Ana Cristina Restrepo: “El hilo que une mis columnas es el de la libertad”
La escritora antioqueña publicó “Autorretrato” (Sílaba), un libro de antología periodística que recoge sus columnas en El Espectador y El Colombiano.
Andrés Osorio Guillott
¿Por qué escogió el periodismo?
Más que el periodismo, lo que me gustaba era escribir. Yo no empecé estudiando periodismo sino odontología, y lo hice por un año. Cuando me salí de esa primera carrera escogí comunicación y lo hice porque me hacía falta escribir. He tenido dudas sobre periodismo, no sobre serlo, porque me apasiona la parte escrita. Yo empecé haciendo reportería en El Colombiano. Trabajé nueve años ahí y tuve la oportunidad de trabajar con personas importantes para mi formación como Reinaldo Spitaletta, Juan Carlos Pérez, Jesús Abad, entre otros. El periodismo siempre ha sido mi pasión, sobre todo la escritura, pero claro, tuve una ruptura grandísima con esto y me salí cuatro años para ser profesora de preescolar. Fue un momento de mucha angustia y un cansancio muy profundo porque hice dos cubrimientos muy fuertes y seguidos, que me aporrearon feo, que fueron la entrega de los rehenes de La María y el terremoto de Armenia. Esos dos eventos me dejaron un rechazo hacia la forma de hacer periodismo. Pero ya volví y trato de dar lo mejor. Conservo toda mi esperanza en este oficio.
¿Y por qué el gusto por la escritura?
En mi casa los libros siempre han sido importantes. Mi papá y mi mamá siempre tuvieron una biblioteca muy grande y variada, no solamente literatura y ensayo, también biografías y todo tipo de libros. A mi papá le gustaba la filosofía, y era profundamente conservador, del partido además. Tenía una biblioteca en la que al lado de un libro de Nietzsche o Shopenhauer estaba la Biblia o la biografía del papa. Esa pasión por la lectura fue muy inculcada por ellos. No solo porque nos hacían leer, sino por verlos leer. Nunca me hubiera imaginado mi vida sin la lectura y la escritura porque siempre estuvieron presentes.
La religiosidad es un tema recurrente en sus columnas, ¿por qué?
El tema de la religiosidad se combina mucho con el tema de las mujeres porque yo crecí en Antioquia y allí hay una cultura profundamente conservadora católica creyente y practicante, y donde esa cultura, siempre ha estado permeada por esto. Sus conductas están vinculadas con ética cristiana, y eso ha marcado actitudes asociadas al patriarcado. Esa forma de pensar que se da a través de la religiosidad, y que empieza en los colegios, en la familia o en otras instituciones como la iglesia marca la manera en cómo se tratan los temas de mujeres.
También se refiere mucho a la educación y a la maternidad...
Lo que yo siempre he tratado de defender en mis columnas es la importancia de que la maternidad sea elegida, y eso lo conecto con la educación de qué manera: educar desde la familia o desde la maternidad es difícil aún cuando uno decide ser mamá, ahora cómo será de difícil para quienes son por obligación, por eso yo creo que la maternidad nunca debe ser obligada, debe ser una una elección, y esa es como la línea que cruzan todas mis columnas. Ese hilo que puede unir todas mis columnas es el de la libertad, la libertad de decidir. Y con respecto a la educación, pues esa mirada a la educación de los de los hijos, y la educación no solamente desde la familia, sino desde los colegios que todavía le cuesta ese foco en la libertad, ese miedo a la libertad que se manifiesta en todo. ¿Cómo estamos votando en Colombia? No votamos libres. Estamos aferrados al miedo. La educación sin libertad produce miedo.
También son recurrentes las preguntas a los temas de desaparición forzada y memoria...
Hay dos temas que me obsesionan y he hablado tanto como es posible en esto. El primero es de las madres de los desaparecidos. Ese drama me parece el más profundo que tiene Colombia en este momento. Eso está en una segunda línea para las instituciones y medios de comunicación. Y eso lo conecto con el papel que cumple Darío Acevedo en el Centro Nacional de Memoria Histórica. Ahí hay una falla y es que dependa del gobierno. La JEP ha hecho un trabajo eficiente en tratar de ponerle un freno a este señor, y es que este señor quiere que la memoria no sea concertada. Yo considero que es importante cuestionar y una de las grandes luchas de este momento debe ser la de la memoria histórica y los nuevos relatos de las víctimas.
