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Con una vida dedicada a la televisión, a la dirección de programas y a la realización de novelas, Alí Humar también exploró el camino de las radionovelas y del teatro. Aunque su padre se mostró reacio a que pisara las tablas, Humar fue un hombre de medios: pasó por el camino de la actuación, de los libretistas, de los actores y de los directores, y se consolidó como un referente de la televisión colombiana, siendo recordado por su participación actoral en María, La vorágine y la serie La mala hora, inspirada en la obra de Gabriel García Márquez.
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Su vínculo con el arte empezó cuando era niño y veía a su hermana participar de obras de teatro de la mano de Fausto Cabrera. Ganando becas, como la de la academia de Bernardo Romero Lozano, Boris Roth y Carlos José Reyes, fue pasando de papel en papel, que, aunque pequeños, lo fueron encaminando hacia el mundo de la actuación. El teatro de Santiago García fue su refugio, ahí terminó de engancharse con las tablas, un mundo que le apasionó, pues lo consideró como “lo único puro”, pero que abandonó para explorar nuevos horizontes, como las radionovelas, de la mano de Jorge Ospina, y la televisión, a la que terminó de consagrar su tiempo y sus historias.
Alcance la Estrella, Los Cuervos, El Ángel de Piedra, Señora Isabel, Noticiero de la Historia, Sueños y Espejos, Tabú y Sábados felices, son algunas de las producciones que salieron al aire bajo su dirección, rol con el que se atrevió a experimentar con nuevas y disruptivas formas, como la de enfocar en los detalles y no trabajar con planos amplios.
Humar afirmó que su maestra fue la experiencia, y así fue. Encontrándose en el camino con Fernando Gaitán, Bernardo Romero Pereiro, Álvaro Ruiz, Carlos Muñoz, Pacheco y Juan Gossaín, entre otros personajes de la televisión y el arte nacional, su trabajo se enriqueció con y de la mano de ellos. Con Gabriel García Márquez consolidó una amistad, y la anécdota de cuando se conocieron, la dejó plasmada en su libro Es mi versión y no la cambio. Con él, según confesó en una entrevista con Vanessa de la Torre, en Mesa Blu, tuvo millones de anécdotas, entre ellas la siguiente: “Una vez en un restaurante había gente consumiendo coca con una cédula, en un papelito, y Gabo se volteó a decirme: ‘Joda, por fin entendí esa vaina del uso indebido de los documentos’. Todo con él era así”. Recordó, también, el poco gusto que el Nobel de literatura sentía por el fútbol y el constante reclamo que le hacía cuando le preguntaba sobre cómo podía escribir sobre Colombia, si el país “muere por el fútbol y usted no lo soporta”.
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En esa misma charla con Blu Radio, en marzo del año pasado, Humar recordó sus encuentros con Margarita Vidal y con Consuelo Luzardo. Cuando la primera le dijo que estaba medio apestada, él le respondió: “Ojo, no se me vaya a morir que solo quedamos usted y yo, ya todos se están yendo”. Y con Luzardo la conversación, en medio de la velación de un amigo en común, no fue muy distinta. Ella le dijo: “Oye, Alí, cuando nosotros nos muramos, ¿quién va venir, si ya se fueron todos?”.
El mundo de la cultura lo compartió con Yamile, su hermana, quien es actriz y escritora de cine, teatro y televisión, y es recordada por su participación en producciones como Chambú, Isla de ensueño, Recordarás mi nombre, El alférez real y El caballero de Rauzán. Siendo de esa generación que vio que la familia completa se reunía alrededor de la televisión, que las novelas se veían en comunión, Alí Humar fue testigo de cómo los tiempos cambiaron, de cómo las personas ya no consumen los contenidos de la misma forma en la que lo hacían antes y que las plataformas digitales parecen ser la preferencia de la audiencia al día de hoy.