“Al sur de la frontera”, el documental en el que participó Cristina Kirchner
La película repasa la presidencia de algunos exlíderes sudamericanos y el tratamiento de su gestión por parte de los noticieros estadounidenses.
Una periodista habla de la adicción al cacao de un mandatario venezolano. Se ha equivocado en vivo y sus colegas la deben corregir, le dicen que es cocaína, no cacao. Así inicia el documental Al sur de la frontera de Oliver Stone estrenado en 2009, aquel que afirma que los medios de comunicación se encargaron de seguirle el juego a George Bush: “Dividieron el mundo entre amigos (líderes que hacen lo que queremos que hagan) y enemigos (líderes que tienden a no estar de acuerdo con nosotros)”.
A lo largo de la película aparecen videos de archivo de distintos noticieros, en especial los estadounidenses CNN y Fox News. Hay un factor en común entre ellos: Hugo Chávez es llamado dictador. Treinta y siete minutos es el tiempo que le dedica el documental al exmandatario fallecido en 2013. Primero hace un contexto de cómo era la situación económica y social de Venezuela antes de su llegada al poder, dando indicios de las razones que favorecieron su elección en 1998, aunque no sería sino hasta el 2 de febrero de 1999 que oficializaría su presidencia en el Capitolio Federal de su país. También, se hace un repaso de su gobierno y hasta se muestra la conversación que sostiene con Stone. A lo largo de la película se repetirá el mismo formato con otros mandatarios sudamericanos, entre ellos Evo Morales, Rafael Correa, Lula da Silva, Néstor Kirchner y su esposa Cristina Kirchner. Sin embargo, el repaso por estos gobiernos en sus 102 minutos de duración es menor en comparación con el tiempo dedicado a Chávez.
El documental pone en evidencia que Evo Morales, cuando asume el poder de Bolivia, comienza a ser visto como una amenaza para el gobierno estadounidense. Y es que hay algo que se repite en todos los líderes socialistas de aquella época: trataron de darle la espalda, o al menos no depender tanto, del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y de paso Estados Unidos. Aunque, al final, con el tiempo algunos como Correa terminaron solicitando su apoyo, como sucedió en 2016 después del terremoto que sacudió a Ecuador, ya que decidió solicitarles préstamos al FMI y el BM.
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“Por primera vez en la región los gobernantes se parecen a sus gobernados. Si vamos a Bolivia, la cara de Evo es la cara de los bolivianos”, dice Cristina Fernández de Kirchner, quien para ese entonces era presidenta de Argentina. El filme también se encarga de relatar brevemente la recesión económica que padeció el país suramericano entre 1998 y 2002, antes de la llegada al poder de su esposo Néstor Kirchner. “No pensamos que nadie quiera imponernos nada. Por el contrario, pensamos en la integración, respetando las modalidades, las identidades de cada país, las culturas y los procesos políticos que nunca son iguales en cada parte, porque no son iguales los pueblos y las historias”.
Entonces, Stone le pregunta acerca de su pensamiento alrededor de las afirmaciones que hace la prensa sobre Chávez, esas de que es un dictador. “No he visto muchos dictadores con 13 elecciones encima”. De repente, el cineasta indaga sobre la cantidad de pares de zapatos que tiene. “Nunca le preguntan a un hombre cuántos pares de zapatos tiene o cuántos pantalones tiene, les pregunta siempre a las mujeres esas cosas”. Después de un tiempo la conversación se traslada a la sala de su casa en compañía de su esposo. El diálogo es interrumpido cuando solicita una foto, un recuerdo de 2003: el día en que Néstor Kirchner asumió la presidencia. En la imagen, Fidel Castro y Hugo Chávez sonríen, junto a ellos se encuentra los Kirchner. La fotografía se demora en llegar unos minutos, así que ella lanza una afirmación: “Hombres tenían que ser para ser tan lentos”.
Le dice al cineasta que el FMI les recomendó la privatización de las instituciones estatales y la no intervención del Estado. Entonces también aprovecha para hacer un repaso de la antigua situación de su país. Asegura que Argentina se “endeudó financieramente de forma brutal”, que un cuarto de la población estaba desempleada, que el 56% vivía en pobreza y el 30% en indigencia.
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Durante los doce años que los Kirchner se mantuvieron en el poder, hubo mejorías en temas de derechos sociales. Por ejemplo, se aprobó el matrimonio igualitario, se promovió la Ley de Identidad de Género (que permitió que transgéneros, travestis y transexuales pudieran elegir el sexo y nombre con el que querían aparecer en sus documentos de identidad) se promulgó una ley para castigar el trabajo infantil y el desempleo pasó del 17% al 7% (cifra aproximada), según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). Durante aquella época también se abolieron las conocidas “Leyes de Impunidad”. Entonces, militares acusados de crímenes de lesa humanidad, durante la última dictadura militar argentina (1976-1983), empezaron a ser juzgados.
