“La representación de padre e hijo se ha hecho desde el hijo”: Alejandro Zambra
Alejandro Zambra (Santiago de Chile, 1975), autor de más de diez libros traducidos a veinte idiomas, entre los que se encuentran Bonsái, La vida privada de los árboles y Formas de volver a casa, publicó recientemente Literatura infantil (Anagrama, 2023) en el que incluye textos de ficción, no ficción, ensayo y poesía relacionados con la paternidad y la infancia, y vinculados también con otras de sus obras: Poeta chileno y Tema libre.
Isabel-Cristina Arenas S
A continuación una entrevista realizada mientras estuvo en Barcelona junto a su pareja, la también escritora Jazmina Barrera y el hijo de los dos: Silvestre, en el marco del “Festival En otras palabras” realizado por CaixaForum.
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A continuación una entrevista realizada mientras estuvo en Barcelona junto a su pareja, la también escritora Jazmina Barrera y el hijo de los dos: Silvestre, en el marco del “Festival En otras palabras” realizado por CaixaForum.
“Mi relación con el fútbol no es literaria, pero mi vinculación con la literatura sí tiene, en cierto modo, un origen futbolístico”, escribe en su libro ¿Comparte el amor por el fútbol con su hijo?
Ahora le interesa jugar. Tenemos un patiecito y podemos estar una hora jugando, pero sigo dejándome ganar. Los niños inventaron el VAR (Video Assistant Referee), son muy buenos para anular goles y cambiar las reglas, así que sigo siendo goleado sistemáticamente. Si le preguntas de qué equipo es, dice que le gusta Chile, el Colo-Colo y Los Pumas de México. Pero tengo un amigo chileno interesado en inculcarle que sea de la U. La verdad es que lo dejo ser, en el fondo, podría ser alguien de gustos futbolísticos, no binarios.
¿Su hijo sabe que es parte de Literatura infantil?, ¿alguna vez le dará algo escrito en donde él salga?
Ya pasó, escribí un libro para niños. Por ahora tengo la suerte de que sea uno de sus favoritos, se llama Mi opinión sobre las ardillas (Ekaré Sur, 2022), y lo que le gusta es que el narrador es muy parecido a él. Yo tengo un problema con las ardillas, en México están por todas partes. Una vez íbamos caminando por el bosque de Chapultepec y él se dio cuenta de que yo le apretaba la mano cuando había ardillas y me dijo: “Papá, a mí no me dan miedo, es a ti”. Entonces la historia trata de un niño que se da cuenta de que al padre le dan miedo las ardillas, está escrita en primera persona. La ilustradora es Gabriela Lyon. Yo recibí los veinte ejemplares que me correspondía, se los di todos a él para que los distribuyera y se los regaló a sus compañeros. Supo que iba a escribir ese cuento y que él era el protagonista. Es lo único que podría recomendar en tema de paternidad, usar muchas palabras al hablar, frases completas. Yo le he contado a mi hijo cada parte del proceso de hacer un libro. Como él sabía que yo estaba escribiendo Literatura infantil, un día me dijo: “Papá, ¿y la portada?, un dibujo mío, ¿no?”. Y claro, podría ser, pero le dije: “Es que la va a hacer Liniers”. “Ah, bueno, si es él, pues sí, dibuja mejor que yo”, me respondió.
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Sus padres siempre aparecen en sus libros, pero en Literatura infantil su madre sale muy poco.
