Amalia Satizábal: “La magia está en los detalles, en lo sutil y silencioso”
A propósito de la Fiesta del Libro de Medellín, publicamos una entrevista con Amalia Satizábal, autora del libro “Río de colores”, que narra la historia de Rogelio Páramo, un oso de anteojos que trabaja en la ciudad y decide salir de vacaciones con su esposa e hijo hacia un parque mágico y natural de Colombia.
Laura Valeria López Guzmán - @Lauravalerialo
¿Por qué decidió escribir sobre Caño Cristales?
Viví fuera de Colombia por más de una década, exaltó mi amor por este país. Para mí, cada viaje es el descubrimiento de un territorio. La aventura de conocer lugares nuevos me inspira a crear, soñar y escribir. Según yo, es importante que los libros hablen y traten sobre lugares y temas reales para que los lectores sientan una conexión con los libros. Tengo la esperanza de que mi encanto por los paisajes y personajes allí retratados lleven a quienes leen mis libros a amar el país y, por consiguiente, a protegerlo y defenderlo. Río de colores busca plantar una semilla de reconocimiento y curiosidad sobre la magia que existe en nuestro territorio. Conocer que esos paisajes no son solo fruto de la imaginación de los autores, sino que son lugares de verdad, podría ayudar a que las familias los visiten.
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A Río de colores lo escribí una noche en la cama del hotel que me hospedó en la Macarena, durante mi visita a los caños. Me sentía muy rola, envuelta en el calor y el color. Me sorprendía cómo quería vivir esta experiencia a través del lente de mi cámara y notaba que me estaba perdiendo lo más importante de esta experiencia.
¿Cómo se fueron dando los momentos de convergencia entre la pintura y la escritura?
Mi mente funciona de una forma muy visual: yo me estoy contando historias a mí misma, constantemente. Y estos relatos nacen en mi mente como imágenes, narraciones visuales y las palabras van adornándolas. Para Río de colores escribí un texto mucho antes de empezar a dibujar, aun si los personajes ya iban tomando forma en mi imaginación. En ese entonces trabajaba como profesora de arte para el preescolar de un colegio en la sabana de Bogotá, así que como ejercicio les mostré a mis estudiantes las fotografías de mi viaje y les leí en voz alta ese texto semilla, muy distinto al que hoy en día está dentro del libro. Los dibujos de mis estudiantes fueron parte fundamental de la inspiración para las soluciones visuales que elegí. Sus respuestas emocionales a la narración y sus preguntas me ayudaron a darle forma a la historia. Yo me senté y, según yo, hice el libro. Para el momento en que Mauricio Gaviria, director de la editorial, lo vio, yo tenía una maqueta que pensaba terminada de este libro álbum. Con él hicimos un trabajo muy interesante de diálogo para re imaginarlo. Durante ese tiempo viajé a Bologna a la Feria de Libro Infantil y me encontré con Ciça Fitipaldi, colega autora e ilustradora, quién me dijo algo que me quedó rondando en la mente y luego se sintió en mi trabajo: “Haz que los personajes y el río sean uno, que veas en verdad que ellos se llevan un pedazo de ese mundo dentro”. Fueron meses de redibujar, re imaginar y discutir para que naciera el libro que podemos ver hoy en día. Y es que los libros son así, fruto de un trabajo en equipo.
¿Cómo fue su experiencia en Caños Cristales y el río Guayabero? ¿Qué de esto se plasma en el libro?
Yo viajé con la compañía que maneja mi amiga Sandra Atallah, Frontera Travel, que me gusta mucho porque sugiere expediciones muy genuinas. Para mí la experiencia de compartir con los guías de Sena, caminar junto a las familias de visitantes, fue muy enriquecedora. A cierto punto en el paseo se unió a mí mi cuñada, lo que me hizo disfrutar aún más de la experiencia. Los colores del lugar, la temperatura, la maravilla de la vida que pulula en cada rincón, fueron como una bocanada de aire creativo y sanador para mí. Me impresionaba como la majestuosidad de la naturaleza nos envolvía a cada momento, dando un sentido de respeto y conexión por el lugar que seguirá conmigo por muchos años. El Guayabero aún me debe el darme permiso de ver sus delfines, fue emocionante de todas formas chismosear la vida silvestre en sus orillas y respirar el aire del río.
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En sus palabras, ¿qué es la magia?
Para mí, la magia es la maravilla que fluye, nos demos cuenta o no. La que está en los detalles, lo sutil, lo silencioso. La magia se siente cuando nos sorprendemos, cuando el alma siente esa brisa calientita de calma o emoción. La vida es magia si me siento a verla y me maravillo a cada instante.
