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Álvaro Restrepo, cofundador del Colegio del Cuerpo, fue homenajeado en Nueva York

El bailarín y gestor cultural, director del Colegio del Cuerpo, que cumple 25 años, recibió el homenaje en el teatro La MaMa de Nueva York el pasado 10 de noviembre. Álvaro Restrepo habló para El Espectador sobre el reconocimiento que recibió en la ciudad que nunca duerme.

17 de noviembre de 2022 - 08:56 p. m.
El bailarín y gestor cultural Álvaro Restrepo recibió un reconocimiento por parte del teatro La MaMa en Nueva York, donde también se presentó durante la gala del 10 de noviembre.
El bailarín y gestor cultural Álvaro Restrepo recibió un reconocimiento por parte del teatro La MaMa en Nueva York, donde también se presentó durante la gala del 10 de noviembre.
Foto: Cortesía
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Tras 25 años de trabajo en el Colegio del Cuerpo, en Cartagena, y 40 años de carrera artística, Álvaro Restrepo recibió un reconocimiento en la gala anual que celebra el teatro La MaMa de Nueva York. Bajo el nombre de “Remake a world” (Rehacer un mundo), el teatro, que cumplió seis décadas, celebró su noche con un reconocimiento al colombiano, junto a otras cuatro personalidades de diferentes países. “Por sus pasiones por la danza contemporánea y la justicia social, fundó La Escuela del Cuerpo de Cartagena, con un enfoque interdisciplinario único en el respeto por el cuerpo que cultiva bailes al mismo tiempo que aborda temas que van desde los derechos humanos hasta la sexualidad y la drogadicción”, dijeron los organizadores.

El bailarín, que presentó “Dos volcanes y un laberinto” en el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá en abril, fundó el Colegio del Cuerpo (eCdC) en 1997 junto a Marie France Delieuvin. Desde entonces, aproximadamente 8.500 niños y jóvenes de bajos recursos se han beneficiado de la formación ofrecida por la institución, en ámbitos que van más allá de la danza.

El reconocimiento que le hicieron en La MaMa hizo parte de una gala anual que realizan, ¿podría relatar su experiencia en ese evento y el sentido que tiene para usted?

Fue un regalo de la vida poder regresar al teatro donde yo me inicié en los años 80 con mi trabajo en Nueva York. Es un teatro que, además, es emblemático de toda la escena de vanguardia off-off-Broadway en los Estados Unidos y en el mundo. Quisieron reconocer mi trayectoria como bailarín, como gestor cultural y educador del Colegio del Cuerpo y junto a otras cuatro personas me hicieron este reconocimiento. Me preguntaron que si quería presentar algo, hace muchos años no bailaba. Estaba completamente entregado a la pedagogía, a la gestión y a la coreografía, me atreví a regresar a la escena después de muchos años y fue una belleza porque me sentí de nuevo vivo y con ganas de seguir bailando. Voy a emprender una obra nueva a partir de lo que fue esta experiencia de volver a estar en escena. Esta gala era para celebrar los 60 años de La MaMa, que siempre ha sido un territorio para la exploración y era una forma de rendirle homenaje a Ellen Stewart, la fundadora del teatro, que nos abrió las puertas a tantas personas.

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¿De qué se trató la presentación que hizo en la gala?

Hice una revisitación de un fragmento que creé hace casi 40 años, y que justamente lo hice en Nueva York. En el año 84 yo bailé en el Brooklyn Academy of Music, y ahí tuve mi debut como bailarín para el que había creado una pequeña secuencia en la que narraba una historia autobiográfica, de infancia. Tenía que ver con mi padre y hablaba sobre las cacerías y los perros, era una historia un poco dramática. Hace tiempo había juntado esa historia con un fragmento de Rayuela, de Julio Cortázar, el capítulo 68. En esta ocasión diseñé algo muy loco porque fue un vestuario casi que de perro con un collar isabelino y la máscara del animal, también lo junté con un video que hice en Cartagena con mi perro, ese era el fondo de la escena. Fue como una pequeña obra de ocho minutos que me permitió tener una resurrección en las tablas, fue algo muy emocionante y me han dado ganas de volver a estar en la escena después de esta experiencia.

¿Cómo refleja este reconocimiento todo lo que ha hecho en sus años de carrera y con el Colegio del Cuerpo?

El Colegio del Cuerpo cumplió 25 años en 2022, y lo más importante que hemos logrado, además de todo el tema artístico y de formación con el que más de 10.000 jóvenes se han educado como bailarines, pedagogos, coreógrafos, etc., es una educación para la paz y para la dignidad en una ciudad tan racista, clasista y tan rota como Cartagena. Es un proyecto que le ha propuesto a estos muchachos un camino de excelencia y exigencia sin paternalismos, sin miserabilismos, teniendo en cuenta el talento como el único racero para medir si este es el lugar para ellos. Esa es nuestra filosofía principal, resaltar las diferencias y celebrarlas como nuestro mayo patrimonio. Todas tienen cabida en esta escuela del cuerpo. Y el cuerpo es una metáfora del cuerpo individual, pero también del cuerpo social, por eso hablamos del Colegio del Cuerpo como un proyecto de escultura no solo individual, también de escultura social.

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¿Cómo cree que la trayectoria que ha tenido el Colegio del Cuerpo ha aportado a la construcción de comunidad y paz?

Nosotros hemos tenido un impacto a nivel internacional porque trabajamos todos los años en diferentes países la metodología y filosofía del Colegio del Cuerpo, que ha sido reconocida varias veces. A nivel local hemos estado muy comprometidos en el tema de reconciliación. Desde el año 2001 iniciamos un proyecto con la Red de Solidaridad Social y su población desplazada del barrio Nelson Mandela, ahí arrancamos con un proyecto que se llama “Mi cuerpo, mi casa”. Desde ese entonces hay muchachos que están con nosotros y ya hacen parte de la compañía profesional; ese proyecto lo hicimos como un homenaje a mi hermana Mónica Restrepo, que murió en el año 2000 y era la responsable del tema de la población desplazada en ese momento en la Red de Solidaridad. El componente de paz y sociedad ha estado muy presente.

¿Cómo ayuda la danza a sanar heridas como las que tenemos los colombianos con un conflicto que lleva más de 50 años?

La danza es uno de los múltiples lenguajes que el cuerpo puede hablar, es el nuestro porque somos bailarines. El tema que nos interesa a nosotros es el cuerpo humano y el cuerpo social, el cuerpo como metáfora del planeta en el sentido de su relación con la naturaleza y el medio ambiente. La danza y las otras artes, pero especialmente la danza, son interpretaciones del ser muy profundas. En el cuerpo está escrito todo, la memoria, la imaginación, los sentidos... Nosotros vemos el cuerpo como el centro de la vida, el cuerpo es nuestro tiempo, nuestra casa, es lo único que realmente poseemos, entonces toda esta noción del cuerpo-tiempo y cuerpo-espacio es nuestra gran herramienta pedagógica y social. Cuando uno está tocando todas estas regiones, también toca las heridas, la memoria de los traumas y solamente el poder detectarlas, recorrerlas, hablar de ellas es, en sí, un acto de reparación. Considero que el arte tiene un gran poder reparador, sin ser mágico, ni algo medicinal o psicológico.

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