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¿Por qué escogió el periodismo?
Más que el periodismo, lo que me gustaba era escribir. Yo no empecé estudiando periodismo sino odontología, y lo hice por un año. Cuando me salí de esa primera carrera escogí comunicación y lo hice porque me hacía falta escribir. He tenido dudas sobre periodismo, no sobre serlo, porque me apasiona la parte escrita. Yo empecé haciendo reportería en El Colombiano. Trabajé nueve años ahí y tuve la oportunidad de trabajar con personas importantes para mi formación como Reinaldo Spitaletta, Juan Carlos Pérez, Jesús Abad, entre otros. El periodismo siempre ha sido mi pasión, sobre todo la escritura, pero claro, tuve una ruptura grandísima con esto y me salí cuatro años para ser profesora de preescolar. Fue un momento de mucha angustia y un cansancio muy profundo porque hice dos cubrimientos muy fuertes y seguidos, que me aporrearon feo, que fueron la entrega de los rehenes de La María y el terremoto de Armenia. Esos dos eventos me dejaron un rechazo hacia la forma de hacer periodismo. Pero ya volví y trato de dar lo mejor. Conservo toda mi esperanza en este oficio.
¿Y por qué el gusto por la escritura?
En mi casa los libros siempre han sido importantes. Mi papá y mi mamá siempre tuvieron una biblioteca muy grande y variada, no solamente literatura y ensayo, también biografías y todo tipo de libros. A mi papá le gustaba la filosofía, y era profundamente conservador, del partido además. Tenía una biblioteca en la que al lado de un libro de Nietzsche o Shopenhauer estaba la Biblia o la biografía del papa. Esa pasión por la lectura fue muy inculcada por ellos. No solo porque nos hacían leer, sino por verlos leer. Nunca me hubiera imaginado mi vida sin la lectura y la escritura porque siempre estuvieron presentes.
La religiosidad es un tema recurrente en sus columnas, ¿por qué?
El tema de la religiosidad se combina mucho con el tema de las mujeres porque yo crecí en Antioquia y allí hay una cultura profundamente conservadora católica creyente y practicante, y donde esa cultura, siempre ha estado permeada por esto. Sus conductas están vinculadas con ética cristiana, y eso ha marcado actitudes asociadas al patriarcado. Esa forma de pensar que se da a través de la religiosidad, y que empieza en los colegios, en la familia o en otras instituciones como la iglesia marca la manera en cómo se tratan los temas de mujeres.
También se refiere mucho a la educación y a la maternidad...
Lo que yo siempre he tratado de defender en mis columnas es la importancia de que la maternidad sea elegida, y eso lo conecto con la educación de qué manera: educar desde la familia o desde la maternidad es difícil aún cuando uno decide ser mamá, ahora cómo será de difícil para quienes son por obligación, por eso yo creo que la maternidad nunca debe ser obligada, debe ser una una elección, y esa es como la línea que cruzan todas mis columnas. Ese hilo que puede unir todas mis columnas es el de la libertad, la libertad de decidir. Y con respecto a la educación, pues esa mirada a la educación de los de los hijos, y la educación no solamente desde la familia, sino desde los colegios que todavía le cuesta ese foco en la libertad, ese miedo a la libertad que se manifiesta en todo. ¿Cómo estamos votando en Colombia? No votamos libres. Estamos aferrados al miedo. La educación sin libertad produce miedo.
También son recurrentes las preguntas a los temas de desaparición forzada y memoria...
Hay dos temas que me obsesionan y he hablado tanto como es posible en esto. El primero es de las madres de los desaparecidos. Ese drama me parece el más profundo que tiene Colombia en este momento. Eso está en una segunda línea para las instituciones y medios de comunicación. Y eso lo conecto con el papel que cumple Darío Acevedo en el Centro Nacional de Memoria Histórica. Ahí hay una falla y es que dependa del gobierno. La JEP ha hecho un trabajo eficiente en tratar de ponerle un freno a este señor, y es que este señor quiere que la memoria no sea concertada. Yo considero que es importante cuestionar y una de las grandes luchas de este momento debe ser la de la memoria histórica y los nuevos relatos de las víctimas.
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