Si en los niños se encuentra la fuente de la imaginación y la magia, ¿por qué los adultos, que también fueron niños, no dejan que relatos como el suyo sean creídos por los niños y sigan alimentando esta característica inevitable que acompaña la niñez?
No sabría si los niños son la fuente de la magia, lo que sí es que algunas veces ellos no tienen ese filtro que la rutina y los miedos han construido en los adultos y pueden señalarla con espontánea emoción. No sé si haya cuidadores que no permitan a los niños creer mis historias, justamente esa magia que pretende contar el libro, no es tan evidente, requiere del ojo explorador de un lector sin miedo que se da permiso de mirar e imaginar.
Según usted, ¿cuál es el papel de la literatura infantil?
Esta es una pregunta gigante. Los libros en mi vida han sido mi forma de conectarme y desconectarme del mundo al mismo tiempo. En la voz de quienes me leyeron de niña encuentro la tranquilidad, ese lugar seguro de contar e imaginar. En mis lecturas solitarias podía escapar de la realidad que tal vez no me gustaba tanto y adentrarme en otros lugares, vivir situaciones diferentes, siempre bajo la sombra segura del libro. Para mí, el libro es una excusa maravillosa para unirnos a quienes amamos y aprender a conocernos, conociendo los mundos de quién los imagina en los libros. Ambas posibilidades son maravillosas y fundamentales para nuestro crecimiento. Así que para mí el papel de la literatura infantil es construir puentes para unirnos y conocernos, lejos y cerca de quienes amamos.
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¿Por qué la gran mayoría de historias y relatos para niños se hacen a través de los animales?
No todas las historias se narran a través de animales. En mi caso, elijo contar este tipo de historias utilizando animales antropomorfos para acercar a los lectores a conocer a estos personajes que habitan nuestro territorio. La representación de un personaje como un animal nos permite reconocernos en él sin importar su género, tamaño o apariencia, y esto para mí es un recurso que hace que las historias se conecten con los lectores de una forma entrañable. Hay muchas formas de contar historias y de crear personajes. Cada libro tiene necesidades narrativas diferentes.
¿Considera que este es un libro que invita al niño a potenciar su curiosidad?
Pensaría que sí, al menos conozco varios casos de pequeños lectores que han exigido a sus padres el viajar a la Macarena luego de la lectura. También lectores que ahora reconocen en los osos de anteojos a la familia Páramo. La curiosidad puede activarse de tantas formas. Puede ser automática y estimular una campaña de creación e investigación, pero también puede plantar una semilla de preguntas pequeñitas que habitarán en el lector hasta que, por arte de magia, el viento un día susurre una respuesta.
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¿Por qué decidió escribir sobre Caño Cristales?
Viví fuera de Colombia por más de una década, exaltó mi amor por este país. Para mí, cada viaje es el descubrimiento de un territorio. La aventura de conocer lugares nuevos me inspira a crear, soñar y escribir. Según yo, es importante que los libros hablen y traten sobre lugares y temas reales para que los lectores sientan una conexión con los libros. Tengo la esperanza de que mi encanto por los paisajes y personajes allí retratados lleven a quienes leen mis libros a amar el país y, por consiguiente, a protegerlo y defenderlo. Río de colores busca plantar una semilla de reconocimiento y curiosidad sobre la magia que existe en nuestro territorio. Conocer que esos paisajes no son solo fruto de la imaginación de los autores, sino que son lugares de verdad, podría ayudar a que las familias los visiten.
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A Río de colores lo escribí una noche en la cama del hotel que me hospedó en la Macarena, durante mi visita a los caños. Me sentía muy rola, envuelta en el calor y el color. Me sorprendía cómo quería vivir esta experiencia a través del lente de mi cámara y notaba que me estaba perdiendo lo más importante de esta experiencia.
¿Cómo se fueron dando los momentos de convergencia entre la pintura y la escritura?
Mi mente funciona de una forma muy visual: yo me estoy contando historias a mí misma, constantemente. Y estos relatos nacen en mi mente como imágenes, narraciones visuales y las palabras van adornándolas. Para Río de colores escribí un texto mucho antes de empezar a dibujar, aun si los personajes ya iban tomando forma en mi imaginación. En ese entonces trabajaba como profesora de arte para el preescolar de un colegio en la sabana de Bogotá, así que como ejercicio les mostré a mis estudiantes las fotografías de mi viaje y les leí en voz alta ese texto semilla, muy distinto al que hoy en día está dentro del libro. Los dibujos de mis estudiantes fueron parte fundamental de la inspiración para las soluciones visuales que elegí. Sus respuestas emocionales a la narración y sus preguntas me ayudaron a darle forma a la historia. Yo me senté y, según yo, hice el libro. Para el momento en que Mauricio Gaviria, director de la editorial, lo vio, yo tenía una maqueta que pensaba terminada de este libro álbum. Con él hicimos un trabajo muy interesante de diálogo para re imaginarlo. Durante ese tiempo viajé a Bologna a la Feria de Libro Infantil y me encontré con Ciça Fitipaldi, colega autora e ilustradora, quién me dijo algo que me quedó rondando en la mente y luego se sintió en mi trabajo: “Haz que los personajes y el río sean uno, que veas en verdad que ellos se llevan un pedazo de ese mundo dentro”. Fueron meses de redibujar, re imaginar y discutir para que naciera el libro que podemos ver hoy en día. Y es que los libros son así, fruto de un trabajo en equipo.
