Agua, vida y ancestralidad
“Conjuro de ríos”, exposición que hace parte del proyecto Selva Cosmopolítica, de la Universidad Nacional de Colombia, irá hasta el 18 de diciembre.
Andrés Osorio Guillott
“Corren los ríos como sangre por la tierra / llevando los sueños de mis abuelos / alimento de nuestra liberación”. Con estos versos, Rayen Kvyeh, poetisa indígena chilena perteneciente a la comunidad mapuche, evoca el valor del agua, del río como ese canal en donde fluyen identidad, relato y memoria.
Bebemos del agua olvidando su importancia. Bebemos del olvido sin asumir sus consecuencias. Ignoramos que el tiempo pasa y el agua escasea. Los ríos se secaron, los cauces disminuyeron y consigo las raíces de nuestros pueblos ancestrales. La memoria ha flaqueado y la sequedad de nuestros ríos es el espejo de nuestra negligencia y nuestra esencia plagada de fuerza, violencia, despojo y desarraigo. El petróleo ha manchado lo que queda, el fracking, la minería ilegal y las megaconstrucciones amenazan con derribar ecosistemas y violar el derecho de la naturaleza a ser ella misma. Nuestras manos son tan pretenciosas como nuestra mente, y quizá tanta ingenuidad e ignorancia termine por cobrarnos los desvíos de las corrientes y por desaparecer el fluir del agua.
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Es entonces cuando surge el arte para hacer lo que el Estado nunca hizo: educar. Y sí, el arte no soluciona de manera inmediata, pero sí concilia, sí reflexiona, sí salva vidas, mentes y esperanzas. La pintura, el relato, la imagen, el sonido, todo se reúne para salvaguardar nuestros territorios, nuestros ríos, nuestras formas de vida y sus correspondientes derechos a ser reconocidos como tales, porque la naturaleza no está en la Tierra para ser mercancía, está para ser vivida.
“Nosotros estamos involucrando los impactos que también tiene esa agresión a la vida con la violencia. Todo nuestro conflicto está basado en un interés de expropiación de territorio, eso lo tenemos claro. Y no solamente poblaciones aledañas a lo urbano, sino también a esos territorios selváticos. Allí también hay unas luchas por los territorios, porque después de esos despojos se generan proyectos productivos y la tierra pasa a manos que hacen muchas explotaciones ilícitas de los recursos. Todo eso genera un ecosistema de violencia y ese es, básicamente, el trasfondo de la guerra. Todo empieza en ese interés de volver todo objeto y explotación”, afirma María Belén, curadora de la exposición.
Una exploración y una experiencia estética alrededor del agua exaltan la importancia que tienen ríos como el Amazonas, Cauca, Magdalena y Orinoco en nuestro país, y ríos como el Poraroca en Brasil, en la conservación de nuestra cultura, de nuestra tierra y de nuestra esencia. El vínculo entre nuestra condición y los ríos, atravesado por la concepción misma de vida, pureza y transparencia, es el eje que atraviesa “Conjuros de Ríos” y el mensaje que buscan dejar Luis Romero, Kiki Mazzucchelli, María Belén y Juan Forero, curadores de la exposición y mensajeros de la vida, la memoria y el relato de nuestras aguas y su trascendencia en nuestra cultura. Todo esto, con el fin de aportar un discurso que reste las problemáticas sociales, ambientales y culturales que se han ligado a la violencia, el capitalismo, el consumo exacerbado e injustificado de nuestros recursos y el olvido del agua como ser esencial de vida.
Al recinto del Museo de Arte de la Universidad Nacional de Colombia lo encierra un mural llamado Transición Yuruparí, creado por Jhoan Gildardo Montoya Jaramillo, conocido como SPOID 72; Nelson Rodríguez Rico, DEXS de INK CREW; Carlos Arturo Rodríguez Rico, OSPEN, de INK CREW, y Kirley Andrey Barbos Cifuentes, RUNAK, de ATG CREW, quienes conforman un movimiento urbano dentro de la Universidad.
