Algunos poemas para despedir a Eduardo Escobar

El escritor y poeta colombiano falleció en la noche del lunes 18 de marzo a causa de complicaciones por un cáncer de pulmón. Estos son algunos de sus poemas.

19 de marzo de 2024 - 01:19 p. m.
Eduardo Escobar fue director de “La viga en el ojo”, la primera revista nadaista ilustrada por el artista conceptual colombiano Álvaro Barrios.
Eduardo Escobar fue director de “La viga en el ojo”, la primera revista nadaista ilustrada por el artista conceptual colombiano Álvaro Barrios.
Foto: Cortesía
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Escobar nació en Envigado, Antioquia, el 20 de diciembre de 1943. Fue escritor, poeta, ensayista, cuentista, periodista y uno de los fundadores del movimiento literario nadaista a finales de los 50.

Su pasión por la literatura estuvo presente desde que era un niño, y entre sus obras se pueden leer ensayos, memorias, poemas, cartas, y todo lo que en el momento él quisiera escribir.

Algunos de sus libros más destacados fueron Invención de la uva (1966), Del embrión a la embriaguez (1969), Cuac (1970), Confesión mínima (1975), Correspondencia violada (1980), Nadaísmo crónico y demás epidemias (1991), Ensayos e intentos (2001). Estos son algunos de sus poemas:

