Ahmad Mohsen: volver a nombrar el exilio

El poeta y traductor egipcio Ahmad Mohsen presentó recientemente su poemario “Libreta de exilio” (Totuma libros), escrito en español. En entrevista para El Espectador, habla sobre la poesía, la traducción y cómo ha ido comprendiendo la experiencia del exilio.

María Paula  Lizarazo
13 de noviembre de 2023 - 02:00 a. m.
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El Cairo, Abu Dabi, Frankfurt, Bogotá y Sincelejo. Hace cuatro años Ahmad Mohsen hizo ese recorrido por primera vez y no lo ha hecho de regreso. Aunque es un viaje que realmente empezó mucho antes, en 2014, cuando se empezó a asomar al español mientras estudiaba la carrera de lengua y literatura hispánicas en la Universidad de El Cairo.

Uno de los primeros umbrales que atravesó entre su lengua materna y el español fue leer a César Vallejo y García Márquez en árabe, también a poetas andaluces del siglo X, como Ibn Abbad e Ibn Hazm. Otro fue cuando en 2017 hizo un intercambio en la Universidad de Salamanca, España, en donde a medida que el idioma se hacía más parte de él, o al contrario, escribió sus primeros versos en español.

“Es como todo lo que uno esconde de lo que escribió en la adolescencia. Nada de eso quedó. Quedó solo empezar a nombrar el mundo usando otra lengua”, cuenta desde el apartamento en el que ahora vive en Bogotá.

Mohsen llegó a Sincelejo por un programa de trabajo que le ofreció un puesto en la Corporación Universitaria del Caribe. Allí dio clases de árabe, de literatura española y armó un club de lectura. Además, por diferentes proyectos, en esos dos primeros años anduvo bastante en los Montes de María y en algún momento vivió en Palomino. Luego algunas cosas cambiaron y por ahora no puede regresar a Egipto.

***

Vida pequeña

Cada uno en su lugar

con lo que tenga en las manos

No hay tiempo para empacar equipaje

No hay equipaje

El mar arrastra los recuerdos

Los amigos del pasado se escapan entre los dedos

Las palabras desvanecen día tras día

Las ruedas de los automóviles

deshabitaron la arena de la playa

La orilla es una reunión de troncos en exilio

que las olas trajeron desde países lejanos

El mar lanza su carga

como un portador de maletas cansado

al final de la jornada

Las nubes se alinean mano a mano todas las tardes

Un pedazo de la frente del sol se escapa cada tres días,

se asoma diciéndonos: ¡todavía estoy vivo!

Todo se queda en silencio

Los alcatraces no volvieron a la playa a los atardeceres

La última vez vinieron en bandadas

unas tras otras

Y se tiraron al agua, rendidos

No aprendí el idioma de las olas antes

de que cerraran los colegios

Pero el agua me susurra que no importa

Día a día

todos reposamos para siempre.

***

Cuando estaba en el avión hacia Colombia, en el vuelo más largo, que era el de Frankfurt-Bogotá, recuerda que “como en la mitad del viaje me di cuenta de que el mundo era más grande de lo que imaginaba. Cuando veía los mapas no lo imaginaba tan grande, no imaginaba que de un punto en el planeta a otro había tanta distancia. Haberme dado cuenta de eso se reflejó después en pensar que estaba empezando a vivir en otro mundo y no en una parte del mismo”.

Alguna vez le contaron un dato que entró a reforzar su idea de que había llegado a otro mundo: Egipto es el país en el que menos llueve y Colombia, en el que más; Egipto está en la región con menos árboles en el mundo, mientras que Colombia está al otro extremo.

El caminar

Sin haber venido a Colombia, dice, gran parte de su poesía no la habría escrito. “La poesía viene de la mano de una visión del mundo y la visión cambia cuando cambia el mundo”. Hace poco presentó su primer poemario, Libreta de exilio, que contiene 23 poemas escritos en español en su totalidad y que empezó a escribir cuando vivía en el Caribe.

Una escritura que recuerda especialmente es la del poema Gramática del camino inédito”, cuando fue por primera vez a la Sierra Nevada. Al leerlo, Rómulo Bustos Aguirre le hizo ver que lo que había en ese poema no era propiamente poesía egipcia, y ahí Mohsen se dio cuenta de que ya veía el mundo diferente.

En su Libreta de exilio navega entre ideas sobre el caminar, la escritura y el exilio. El camino dejado y la vida dejada. El andar entre una lengua y otra. El desplazarse del silencio al poema. Todo esto mientras sucede la escritura. Y aunque lo escribió en español, acompañado por lecturas en español, está convencido de que cuando escribe sigue escuchando los ecos de los poetas árabes que leyó siempre, pero reflejados en otra lengua.

Para Mohsen caminar es una metáfora de la vida. “No puedo pensar la vida sin pensar que es un caminar, y diría que es un caminar más que un camino”.

Durante su intercambio en España le hizo sentido el verso de Antonio Machado que dicta que se hace camino al andar. Pero el año pasado, en una clase de maestría en la Universidad de los Andes, releyó ese poema y algo cambió en su interpretación. En medio de este viaje a Colombia, que no para ni tiene idea de cuándo termine, se ha dado cuenta de que el camino está y lo único que hacemos nosotros los humanos, “que somos unas criaturas muy pequeñas, es intentar verlo”, mientras caminamos.

Bustos Aguirre, en el epílogo de Libreta de exilio, habla de un juego “especular del caminante y el camino. (...) El caminante que se hace en el camino. El camino como gesto del caminante”.