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Cildo Meireles, reconocido artista brasileño, es uno de los invitados especiales a la exposición “Conjuro de Ríos”. Su pieza conceptual parte de los sonidos del agua proveniente de encuentros entre los ríos y los mares, del agua que halla su libertad en su curso natural, del agua que choca con las rocas que lo acompañan y del agua que evoca en nosotros, los humanos, una sensación de tranquilidad y relajación. Su trabajo, compilado en un vinilo, apuesta por una experiencia sensitiva que nos transporta a aquellos lugares en donde el agua se impone con su fuerza, con su ruido, con su paso.
La exposición también cuenta con la participación de Endémica Studios, quienes lograron en cabeza de Carlos Rincón Kalú y Laura Gómez agrupar en la sala central un espacio de 23 metros con diversos contenidos audiovisuales. La instalación comprende 16 canales, en los que se observa y se escucha aquellos territorios selváticos en los que las comunidades se sumen para pescar, explorar e interactuar con los ecosistemas que se configuran a partir del agua. Las obras Patrón Mono y Plomo y Brea, de Carolina Caycedo, ilustran al espectador sobre la vida, las acciones y el contexto que brindan nuestros ríos a las comunidades que habitan con ellos. En otra de las salas, pero continuando con el hilo conductor de las piezas audiovisuales, se encuentra la instalación inmersiva de Clemencia Echeverri, artista que participará en la Bienal de Shanghái, quien propone un espacio interactivo en el que los asistentes pueden acercarse a las imágenes vertiginosas que yacen en el poderío con que nuestros ríos atraviesan el país.
Alrededor de 100 dibujos y pinturas se aglomeran para narrar, desde lo sagrado y lo ancestral, a los ríos y su rol en las cosmogonías y filosofías de las comunidades indígenas. Mediante la mirada y las pinceladas del indígena yanomami venezolano Sheroanawe Hakihiiwe, la exposición logra incluir una de las voces más importantes a la hora de enaltecer nuestra naturaleza. El artista indígena, que habita en la comunidad Pori Pori (Platanal) en el alto Orinoco de Venezuela, resalta la memoria oral de su pueblo enlazando la relevancia del agua como ser vivo, ser pensante y ser ancestral.
“Podemos sustentar nada menos que nuestra cultura alrededor del agua, porque es nuestro sustento en todos los sentidos. Es un reaprender de la relación con el agua, porque la hemos vuelto un objeto de consumo, totalmente inerte, eso causa un grave daño que a la larga es para nosotros, es un suicidio", afirma la curadora María Belén.
“Corren los ríos como sangre por la tierra / llevando los sueños de mis abuelos / alimento de nuestra liberación”. Con estos versos, Rayen Kvyeh, poetisa indígena chilena perteneciente a la comunidad mapuche, evoca el valor del agua, del río como ese canal en donde fluyen identidad, relato y memoria.
Bebemos del agua olvidando su importancia. Bebemos del olvido sin asumir sus consecuencias. Ignoramos que el tiempo pasa y el agua escasea. Los ríos se secaron, los cauces disminuyeron y consigo las raíces de nuestros pueblos ancestrales. La memoria ha flaqueado y la sequedad de nuestros ríos es el espejo de nuestra negligencia y nuestra esencia plagada de fuerza, violencia, despojo y desarraigo. El petróleo ha manchado lo que queda, el fracking, la minería ilegal y las megaconstrucciones amenazan con derribar ecosistemas y violar el derecho de la naturaleza a ser ella misma. Nuestras manos son tan pretenciosas como nuestra mente, y quizá tanta ingenuidad e ignorancia termine por cobrarnos los desvíos de las corrientes y por desaparecer el fluir del agua.
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Es entonces cuando surge el arte para hacer lo que el Estado nunca hizo: educar. Y sí, el arte no soluciona de manera inmediata, pero sí concilia, sí reflexiona, sí salva vidas, mentes y esperanzas. La pintura, el relato, la imagen, el sonido, todo se reúne para salvaguardar nuestros territorios, nuestros ríos, nuestras formas de vida y sus correspondientes derechos a ser reconocidos como tales, porque la naturaleza no está en la Tierra para ser mercancía, está para ser vivida.