El tango de los hampones

Muchas veces quise ser bueno

Pero siempre me convencieron de la movida

de la bolsa o la vida

que es la moda del siglo que corre

Por eso me preocupo

de mantener mi billetera gorda

a cualquier precio

sin pararme en pelillos

Y del bien sacrosanto de mi panza

Desoigo los consejos de los pobres y los buenos

Hay que trampear si queremos sobrevivir

Tretas y artimañas convienen

Y es ventajoso mantener alguna carta oculta

Los discursos morales conducen a la ruina

Hay que ir armando también por el buen camino

El mundo se pone cada vez más difícil

Pregúntale a mi pistola

Entre el justo y el pecador

la diferencia está en el muerto

Y aunque no hay muerto malo

es preferible vivir y seguir en lo que estamos

mientras nos dejen

No hay que dejarse adelantar

El vencedor impone la moral

Las víctimas no cuentan

Se cuentan

Y se olvidan

Muchas veces quise ser bueno

Pero quién alimentaría a mi familia

Es mejor prevenir que lamentar

Y menos peligroso golpear primero

Por hacer el bien sin mirar a quién

muchos de cuyos nombres me olvidé

hallaron un mal fin

Es bueno y loable intentar ser honrado

Pero resulta un sinsentido

en este mundo corrompido

La virtud es hermosa no cabe duda

pero las virtudes del rico son evidentes

Y están bien respaldadas por los bancos

El que cuenta sus morlacos

dispone bien las partes del antiguo problema

sé lo bueno y lo malo

Hay que alejarse de la horrible pobreza

Hay que ser duros antes que demasiado puros

Golpea fuerte, y no lamentes tu suerte

Si no existieran el bien y el mal

La vida sería como pan con pan

Únete a mi banda No te irá mal si eres leal

Y sobre todo

te cuidaremos de la policía

Es una porquería

La flecha inmóvil

Desde estas alturas de mi vida,

con terror explicable,

cargado de memorias marchitas,

imágenes de amigos muertos,

asuntos que se han ido olvidando pero que siguen ahí,

pudriéndose en alguna parte adentro

Lleno de ecos,

de añoranzas de noches gloriosas,

y de ruidos de pequeñas hazañas

y de canciones recordadas a medias, en harapos,

me parece escuchar detrás de mí,

los grillos de los caminos que debí seguir,

el trajín del camino que no tomé,

el rumor de otros ocios,

el estruendo de otros oficios afamados,

y el alboroto de las flautas

de unas fiestas de las que estuve ausente

Podría ver, delante de mí, si me volviera, ahora,

lejos y extraño, aquel que rehusé ser hace tiempos,

de quien me separaron el azar, o la desconfianza,

si volviera ahora el rostro de ahora

Si diera la vuelta, vería la otra cara de mi vida,

las sendas que dejé vírgenes, las vías de otros sueños

y de otros propósitos: pero no puedo demorarme,

ni siquiera para contemplar

el fulgor apagado de aquellas cosas a las que renuncié

por necesidad, capricho o desdén, o por simple descuido

Es demasiado tarde

Queda poco tiempo para la nostalgia

Para esos lujos masoquistas

Para esos vanos ejercicios del corazón

A tientas, en estas costumbres que hice mías,

que ya son como mis vestidos y son como mis máscaras,

bajo el cielo incógnito como una burla,

en estas cumbres yermas,

sin una estrella o una flor en el horizonte

en descomposición,

podría ver, si me volviera, allá, donde jamás iré,

otros interiores, otras penumbras,

otros jardines de perfumes igual de rutinarios,

y otras fuentes soporíferas,

y el resplandor a medio fuego de las otras vidas

que me negué a vivir,

las de mis yoes no gozados

Oigo en mí el ladrido cariñoso de sus perros guardianes

Los gorgoritos burlones de sus loros en las estacas

Podría ver, si así quisiera, solo tendría que volverme,

los campanarios de otra risa

los adoratorios de otros dioses distintos de los míos

y unas tabernas y el trepidar de una industrias de males

y de bienes,

y otras calles ardientes que jamás pisaré

y los hijos robustos que no tuve

o que me arrancaron con embrujos

o me fueron dejando solo

o que yo abandoné por fastidio

Detrás de mí presiento ahora la presencia activa de los caminos

que dejé de lado en una intersección sin referencia, otra

plenitud del ser que no es la mía, que jamás será mía, pero que

me pertenece de un modo oblicuo y misterioso

Pero los arrepentimientos son una pérdida de tiempo,

a estas alturas,

en el desorden de esta otra forma del mundo que elegí

o adonde mi destino me trajo

No nos queda más remedio, querida sombra,

que seguir andando, por estos atajos de perdidos,

detrás de una verdad oscura e improbable del mundo

Regresar sería fatal para los dos

Sin nada confiable, más que las alegres tinieblas

y este impalpable no saber,

insaboro e impuro,

que se ha convertido en nuestro tesoro

Olvidemos lo otro, los afectos renunciados,

las certezas abolidas,

as satisfacciones intocadas que no tuvieron apariencia para

nosotros

Y sigamos andando mientras anochece

Tal vez al final del extravío alguien aún espera

Cucarachas en la cabeza

En el radio reloj japonés sobre la mesa de noche

han establecido algunas cucarachas enanas una colonia

Herméticas y discretas a su manera

-cuando quiero sorprenderlas o contemplarlas

escapan hábilmente como ladronas al parlante de cartón

-su cautela supera su mutismo

-y misteriosas hasta cierto punto

-sólo dejan los huecos sonoros

cuando decido olvidarlas

Mientras duermo calibran mis fantasmas

interpretan mis pesadillas según la norma freudiana

Y cuando leo miran por sobre el hombro lo que leo

con un insoportable talante crítico

Estas espías dotadas de hipersensibles antenas inquietas

con curiosidad científica me interpelan

Se fuman mis cigarrillos

Sestean en mis manzanas como si hubieran

encontrado el paraíso

Muerden mis chocolates

Beben mi café

Circulan por mis biscochos

Y calman la hartura con mi antiácido predilecto

Parecen tan interesadas en conocer

el sabor de todo lo que como

(ensayan mi agua)