No hay equipaje más pesado que la rabia / ni viajero más cargado que por el odio, / no hay camino más largo que la huida / ni espejo más oscuro que aquel / en el que vemos nuestra cara humillada. Dice en su poema “El camino más largo”. Mientras dure la guerra / hay que sobrevivir / Mientras dure la rabia / hay que caminar / buscando “mejores aires”, / “mejores aires”.

La traducción, parte del caminar

La escritura del poemario estuvo acompañada de lecturas que ha encontrado en Colombia, como las obras de León de Greiff y Eduardo Cote Lamus. Y que lo han llevado a otras fuera del país, como la de Raúl Zurita. “No he salido de Colombia desde que vine, pero en la lectura sí, y tal vez he desarrollado más vínculos con otras poesías latinoamericanas. Saber que vivo en un mundo en el que vive Raúl Zurita, en el que ha hecho lo que ha hecho, no me puede dejar igual”.

En medio de la pandemia, Mohsen entrevistó a Zurita. “Algo que marcó la historia de Chile, claramente, pero también la historia personal de Raúl Zurita, es el golpe de Estado de Pinochet. Y también algo que me cambió la vida fue el golpe de Estado en Egipto (2013). Él estuvo también en una cárcel un mes, luego escribió sobre los desaparecidos y habla mucho del dolor. Son temas que me atraviesen todo el tiempo”.

Sus lecturas, desde que llegó a Colombia, han sido parte de lo que él denomina como una migración dentro de la migración: de pertenecer a una lengua hacia dejarse invadir por otra. Y a medida que ha escrito y leído en español más en los últimos años, también ha traducido, por ejemplo, a Jorge García Usta, Raúl Gómez Jattin y Meira Delmar, cuyas obras tienen en común presencias árabes. Presencias que ha descubierto leyendo a otros latinoamericanos como el hondureño Rolando Kattan y el mexicano Fabio Morábito.

Sus traducciones incluyen La perra, de Pilar Quintana; Lo que no tiene nombre, de Piedad Bonnet; Los caídos, del cubano Carlos Manuel Álvarez, entre otros.

***

Los exiliados

Los exiliados de la casa,

de todas las casas,

de la familia,

de todas las familias,

de la patria,

que solo hay una,

y el resto,

un inmenso exilio.

Los llevados a trabajar (en) el extranjero

sin saber que sería exilio,

ni saber el precio de serlo para siempre.

Los echados de la casa desde niños;

nunca permanecen en casa alguna.

Los exiliados en las cárceles,

en los sótanos de las estaciones del metro,

los exiliados

de los viajes de sus amigos,

de las bodas de sus amores,

de los sueños de su infancia.

Los exiliados de sí mismos.

“No me esperéis, amigos,

no me esperéis,

me he perdido,

y ya no me veréis”.

Los que cruzan la frontera de los países prohibidos,

de los amores no permitidos,

y la frontera de lo que saben de sí mismos.

Los exiliados en sus cuarenta años de diáspora

que nunca acaban.

Los que nacen, y renacen en exilio

son los muertos exiliados.

Los delatan sus voces,

sus cabellos,

su cojera,

su amor,

el pecado original de los exiliados.

***

El exilio

Su relación con Egipto ha ido cambiando a lo largo de estos cuatro años. Primero lo veía como un standby, donde la vida que tenía estaba esperando por él. Pero cuando se enteró de que no podía ponerle fecha a su regreso, fue como si eso que estaba congelado volviera “a ser agua otra vez y empezaron la nostalgia, el anhelo, los recuerdos”.

La última fase de lo que ha comprendido sobre su exilio, y quizá la más lúcida, ha sido entender que nunca ha perdido lo que dejó en Egipto -o con Egipto-. Ver otra vez “eso dejado con nuevos ojos y darme cuenta de que eso nunca se fue, nunca murió, nunca estuvo ausente en realidad, sino que estaba como en la profundidad del agua. Y es lidiar con eso”, con que se trata de una presencia que, por más profunda o lejana, existe.

Para el poeta Federico Díaz-Granados, quien presentó Libreta de exilio en su lanzamiento, el exilio para Mohsen “también es una manera de formar una nueva patria en algo fundamental en la poesía, que es la lengua, el hecho de que él mismo es traductor. Su patria es la lengua y es la lengua de donde se encuentre, la lengua en la cual puede sintetizar sus asuntos verdaderos”.

Más allá de un exilio geográfico, que por supuesto es transversal en su poesía, continúa Díaz-Granados, “es también el hecho de cómo quiere habitar la lengua de donde está viviendo, entenderla y, a través de esa lengua, encontrar un destino que sin duda alguna es la poesía”.

Este joven Sísifo -se lee en el epílogo de Bustos Aguirre- “que nos ofrenda su perpleja bitácora de errancia no se entrega a la desesperación o la desdicha. De alguna manera, en algún pliegue sin reposo de su inexistente equipaje -como quisiera Camus- aprende a sonreír”.

Después de publicar Libreta de exilio ha estado leyendo poetas norteamericanos y egipcios, y tiene un proyecto de escritura de no ficción en árabe con el que siente que encuentra vías de “regreso” a Egipto. También ha estado investigando sobre la relación entre naturaleza y literatura.

“¿Cómo condensaría la experiencia del exilio ahora?”, dice Mohsen, “es, inevitablemente, estar lejos. Es como la condena de ser otro y ese otro tiene que lidiar con que lo condenaron a ser otro, otro en todas partes”.

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Ruth(79416)13 de noviembre de 2023 - 12:28 p. m.
Excelente poesía
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