Lo masculino se fue dando. Las apariciones de mi padre no las esperaba, fueron surgiendo y son reales. Él de verdad corrigió aquello que en el libro corrige. Más que representado, está participando. Él hace la broma de: “Yo también voy a escribir un libro sobre ti, voy a contar toda la verdad y se va a llamar Formas de perder a un hijo”. Para mí fue muy nuevo verlo como abuelo. La idea del padre significaba silencio, orden, el padre dictador. Los niños vivíamos en función de la mamá. Pero a veces cuando observo a mi hijo con su abuelo siento que recuerdo algo y me pregunto por el tiempo que olvidamos. Cuando arrullaba a mi hijo se me despertaban recuerdos. Creo que es más complicado establecer confianza entre hombres, pero una vez se logra es muy placentero. Yo siempre he tenido el problema del exceso de entusiasmo. Me acuerdo de que cuando tenía seis o siete años me hice amigo de unos niños más grandes que yo con quienes siempre había querido juntarme. Jugamos toda una tarde y yo estaba entusiasmado de ser amigo de ellos para siempre, entonces les dije que al día siguiente, cuando se fueran mis papás nos juntáramos en el antejardín de mi casa, que llevaran una pala porque íbamos a cavar entre los tres para hacer un club subterráneo en donde pudiéramos jugar sin que los adultos existieran. Ese era mi proyecto y ellos me dijeron que sí. Al día siguiente ahí estábamos mi pala y yo; nunca llegaron. Al medio día me los encontré, se reían, pensaban que era una broma. Ellos ya estaban en un horizonte más adulto y podían entender lo absurdo de mi proyecto, y cuando supieron que yo estaba hablando en serio se acabó la amistad.
¿Por qué cree que algunos escritores temen escribir sobre su paternidad?
No sé si temen, yo creo que se irá dando, que estará cada vez más presente. Hay motivos intrínsecos vinculados al pudor. Además de convenciones establecidas y ciertos límites, “es mejor quedarse en una zona segura, ir más allá sería un riesgo”. En la poesía es mucho más frecuente, quizás en cómo esta se vincula con la emoción. En Poeta Chileno hay un pequeño catastro de poemas al hijo. El gran modelo narrativo implícito en mi libro es un poema de Enrique Linh llamado “Monólogo de un padre con su hijo de meses”. Un poema precioso, trágico, tierno, lleno de matices de un padre hablándole al hijo sobre la vida en un tono sentencioso, pero que no llega a ser imperativo. En la poesía y en la música es bastante más frecuente la representación de la paternidad y evitarlo, creo que quizá tiene que ver con el relato mismo, con la vergüenza.
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La vergüenza de los momentos de ternura entre padre e hijo.
La representación del padre y del hijo siempre se ha hecho desde el hijo, hay muchísimas cartas al padre, el enfrentamiento generacional, el hijo como copia imperfecta o perfeccionada del padre. Y las que existen en la literatura clásica masculina están basadas en la incomunicación. La amistad entre hombres está en el espacio de la trasgresión, no desde la naturalidad. Quienes nos criamos desconfiando de la autoridad tenemos, con la crianza de nuestros hijos, la oportunidad de enfrentarnos a nuestra certidumbre teórica sobre la autoridad. Si me pongo en el caso hipotético de ser lector de mi propio libro, pienso que mientras esperaba a mi hijo me hubiera gustado leer no este precisamente, sino muchos de este tipo que hablaran de experiencias heterogéneas. Lo que sí existe son libros que dicen cómo ser, cómo comportarse, cuando en realidad lo que alguien necesita es conversar. En las conversaciones entre padres y madres de la misma edad siempre se está evitando pontificar, aunque hay de todo. Charlas a medio camino entre la competencia y la solidaridad.
Mientras está en esos espacios de paternidad, ¿tiene el modo escritor encendido?
Para mí el modo escritor no existe, yo tuve la suerte de que la escritura me fuera contagiada. Mi abuela materna no era lectora, pero siempre nos decía que escribiéramos, que lleváramos un diario, nos regalaba cuadernos y lápices. Desde chico escribir era jugar y es algo que me acostumbré a hacer. Justo este libro resultó posible para mí porque es libre. Cuando los escritores comparecemos ante la sociedad sobre nuestros libros terminados, quizás le hacemos un flaco favor a la literatura, pues parece que solo tuviera que ver con procesos exitosos, más allá de cómo le vaya al libro. En realidad todo es más difícil de definir. Incluso cuando respondemos las preguntas sobre los libros tendemos a construir las respuestas a medida que vamos hablando.
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