En probar la textura y la realidad

lo que pienso y su peso probable

En verificar la naturaleza esencial

y el color aparente de mis más íntimos

y hondos y queridos propósitos

A la hora del noticieroesta banda de cucarachas

esconde bajo mis narices un banquero norteamericano

o planea la toma relámpago de la emisora cultural

para divulgar un manifiesto libertario

En el concierto de la mañana se mezclan

en los remolinos del piano

con las semifusas como ellas llenas de patas

Pellizcan a destiempo los clavicordios

Al medio día son aplastadas sin misericordia

por el loco de los timbales

para redivivas regresar más activas y ansiosas por la noche

a graznar en los fagotes de los quintetos a copular desvergonzadas

en el interior del cuarteto en la viola

Castas en el clarinete nebuloso de Mendelssohn

mariposean en el aire de la clara Primavera de Vivaldi

Corderos descarriados triscan en la humedad iluminada de

lejanías de la flauta del pastor legendario cuando viene El Sordo

-pero no bobo- con su Pastoral a la casa

Y la sombra hueca del oro falso del oboe

cuando tiene su turno Tomasso Albinoni acarician

Se peinan o bien toman el sol en las celestas del desdichado

Bela Bartok En los espejos consecutivos de Arnold Schöenberg

meditan y meditan y nadan y nadan y bailan en el Salón

Méjico de Aaron Coplan

como turistas gringas con hipos de tequila

Estas cucarachas melómanas se aquerencian en los amores

de Chopin

Se separan con tormentas demenciales de Schumann

Exhiben sus quejas eróticas con grandilocuencias de Brahms

Arden en el teatral arrebato de Paganini

Pero asimilan tan mal como yo la melancólica

o patética música de Tchaikovski

Y suponen que todo tiempo pasado fue más soportable o

mejor

cuando suenan Purcell Couperin Cabezón

las canciones de etiqueta de corte

O las ingenuas baladas inglesas que desgastaron romeos

en las ruidosas tabernas y en los altos balcones

Dotadas de unas temibles máscaras de horribles rictus africanos

hediondas de cola parecen ponerse frenéticas

con Charles Mingus

Adoran el lirismo del sombrero catatónico de Thelonius

Monk Entonan gospels de manumisos con la gorda Mahalia

Jackson

y con Paul Robeson Adquieren un inconfundible cariz marihuano

con la poesía amorfinada de los Rolling Stones Patalean y

se despelucan con fragantes ternuras de Janis Joplin -cultivadas

con punzantes fervores de heroínasY disfrutan de lo lindo

con las guarachas precastristas del año 50

Y con la nostalgia de los calipsos de la turística Jamaica

Y con el huracán caribeño del merengue dominicano

Y con el mapalé salvaje que bailaba mi amiga Sadit Restrepo

-que en paz descanse

Ponen aires compungidos de compadritos

con los aires mefíticos de Buenos Aires

Y desdeñan el limbo batido de don Julio Iglesias

(Ellas saben lo que hacen)

Pero por la cerrada unción que destilan -inciensos y óleos y

áloes- durante el Pange Lingua y el conmovedor Stabat Mater

en la campanuda programación gregoriana del domingo podríamos

inferir que jamás fueron paganas sus almas que tocadas

de tocas son las últimas carmelitas descalzas las más humildes

entre las más humildes discípulas de la Loca de Avila sobrevivientes

a fuerza de oración en el basural impío de la fantástica

y miserable era atómica

-las que rezan por los payasos chilenos

y los cantantes mejicanos

(deben conocer la letra completa

de la cucaracha ya no puede caminar)