Lo anterior no quiere decir que todo fue un paraíso, porque la polarización en Argentina se acrecentó (un fenómeno que nosotros también hemos vivido de cerca desde nuestra propia realidad), con el tiempo la economía local entró en crisis; a pesar de que el gasto público iba en aumento, entonces para el 2014 el país quedó sumergido en una inflación de casi 40%, que al final se vio reflejada en las cifras de pobreza (29%). Y, a pesar de eso, el patrimonio de los Kirchner se incrementó considerablemente.
Entonces, no faltaron las acusaciones de corrupción, de enriquecimiento ilícito. Ayer, la actual vicepresidenta fue condenada por direccionar obras públicas en la provincia de Santa Cruz (Argentina). Parece que junto a su esposo crearon una empresa constructora a la que luego le adjudicaron la mayoría de las obras viales realizadas en aquel territorio. En esa empresa no figuraban porque quien aparecía a cargo era Lázaro Báez; es decir, un posible testaferro. “La política es el arte de disfrazar de interés general el interés particular”, decía Edmond Thiaudière.
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A lo largo de la película aparecen videos de archivo de distintos noticieros, en especial los estadounidenses CNN y Fox News. Hay un factor en común entre ellos: Hugo Chávez es llamado dictador. Treinta y siete minutos es el tiempo que le dedica el documental al exmandatario fallecido en 2013. Primero hace un contexto de cómo era la situación económica y social de Venezuela antes de su llegada al poder, dando indicios de las razones que favorecieron su elección en 1998, aunque no sería sino hasta el 2 de febrero de 1999 que oficializaría su presidencia en el Capitolio Federal de su país. También, se hace un repaso de su gobierno y hasta se muestra la conversación que sostiene con Stone. A lo largo de la película se repetirá el mismo formato con otros mandatarios sudamericanos, entre ellos Evo Morales, Rafael Correa, Lula da Silva, Néstor Kirchner y su esposa Cristina Kirchner. Sin embargo, el repaso por estos gobiernos en sus 102 minutos de duración es menor en comparación con el tiempo dedicado a Chávez.
El documental pone en evidencia que Evo Morales, cuando asume el poder de Bolivia, comienza a ser visto como una amenaza para el gobierno estadounidense. Y es que hay algo que se repite en todos los líderes socialistas de aquella época: trataron de darle la espalda, o al menos no depender tanto, del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y de paso Estados Unidos. Aunque, al final, con el tiempo algunos como Correa terminaron solicitando su apoyo, como sucedió en 2016 después del terremoto que sacudió a Ecuador, ya que decidió solicitarles préstamos al FMI y el BM.
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Entonces, Stone le pregunta acerca de su pensamiento alrededor de las afirmaciones que hace la prensa sobre Chávez, esas de que es un dictador. “No he visto muchos dictadores con 13 elecciones encima”. De repente, el cineasta indaga sobre la cantidad de pares de zapatos que tiene. “Nunca le preguntan a un hombre cuántos pares de zapatos tiene o cuántos pantalones tiene, les pregunta siempre a las mujeres esas cosas”. Después de un tiempo la conversación se traslada a la sala de su casa en compañía de su esposo. El diálogo es interrumpido cuando solicita una foto, un recuerdo de 2003: el día en que Néstor Kirchner asumió la presidencia. En la imagen, Fidel Castro y Hugo Chávez sonríen, junto a ellos se encuentra los Kirchner. La fotografía se demora en llegar unos minutos, así que ella lanza una afirmación: “Hombres tenían que ser para ser tan lentos”.
Le dice al cineasta que el FMI les recomendó la privatización de las instituciones estatales y la no intervención del Estado. Entonces también aprovecha para hacer un repaso de la antigua situación de su país. Asegura que Argentina se “endeudó financieramente de forma brutal”, que un cuarto de la población estaba desempleada, que el 56% vivía en pobreza y el 30% en indigencia.
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Lo anterior no quiere decir que todo fue un paraíso, porque la polarización en Argentina se acrecentó (un fenómeno que nosotros también hemos vivido de cerca desde nuestra propia realidad), con el tiempo la economía local entró en crisis; a pesar de que el gasto público iba en aumento, entonces para el 2014 el país quedó sumergido en una inflación de casi 40%, que al final se vio reflejada en las cifras de pobreza (29%). Y, a pesar de eso, el patrimonio de los Kirchner se incrementó considerablemente.
Entonces, no faltaron las acusaciones de corrupción, de enriquecimiento ilícito. Ayer, la actual vicepresidenta fue condenada por direccionar obras públicas en la provincia de Santa Cruz (Argentina). Parece que junto a su esposo crearon una empresa constructora a la que luego le adjudicaron la mayoría de las obras viales realizadas en aquel territorio. En esa empresa no figuraban porque quien aparecía a cargo era Lázaro Báez; es decir, un posible testaferro. “La política es el arte de disfrazar de interés general el interés particular”, decía Edmond Thiaudière.
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