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                                                                                                                                Amasar una novela

                                                                                                                                La nueva obra del escritor colombiano Azriel Bibliowicz, ‘Migas de pan’ (Alfaguara), es una innovadora mirada a los efectos de la II Guerra Mundial y de la violencia en Colombia desde una casa “maravillosa”.

                                                                                                                                Nelson Fredy Padilla

                                                                                                                                ‘Migas de pan’ es la cuarta obra literaria de Azriel Bibliowicz. / Archivo - El Espectador
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Esas palabras las merece hoy el escritor bogotano Azriel Bibliowicz por su nueva obra Migas de pan (sello editorial Alfaguara), no por el título sino por la hogaza con que alimenta un ejercicio de arte poética que comienza con aires de novela negra pero se transforma en la apuesta personal por esa utopía de todo prosista: la “novela total”.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Nace de la obsesión de su personaje principal: un comerciante de relojes con alma de actor tragicómico que vive para recordar a los sacrificados, para construir un lugar en la memoria de la humanidad, para superar el olvido y la marginación a los que fue sometido. Josué “decidió que la única forma de recobrar su dignidad serían el encierro y la construcción de un mundo propio”. Historia y tiempo se funden teniendo como testigos a relojes de cuerda y arena que simbolizan la condena del ser humano a vivir siempre a la espera... de la libertad, del amor, de la muerte; viajando dentro de sí mismo, como lo vislumbró Nietzsche.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                En el primer nivel se mueve Leah, la esposa de Josué, sobreviviente del campo de concentración de Auschwitz, refugiada en la cocina y el costurero, huyéndole a la maldad y al “museo de lo inútil” de su esposo, aunque con su potencial venta puede pagar el rescate si se imponen los intereses del negociante de secuestros de judíos, Raúl Musser, sobre los de Samuel y Ester. Abajo transcurre la vida de una familia marcada por múltiples violencias y escaleras arriba predomina la atmósfera que hace único este libro: las habitaciones del “gabinete” bautizadas como “el teatro de la naturaleza”, colección de conchas, piedras y escaparates dedicados a la historia de la humanidad desde el arca de Noé hasta la Expedición Botánica; “el teatro del tiempo”, donde los mecanismos de los relojes invitan al arte “conquistando un enfoque más allá del tiempo y el espacio”; “el hospital de las palabras”, para buscar significados en diccionarios y poemarios; “el salón del Dorado”, para participar de un diálogo con personajes de la cultura indígena precolombina construido por un conocedor de uso del factor mitológico en la literatura; “el Memoratro o teatro de la memoria”, para reencarnar gracias a la dramaturgia, y “el salón del silencio”, para callar y entender.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Así el autor cumple con su prédica de maestro: “Aprender a mirar es el comienzo de todo, descubrir la poesía latente en las cosas, por simples que parezcan”. Por eso opino, recordando a Neruda, que Azriel Bibliowicz horneó pan de dios para quienes nos alimentamos de literatura, creyentes o ateos.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                 

                                                                                                                                 

                                                                                                                                npadilla@elespectador.com

                                                                                                                                ‘Migas de pan’ es la cuarta obra literaria de Azriel Bibliowicz. / Archivo - El Espectador
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Esas palabras las merece hoy el escritor bogotano Azriel Bibliowicz por su nueva obra Migas de pan (sello editorial Alfaguara), no por el título sino por la hogaza con que alimenta un ejercicio de arte poética que comienza con aires de novela negra pero se transforma en la apuesta personal por esa utopía de todo prosista: la “novela total”.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Nace de la obsesión de su personaje principal: un comerciante de relojes con alma de actor tragicómico que vive para recordar a los sacrificados, para construir un lugar en la memoria de la humanidad, para superar el olvido y la marginación a los que fue sometido. Josué “decidió que la única forma de recobrar su dignidad serían el encierro y la construcción de un mundo propio”. Historia y tiempo se funden teniendo como testigos a relojes de cuerda y arena que simbolizan la condena del ser humano a vivir siempre a la espera... de la libertad, del amor, de la muerte; viajando dentro de sí mismo, como lo vislumbró Nietzsche.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                En el primer nivel se mueve Leah, la esposa de Josué, sobreviviente del campo de concentración de Auschwitz, refugiada en la cocina y el costurero, huyéndole a la maldad y al “museo de lo inútil” de su esposo, aunque con su potencial venta puede pagar el rescate si se imponen los intereses del negociante de secuestros de judíos, Raúl Musser, sobre los de Samuel y Ester. Abajo transcurre la vida de una familia marcada por múltiples violencias y escaleras arriba predomina la atmósfera que hace único este libro: las habitaciones del “gabinete” bautizadas como “el teatro de la naturaleza”, colección de conchas, piedras y escaparates dedicados a la historia de la humanidad desde el arca de Noé hasta la Expedición Botánica; “el teatro del tiempo”, donde los mecanismos de los relojes invitan al arte “conquistando un enfoque más allá del tiempo y el espacio”; “el hospital de las palabras”, para buscar significados en diccionarios y poemarios; “el salón del Dorado”, para participar de un diálogo con personajes de la cultura indígena precolombina construido por un conocedor de uso del factor mitológico en la literatura; “el Memoratro o teatro de la memoria”, para reencarnar gracias a la dramaturgia, y “el salón del silencio”, para callar y entender.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Así el autor cumple con su prédica de maestro: “Aprender a mirar es el comienzo de todo, descubrir la poesía latente en las cosas, por simples que parezcan”. Por eso opino, recordando a Neruda, que Azriel Bibliowicz horneó pan de dios para quienes nos alimentamos de literatura, creyentes o ateos.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                 

                                                                                                                                 

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                                                                                                                                Por Nelson Fredy Padilla

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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