¿Cómo fue su experiencia en Caños Cristales y el río Guayabero? ¿Qué de esto se plasma en el libro?
Yo viajé con la compañía que maneja mi amiga Sandra Atallah, Frontera Travel, que me gusta mucho porque sugiere expediciones muy genuinas. Para mí la experiencia de compartir con los guías de Sena, caminar junto a las familias de visitantes, fue muy enriquecedora. A cierto punto en el paseo se unió a mí mi cuñada, lo que me hizo disfrutar aún más de la experiencia. Los colores del lugar, la temperatura, la maravilla de la vida que pulula en cada rincón, fueron como una bocanada de aire creativo y sanador para mí. Me impresionaba como la majestuosidad de la naturaleza nos envolvía a cada momento, dando un sentido de respeto y conexión por el lugar que seguirá conmigo por muchos años. El Guayabero aún me debe el darme permiso de ver sus delfines, fue emocionante de todas formas chismosear la vida silvestre en sus orillas y respirar el aire del río.
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En sus palabras, ¿qué es la magia?
Para mí, la magia es la maravilla que fluye, nos demos cuenta o no. La que está en los detalles, lo sutil, lo silencioso. La magia se siente cuando nos sorprendemos, cuando el alma siente esa brisa calientita de calma o emoción. La vida es magia si me siento a verla y me maravillo a cada instante.
Si en los niños se encuentra la fuente de la imaginación y la magia, ¿por qué los adultos, que también fueron niños, no dejan que relatos como el suyo sean creídos por los niños y sigan alimentando esta característica inevitable que acompaña la niñez?
No sabría si los niños son la fuente de la magia, lo que sí es que algunas veces ellos no tienen ese filtro que la rutina y los miedos han construido en los adultos y pueden señalarla con espontánea emoción. No sé si haya cuidadores que no permitan a los niños creer mis historias, justamente esa magia que pretende contar el libro, no es tan evidente, requiere del ojo explorador de un lector sin miedo que se da permiso de mirar e imaginar.
Según usted, ¿cuál es el papel de la literatura infantil?
Esta es una pregunta gigante. Los libros en mi vida han sido mi forma de conectarme y desconectarme del mundo al mismo tiempo. En la voz de quienes me leyeron de niña encuentro la tranquilidad, ese lugar seguro de contar e imaginar. En mis lecturas solitarias podía escapar de la realidad que tal vez no me gustaba tanto y adentrarme en otros lugares, vivir situaciones diferentes, siempre bajo la sombra segura del libro. Para mí, el libro es una excusa maravillosa para unirnos a quienes amamos y aprender a conocernos, conociendo los mundos de quién los imagina en los libros. Ambas posibilidades son maravillosas y fundamentales para nuestro crecimiento. Así que para mí el papel de la literatura infantil es construir puentes para unirnos y conocernos, lejos y cerca de quienes amamos.
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¿Por qué la gran mayoría de historias y relatos para niños se hacen a través de los animales?
No todas las historias se narran a través de animales. En mi caso, elijo contar este tipo de historias utilizando animales antropomorfos para acercar a los lectores a conocer a estos personajes que habitan nuestro territorio. La representación de un personaje como un animal nos permite reconocernos en él sin importar su género, tamaño o apariencia, y esto para mí es un recurso que hace que las historias se conecten con los lectores de una forma entrañable. Hay muchas formas de contar historias y de crear personajes. Cada libro tiene necesidades narrativas diferentes.
¿Considera que este es un libro que invita al niño a potenciar su curiosidad?
Pensaría que sí, al menos conozco varios casos de pequeños lectores que han exigido a sus padres el viajar a la Macarena luego de la lectura. También lectores que ahora reconocen en los osos de anteojos a la familia Páramo. La curiosidad puede activarse de tantas formas. Puede ser automática y estimular una campaña de creación e investigación, pero también puede plantar una semilla de preguntas pequeñitas que habitarán en el lector hasta que, por arte de magia, el viento un día susurre una respuesta.
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