gente pide salud y educación, pero a través de la cultura, es decir, desde su forma de ser y vivir en colectividad.
¿En ese sentido es que surge el enfoque de lo biocultural, que se presentó en el Plan Nacional de Cultural y que ha sido el paradigma desde el cual el ministerio ha abordado sus demás proyectos políticos?
Lo biocultural es un tema que está en debate desde hace unos 30 años en las Ciencias Sociales, pero lo más interesante es que las comunidades tradicionales lo han vivido así desde siempre. O sea, para ellos no hay diferencia entre lo cultural y lo natural. La manera en como viven la naturaleza y la conservan hacen parte de sus prácticas culturales. Quienes no lo habíamos entendido era la sociedad mayor y sus políticas públicas. Entonces, esta es una de las seis grandes apuestas del ministro, Juan David Correa: los territorios bioculturales. Si usted mira el mapa de Colombia, lo podrá ver no con una división administrativa, sino con una división biocultural. Todo el río Magdalena es un territorio, que tiene unas prácticas culturales y necesidades similares a la Amazonía, el Pacífico, los Andes y la Guajira. Por ello, desde las bibliotecas, las casas de la cultura y los museos esperamos hacer proceso de conversación sobre el territorio y cómo lo habitamos, lo cual nos permitirá hablar y reflexionar sobre otros temas como el cambio climático, el conflicto armado, la minería y los megaproyectos.
Respecto al trabajo con las comunidades y sus prácticas, usted ha liderado gran parte de los procesos encaminados a la preservación de las lenguas maternas. Hace poco, en representación del Gobierno Nacional, asumió la presidencia del Instituto Iberoamericano de Lenguas Indígenas, que estaba en manos de Bolivia. ¿Cuáles serán los proyectos que se van a liderar desde esta organización?
Las lenguas son uno de los patrimonios de este país. Somos uno de los países con mayor diversidad de lenguas maternas; incluso, tenemos el mismo número que México, que es un país más grande; y como colombianos no hemos dimensionado lo que tenemos acá y que las lenguas son una columna vertebral de los sistemas culturales, cuando se pierde una, un pueblo indígena o afro queda en una situación de vulnerabilidad, porque desaparece un entramado de códigos que los identifican. Sin embargo, en temas de políticas hemos avanzado. Tenemos una ley y un Consejo Nacional de Lenguas, al igual que, el año pasado, fueron todas declaradas como Patrimonio de la Nación, lo que implica que tengan un régimen especial de protección. Asumir este mando nos permitirá seguir trabajando de manera mancomunada para fortalecer proyectos como el Plan Decenal de Lenguas Nativas y otros de sensibilización para que entendamos lo que significan y también buscar maneras para recuperar las desaparecidas.
En el evento de entrega del mando se precisó que se va a destacar el rol de las mujeres en el cuidado y en la salvaguarda de las lenguas nativas o maternas, ¿cómo piensa hacerlo?
Como lo dice su nombre: la lengua materna es algo que está muy íntimamente ligada a la mujer. Uno aprende con el padre y la madre, pero hay un abordaje diferente en la forma en las mujeres la transmiten y, además, una de las apuestas claves de este viceministerio es el enfoque de género que lo juntamos también con los pueblos indígenas. Por eso, nuestra directora de Poblaciones es una mujer indígena. Nosotros queremos hacer un trabajo por el bien de toda la comunidad, pero que sea liderado por las mujeres, quienes tienen poca visibilidad en algunas de las comunidades. En ese sentido, el trabajo será encabezado por ellas desde nuestra cartera.
Para cerrar esta conversación, quisiera preguntarle por la relación que se ha construido entre la cultura y la ciudadanía, quienes deben tener de una disposición que exista un verdadero cambio cultural, además de los deberes de la institución. ¿Qué se ha pensado desde el Ministerio de las Culturas para acercar a la gente a temas como el del patrimonio o las lenguas nativas, que en nuestra idiosincrasia han perdido relevancia?
Le voy a responder con otro tema que me parece importante nombrarlo aquí, porque el cambio cultural que nosotros estamos buscando tiene que ver con el tema de la paz. Como sociedad nos tenemos que convencer de la necesidad de la paz y entender lo que sucedió en este país, lo cual está relacionado con la garantía de derechos culturales. Por ende, es importante la sensibilización y divulgación del conflicto armado y las múltiples violencias; así, podremos identificar y fortalecer las iniciativas de resistencia cultural que hay en los territorios, en donde se ha luchado desde las artes, las culturas y los saberes. Esas son las iniciativas que queremos poner en red.