sublimados sus amores por el sin igual Jorge Negrete y por

don Pedro Vargas de voz de nardo en este templo de plástico

transistorizado

Pero quizás son sordas

Sordas como las celestes nubes

y las terrestres tapias y las arbóreas hojas

Y solo les importa saber la hora solitaria de cada hora

Las intrigan los problemas del concepto de Tiempo

A lo mejor son horas vivas estas pequeñas bestias sepias

que se pasean por la mesa y escapan al menor parpadeo

Mientras una trabaja en suceder las otras 23 descansan

Y juzgan mi pasado hecho a pedazos como un Todo

Retozan con cinismo entre mis cosas fragmentarias

sin unidad aparente

Admiran el turbio espectáculo de mis acciones mundanas

como si mucho les importara

Se burlan Ironizan Filosóficas

Con áridos argumentos de Bergson

Y con reticencias proustianas y retruécanos

de Martín Heidegger

Roen mi rostro en mi sopor profundo

Soy este gesto ausente que forman como más les conviene

y arrugan a su gusto

Con las malas artes de su contabilidad estas experimentadas

auditoras

hacen de mi vida dos masas acuosas de sumas iguales

Me descuentan con alevosía minutos

Me suman pérdidas con ventaja

Amasan mi alma Y mi crimen perpetran

O para preservar su integridad

son ellas mismas las muy zorras brujas

las mismas que me inculcan por telepatía

estos piadosos pensamientos éticos ecológicos

estos suspiros arrepentidos

este amor franciscano por todo lo existente esta generosidad

indiscriminada que me paraliza como a un hindú cada vez que

pienso en el bendito tarro de insecticida

Y si fueran y si fueran

policías japoneses camuflados de cucarachas para una indeterminada

misión súper secreta estos enigmas en el Sanyo de Troya

O por qué hurgan mis papeles con seriedad dubitativa

y constatan mi identidad hechizada

y hacen el censo de mis señas particulares

y me comparan con mis retratos

y se meten en mis bolsillos

y husmean mi huella de barro mortal con lupas

despistadas

y registran mis llamadas telefónicas

y fotocopian mi correspondencia

Tienen gestos ciertos de abrigar sospechas

acerca del asunto de mi sobresaltado asunto

O por qué rondan por el laberinto

de mis impredecibles intenciones

y proyectos para mí mismo inescrutables

con el celo abusivo de los sabuesos

Y si fueran japoneses

pero no policías en propiedad sino santos zen

en su satori sin koan

y sin búdicos párpados desapegados bajo el árbol sagrado

fregando el milagro imperfecto del loto vacío

en el estanque de un jardín de rocas

que no se cansan de impugnar

Estetas de minucias del rito del te

boddisatvas locos discípulos adelantados del doctor Suzuki

peregrinas en sandalias por un dharma zurdo

o por un mahayana reducido a hinayana

por sucesivas amputaciones

como prescriben las técnicas del arte del bonsái

arqueros

cuyos blancos

son los deseos exuberantes del corazón (verdes -y cojo)

desertados del espejo -artífices de horizontes simulados

con pinceles calvos kamikazes de tablas coloridas

de surf mutantes

de las radiaciones perversas de Hiroshima y Nagasaki

Y si entre todas formaran un kaikú que quiere revelárseme

pero me cierra mi prosaica torpeza

de lector infatigable de novelas enormes

alemanas y rusas

Pueden ser

quién lo sabe

mendigos de un novelón romántico que leí

la semana pasada

recién caídos poseedoras de lujosos andrajos

con la opulencia del estilo de Víctor Hugo

O Nada

O quizás

son ingenieros

especializados en dispositivos microeléctricos

Expertos en pastillas de silicio

Diminiturizados genios lelos en superficies azules

de circuitos lógicos

integrados de alta velocidad cuyos reinos de cobre recubiertos de estaño tienen límites de terminales de oro -maestros en