“Nosotros estamos involucrando los impactos que también tiene esa agresión a la vida con la violencia. Todo nuestro conflicto está basado en un interés de expropiación de territorio, eso lo tenemos claro. Y no solamente poblaciones aledañas a lo urbano, sino también a esos territorios selváticos. Allí también hay unas luchas por los territorios, porque después de esos despojos se generan proyectos productivos y la tierra pasa a manos que hacen muchas explotaciones ilícitas de los recursos. Todo eso genera un ecosistema de violencia y ese es, básicamente, el trasfondo de la guerra. Todo empieza en ese interés de volver todo objeto y explotación”, afirma María Belén, curadora de la exposición.
Una exploración y una experiencia estética alrededor del agua exaltan la importancia que tienen ríos como el Amazonas, Cauca, Magdalena y Orinoco en nuestro país, y ríos como el Poraroca en Brasil, en la conservación de nuestra cultura, de nuestra tierra y de nuestra esencia. El vínculo entre nuestra condición y los ríos, atravesado por la concepción misma de vida, pureza y transparencia, es el eje que atraviesa “Conjuros de Ríos” y el mensaje que buscan dejar Luis Romero, Kiki Mazzucchelli, María Belén y Juan Forero, curadores de la exposición y mensajeros de la vida, la memoria y el relato de nuestras aguas y su trascendencia en nuestra cultura. Todo esto, con el fin de aportar un discurso que reste las problemáticas sociales, ambientales y culturales que se han ligado a la violencia, el capitalismo, el consumo exacerbado e injustificado de nuestros recursos y el olvido del agua como ser esencial de vida.
Al recinto del Museo de Arte de la Universidad Nacional de Colombia lo encierra un mural llamado Transición Yuruparí, creado por Jhoan Gildardo Montoya Jaramillo, conocido como SPOID 72; Nelson Rodríguez Rico, DEXS de INK CREW; Carlos Arturo Rodríguez Rico, OSPEN, de INK CREW, y Kirley Andrey Barbos Cifuentes, RUNAK, de ATG CREW, quienes conforman un movimiento urbano dentro de la Universidad.
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La exposición también cuenta con la participación de Endémica Studios, quienes lograron en cabeza de Carlos Rincón Kalú y Laura Gómez agrupar en la sala central un espacio de 23 metros con diversos contenidos audiovisuales. La instalación comprende 16 canales, en los que se observa y se escucha aquellos territorios selváticos en los que las comunidades se sumen para pescar, explorar e interactuar con los ecosistemas que se configuran a partir del agua. Las obras Patrón Mono y Plomo y Brea, de Carolina Caycedo, ilustran al espectador sobre la vida, las acciones y el contexto que brindan nuestros ríos a las comunidades que habitan con ellos. En otra de las salas, pero continuando con el hilo conductor de las piezas audiovisuales, se encuentra la instalación inmersiva de Clemencia Echeverri, artista que participará en la Bienal de Shanghái, quien propone un espacio interactivo en el que los asistentes pueden acercarse a las imágenes vertiginosas que yacen en el poderío con que nuestros ríos atraviesan el país.
Alrededor de 100 dibujos y pinturas se aglomeran para narrar, desde lo sagrado y lo ancestral, a los ríos y su rol en las cosmogonías y filosofías de las comunidades indígenas. Mediante la mirada y las pinceladas del indígena yanomami venezolano Sheroanawe Hakihiiwe, la exposición logra incluir una de las voces más importantes a la hora de enaltecer nuestra naturaleza. El artista indígena, que habita en la comunidad Pori Pori (Platanal) en el alto Orinoco de Venezuela, resalta la memoria oral de su pueblo enlazando la relevancia del agua como ser vivo, ser pensante y ser ancestral.
“Podemos sustentar nada menos que nuestra cultura alrededor del agua, porque es nuestro sustento en todos los sentidos. Es un reaprender de la relación con el agua, porque la hemos vuelto un objeto de consumo, totalmente inerte, eso causa un grave daño que a la larga es para nosotros, es un suicidio", afirma la curadora María Belén.