Akenatón, un hombre moderno en un trono antiguo

Se trata de una ópera con la música y el libreto del propio compositor Philip Glass, que forma parte de una trilogía lírico-biográfica de pensadores visionarios que este músico —nacido en Baltimore en 1937— estrenó con gran éxito entre 1976 y 1984.

/Redacción Círculo de Experiencias
23 de enero de 2020 - 08:10 p. m.
El contratenor Anthony Roth Costanzo representa a Akenatón, gobernante revolucionario que transformó al antiguo Egipto. 
 / Cortesía Met
El contratenor Anthony Roth Costanzo representa a Akenatón, gobernante revolucionario que transformó al antiguo Egipto. / Cortesía Met

Akenatón es considerado el primer individualista de la historia de la humanidad. Intentó transformar la religión, el arte y la política de Egipto durante los diecisiete años de su poder como faraón, en el siglo XIV antes de Cristo. Rompió con la evolución histórica del politeísmo, y se declaró devoto de Atón, el único dios Sol. Abandonó Tebas y fundó en la región de Amarna una nueva capital de Egipto, ciudad libre de la contaminación de más de un millar de deidades anteriores, en la que movió alrededor de 30.000 personas, y para adorar a Atón hizo construir un gran templo sin techo de ochocientos metros de largo.

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Él y su esposa Nefertiti —la mujer más bella de la antigüedad— se proclamaron como los dos únicos intermediarios entre el pueblo y la divinidad solar. Así le quitaron los privilegios a la casta sacerdotal, que por supuesto luchó hasta destronar a Akenatón diecisiete años después de su consagración como faraón. Tanto ella —cuyo busto sublime, hallado por el arqueólogo alemán Ludwig Borchardt en 1912, se exhibe en el Museo Nuevo de Berlín— como su hijo Tutankamón, han fascinado la imaginación de la gente como pocos personajes del antiguo Egipto.

Según Sigmund Freud, Akenatón, cuyo concepto del monoteísmo fue muy adelantado para su época, ya que por primera vez en la historia un faraón atacaba a los dioses, sufrió también de complejo de Edipo, casi mil años antes de que apareciera el mítico Rey de Tebas. Se trata de una ópera en tres actos con música y libreto del propio compositor Philip Glass, que forma parte de una trilogía lírico-biográfica de pensadores visionarios que este músico —nacido en Baltimore en 1937— estrenó con gran éxito entre 1976 y 1984. Los otros dos personajes históricos protagonistas de su trilogía operática son Einstein y Gandhi.

La partitura de Akenatón, que habla del poder de las ideas religiosas, contiene estructuras sonoras del estilo minimalista. Están expresadas melódica y armónicamente a base de pequeñas células musicales. Éstas se repiten una y otra vez hasta convertirse en agradables sonidos al oído, gracias a su insistencia reiterativa, que termina por tener un efecto casi hipnótico sobre la audiencia.

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En el primer acto sucede el funeral de Amenhotep III, padre de Akenatón, y también la coronación del nuevo gobernante. Finaliza con un trío entre la pareja real y Tiy, la madre del faraón. El segundo acto sucede en el templo, donde el Himno al Sol, como agradeci- miento a la vida que da a todo lo que existe, es cantado en el idioma de la audiencia. Un coro externo a la escena proclama al faraón como el fundador del monoteísmo, y un dúo de amor se canta en egipcio antiguo. En el último acto se muestran escenas de la vida familiar de la pareja real con sus seis hijas, mientras el país en guerra se derrumba. La escena final celebra la muerte de los herejes y el nuevo reino de los dioses antiguos. El personaje narrador que pregona la historia aparece como un turista moderno. Anuncia que del glorioso templo y los palacios de Akenatón no quedó nada. En el epílogo, los fantasmas de la pareja y de Tiy cantan sin palabras entre las ruinas. Se escuchan ecos melódicos del inicio de la trilogía mencionada con compases de Einstein en la playa. Así construye el compositor puentes que van ligando su propuesta lírica tripartita.

De Akenatón, Philipp Glass ha dicho que fue un hombre moderno sentado en un trono antiguo. Su ópera se estrenó en Alemania en 1984 en el Teatro Estatal de Stuttgart. A continuación, en la Gran Ópera de Houston y en el New York City Opera de Nueva York. Posteriormente, en la English National Opera. En las dos ciudades americanas me correspondió interpretar el papel de Nefertiti. En esa versión escénica dirigida por el inglés David Freeman, Akenatón era un ser macrocefálico de presencia física casi extraterrestre. Nefertiti circulaba por la escena con espectaculares arreglos y coronas, pero cubierta tan solo por un velo color piel adornado de escasas lentejuelas, que daba la apariencia de desnudez.

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La experiencia de cantar música minimalista es muy compleja. Más allá de la exigencia técnica, por una alta dificultad de memorización. Cada compás se repite tantas y tantas veces, que apenas alcanzan los dedos de las manos y los pies para contar el fraseo musical. El riesgo de equivocarse es tremendo y el director de la orquesta tiene que concentrarse en ayudar mucho a los solistas.

De seguro, la producción de la Metropolitan Opera House será monumental. Ojalá sea del agrado del público colombiano esta extraña ópera en la que el protagonista debe poseer también el extraño timbre de voz de un contratenor.

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Por /Redacción Círculo de Experiencias

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