informática y microcomputadores

Me gustaría -si es así- preguntarles ahora

por sus variables binarias

Si dulces les son los pulsos de tensión en las puertas lógicas

Si sus nanosegundos pueden ser iguales a la razón

o razón de absurdo

O divisibles todavía

Pero estas adictas al dióxido de silicio

deben estar borrachas de sistemas

alucinadas de nitruros de polímeros fotosensibles

de biones de boro alborotado

de átomos libres de flúor que vienen descargados

de moléculas de freón

y reaccionan al silicio policristalizado

para un patrón más preciso que el método

de grabado húmedo

Ebrias deben saber

que la santidad es imposible y que no es bueno el silicio

de una pureza absoluta

Que el fabricante del circuito debe llevar

el silicio que compra

hasta un nivel de pureza del 99,9999999

porque en la atmósfera pura del gas inerte

debe admitir

impurezas deseadas mientras se funde

O simplemente Estas manipuladoras de microcircuitos en

sus cárceles circuitadas indiferentes a la música la ciencia la

técnica la informática y la información a la política la mística

la mecánica y a Basho y al Tiempo y a todo aquello que nos

incumbe

no saben siquiera que Einstein no pudo asistir a Como

para ser el perro del Lama en el Tíbet

y no plomero en Washington

como se dice que quiso

Dios no juega a los dados

Aceptaré entonces y más me vale

con humildad más que conveniente

y con cautela más que razonable

contra el escepticismo generalizado que me infunden

e irradian en mi entorno –serenidad y aturdimientocontra

esta perplejidad contra la pavorosa confusión que me contagian

que esta manada de ortópteros que me circundan y me miran

que esta tropa oscura de cucarachas

que vigila la mesa y el radio y las manzanas

no es otra cosa

nada más nada menos

que una tropa silenciosa y oscura

de cucarachas

O tal vez son las ilusiones compensatorias

de mis desilusiones

Desórdenes salvajes de la imaginación

o de la paranoia galopante

Delirios de la fiebre de un tifo mal curado

O efectos secundarios de adulterada cocaína

A lo mejor no hay cucarachas aquí

Ni una sola cucaracha

Y no son más que cucarachas en mí lastimada cabeza

estas siluetas fugaces como los ángeles que

a veces creo percibir

en el nochero

y que me sueñan para ser en los retorcimientos

de mis sueños

y me dictan poemas para divertirse a mi costa.

Combatiente

Yo hice mi guerra.

Yo hice mi guerra contra el volcán

mi guerra contra el mar

contra el invierno

contra la necesidad

contra el utensilio.

Yo hice mi guerra huyendo

mi guerra enfrentando

desesperando

mi guerra en el Ártico

en el Antártico

en la China.

Yo hice mi guerra en la Sierra Maestra

en la Sierra Nevada

en la Sierra Madre

en la explanada

hice mi guerra de cien años

de mil días

mi guerra relámpago

mi guerra de un millón de muertos

de dos millones de muertos

de tres millones.

Yo hice mi guerra con mis zapatos

con mis garras

con mis escobas

hice mi guerra de verdad

mi guerra con odio

hice mi guerra en España

mi guerra contra el zar

mi guerra azarosa

ahumada

descarnada

mi genocidio.

Yo hice mi guerra con mi bigote

con mi caballo

con amor

con ametralladora

al amanecer

contra los judíos

hice mi guerra contra los infieles

contra los invasores

contra los brujos

contra los negros

contra los indios.

Yo hice mi guerra en mi ventana

en el automóvil

en la cantina

en el campo

mañana

por la mañana

hice mi guerra en el Bajo Cauca

y en el río Cauca

y en Arauca

hice mi guerra como fusilero

como panadero

como estafeta y

marino

Yo hice mi guerra en los establos

contra las moscas

contra los comunistas

contra los imperialistas

contra los cristianos

hice mi guerra por desconfianza

por amargura

por pobreza

por terror

la hice porque no tenía

más que hacer

porque no me daban trabajo

porque me pagaban mal mi trabajo

porque pasaba hambre

la hice porque no comía

hasta indigestarme

la hice por despistarme

por herirme

por eliminarme

porque sí y no

por defenderme

la hice porque no me la dejaban

hacer.

yo hice mi guerra

hice mi guerra

mi guerra

guerra

pero no todas eran inútiles

y no todas las había de perder.

Yo hice mil guerras.

El fin del mundo

Hoy soy feliz:

el sol se está apagando sobre el mundo.

Todo va a terminar.

La muerte es amarilla sobre el río.

El universo será un puñado de sal para el mar.

La luz se transformará en jabón para la cara.

Los automóviles dormirán en las esquinas

y esperarán convertirse en garzas.

Yo,

esperaré la invasión de las garzas

que vendrán a fabricar sus nidos

en el corazón de los semáforos.

La ciudad de cemento será una caja de cartón,

Sola y empolvada

inmóvil

terminando en todas las calles.

Adquiriendo la hediondez que se acumula en mis

Bolsillos.

Pero yo soy feliz

irremediablemente,

mientras la luz es vieja.

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