Afonso Cruz: “Se hace camino al andar”
El escritor portugués es uno de los invitados a la Feria Internacional del Libro de Bogotá por el lanzamiento de su libro “Jalan Jalan”, que se basa en reflexiones y anécdotas en su recorrido por más de 80 países.
Andrés Osorio Guillott
Los tenis rotos, los cordones corroídos. El desgaste de las cosas es toda una metáfora de lo depredador que puede ser el tiempo y de lo cómplice que es la humanidad cuando crea objetos que están programados para acabarse con rapidez. Pero los tenis rotos y los cordones corroídos también pueden ser una gran metáfora del viaje, del camino y de los días en los que la prioridad fue el movimiento, y si recordamos a Aristóteles, que habló justamente de este como “el paso de la potencia al acto”, y de aquello que se moviliza porque está buscando su rol y función en la naturaleza o lo que puede llegar a ser en ella, podría pensarse entonces que ese constante desplazamiento no es otra cosa que una búsqueda y una obsesión por hallar una respuesta y un sentido a nuestra condición humana.
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Los tenis rotos, los cordones corroídos. El desgaste de las cosas es toda una metáfora de lo depredador que puede ser el tiempo y de lo cómplice que es la humanidad cuando crea objetos que están programados para acabarse con rapidez. Pero los tenis rotos y los cordones corroídos también pueden ser una gran metáfora del viaje, del camino y de los días en los que la prioridad fue el movimiento, y si recordamos a Aristóteles, que habló justamente de este como “el paso de la potencia al acto”, y de aquello que se moviliza porque está buscando su rol y función en la naturaleza o lo que puede llegar a ser en ella, podría pensarse entonces que ese constante desplazamiento no es otra cosa que una búsqueda y una obsesión por hallar una respuesta y un sentido a nuestra condición humana.
Hablamos de literatura de viajes y podríamos remitirnos a tantos puntos de la historia como lugares del mundo. Desde La odisea, de Homero, hasta En el camino, de Jack Kerouac, pasando por El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad. Y hablamos de este género narrativo porque es el espacio en el que parece suscribirse Afonso Cruz con Jalan Jalan, su más reciente obra, presentada en la Feria Internacional del Libro de Bogotá.
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“Pasear y andar dos veces” es lo que escribe el autor portugués sobre el significado de “Jalan Jalan” en indonesio. Más de 80 países y anécdotas que están anotadas en este libro, de casi 500 páginas, se convierten en otra especie de viaje, pues existe la posibilidad de leer esta obra “normalmente”, es decir, sin saltarse el orden de las páginas, o recordando de alguna forma la dinámica propuesta por Julio Cortázar en Rayuela, también puede leerse siguiendo las indicaciones que hay al final de cada capítulo, en el que se sugiere seguir las temáticas y hacer de esta lectura múltiples travesías que conectan ideas o lugares.
“Fue un libro que empecé a escribir a mis 23 años. Pero comencé a viajar cuando tenía 21 y estaba trabajando en una productora de dibujos animados. Una persona un día me dijo que se iba tres meses por América Latina. Mis amigos y yo solamente habíamos viajado por dos o tres días a capitales europeas. Y él viajaba solo. En ese momento me pareció algo osado. Y ahí empecé. Y eso se convirtió en un vicio”, contó Afonso Cruz, que al hablar los dedos de sus manos se encogen y sus manos se mueven mientras empieza a hilar frases con palabras que, a veces, se detiene para preguntar si son las correctas en el español, como si jugara a lo que justamente escribió en el capítulo que se llama “Palabras” y que dice: “Cuando un escritor intenta redactar una frase perfecta, solo está tratando de encontrar a Dios, la perfección, el absoluto que puede ser encarnado en una frase; encontrar un milagro y un acontecimiento histórico tan religiosamente fantásticos como cuando Jesucristo nació y murió”.
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Quizás en un viaje se reafirma aún más aquella idea de que lo constante es el cambio, y eso tal vez nos lleva también a la idea del movimiento. Sin embargo, me atreví a preguntarle a Cruz sobre las metáforas de sus paseos, y en sus respuestas habló de felicidad, e incluso, al igual que en el libro, saltó en una de las anécdotas algo de filosofía, esa rama del pensamiento que tanto le ha permitido entender cuando se pregunta sobre el tiempo y sobre la vida misma.
“Un viaje puede tener muchas interpretaciones. En últimas, el viaje perfecto no sirve para nada. No es una herramienta para un objetivo interior, sino una razón en sí misma. Es como un paseo. Uno no va a pasear para llegar a otro lugar. Es el hecho en sí mismo el que tiene valor, no el destino. Pero hay muchas cosas que también están relacionadas con nuestra sociedad, la manera en la que convivimos, lo que compramos y consumimos. Cuando viajamos no puedes acumular cosas, y de eso hablo en el libro. Recuerdo que estaba en Turquía, y un hombre que tenía una tienda de tapetes me invitó a entrar, le dije que no era comprador, que no podía cargarlos, y esa es una característica del nomadismo, no puedes cargar muchas cosas, y él me respondió que había cosas más importantes que el negocio”.
Empecé hablando de los tenis rotos, aunque Afonso Cruz habla de zapatos en uno de sus libros, en el que hay una metáfora que utiliza para hablar de la felicidad: “Ella es como cuando dejamos de sentir los zapatos en los pies”. Cuando los sentimos es porque se están dañando. Y la felicidad es así, siempre está presente, pero suele desaparecer. Cuando estás bien, no sientes nada y tienes una tolerancia para la felicidad que no tienes para lo malo. En Jalan Jalan hablo de un hombre que vivía cerca de su universidad en un apartamento pequeño, y su sueño era vivir en una casa muy grande, y un día lo logró, pero pasados tres meses, que según los científicos es lo que dura la pasión, ya no sentía nada por la casa”. Y esta anécdota trajo a colación el existencialismo que señaló Arthur Schopenhauer cuando escribió sobre el aburrimiento en El mundo como voluntad y representación: “El querer y su satisfacción o, en otras palabras, el sufrimiento y el tedio, son los dos extremos entre los que oscila el péndulo de la vida. Mientras queremos, sufrimos por la carencia que ese sufrimiento supone; cuando el querer es satisfecho, surge algo peor que el sufrimiento: el aburrimiento, que nos hace sentir el vacío de la voluntad desocupada”.
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“Los viajes tienen una respiración muy propia. Si estuviera dos o tres meses viajando, necesitaría dos, tres o incluso más meses pensando en ese viaje y por fuera de ese lugar”, reflexiona Cruz.
Y como el título de esta nota, los testimonios propios y ajenos, y las cavilaciones asociadas al movimiento, Jalan Jalan y las palabras de Afonso Cruz evocan aquel poema de Antonio Machado que tiempo después Joan Manuel Serrat hizo canción: “Caminante, son tus huellas / el camino y nada más; / Caminante, no hay camino, / se hace camino al andar. / Al andar se hace el camino, / y al volver la vista atrás / se ve la senda que nunca / se ha de volver a pisar. / Caminante no hay camino / sino estelas en la mar”.