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¿Cómo ha sido llegar a una empresa con más de seis décadas de historia?
Ha sido una experiencia interesante. He vivido el proceso de entrar en la empresa y entender lo que sucede en el área de diseño. Lo más fascinante ha sido conocer cómo trabaja Joyería Cano, que cuenta con más de 4.000 moldes creados mediante un método llamado “cera perdida”. Esto evita comenzar desde cero, permitiéndome jugar con su trayectoria y lo que ya está construido. Me he apropiado de estos elementos para reinventarlos y hacerlos más actuales y atractivos.
Hablemos sobre su primera colección...
La primera colección que diseñé desde cero se llama Kausai y se lanzará en enero. Es muy especial porque está centrada en las espirales, que representan el infinito, y en figuras ancestrales. Nació de una conversación con Eduardo Cano, el fundador, quien me contó sobre su experiencia y lo que significa la herencia de esta marca tan importante para él. Fue un momento significativo, ya que de ahí surgieron los conceptos de la vida, el infinito, la herencia y la idea de ir más allá. Aunque en esta colección utilicé muchos moldes nuevos que diseñé, también incorporé moldes preexistentes de Cano. De hecho, alrededor del 70 % de la colección está compuesta por moldes existentes de la marca, lo que le da mucha fuerza a la propuesta. Quise imprimir mi esencia e identidad, pero también la historia de Eduardo, fusionando nuestras dos fuerzas para crear algo aún más grande.
¿Cuál es su esencia?
Siempre he vivido en una contradicción, ya que me apasiona la moda, pero también me atrae el campo, montar a caballo y estar al aire libre. Vivía con una incertidumbre sobre lo que debía hacer, hasta que descubrí el diseño consciente y sostenible. Como diseñadora, me importa que todo tenga un concepto y propósito. No diseño algo solo porque esté de moda, sino que busco darle un significado a cada producto. En cuanto a lo estético, me gusta incorporar un toque cowboy, ya que me gusta lo ecuestre y siempre he trabajado con patrones geométricos, aunque no tengo una explicación exacta para ello.
Aunque la empresa es quien contrata al empleado, uno tiene el poder de elegir si acepta el reto. ¿Por qué lo hizo?
Soy amiga de Eduardo desde hace mucho tiempo y solíamos hablar sobre diseño. Siempre lo asesoraba en temas como la elección del fotógrafo o el enfoque de ciertos proyectos. Cuando me propuso trabajar con Cano, me pareció un reto divertido, ya que nunca había trabajado en joyería. Además, me motivaba la idea de colaborar con una marca tan icónica y con tanta trayectoria. En cada lugar en el que he trabajado, me he enfrentado a retos. En este caso, el desafío es conseguir que mi generación se interese por la marca, ya que Cano estaba quedando atrás.
Siempre se ha dicho que la moda tiene un valor político y cultural importante, pero poco se habla de las joyas.
En las joyas todo tiene un valor especial. Mi anillo de compromiso, que era de la abuela de mi marido, me acompaña todo el día y me protege. Cuando él se va de viaje, lo aprieto en la mano porque siento que las joyas tienen energía, historia y conexiones. Hay algo especial y bonito en el valor generacional de las joyas, como heredar una pieza de tu abuela. Eso también ocurre con Cano: muchas abuelas de Colombia tienen joyas de allí y las heredan con una historia. Ahora que nosotros tenemos esa herencia, estamos creando diseños nuevos, pero con los mismos moldes de las piezas de generaciones pasadas.
Usted asume el cargo de directora creativa. Hablemos sobre lo que significa la creatividad y cómo son los procesos de creación. Por ejemplo, ¿qué hace cuando hay un bloqueo?
La creatividad es algo que respiro todos los días. No sé cómo explicarlo, pero se trata de ideas, visualización y crear cosas nuevas, ya sea en mi mente, en un papel o en cualquier otro medio. La creatividad está presente en todo lo que hago: desde cómo saludo a mi marido para mantener el amor, hasta decidir qué ponerme por la mañana. Como diseñadora de los Andes, valoro la formación científica, que me da un enfoque estratégico. Todo empieza con un concepto, como “herencia”, y busco palabras que lo refuercen para cada colección. La poesía me inspira, por eso las palabras son claves para mí. Luego, creo moodboards creativos y de mercado. Aunque las tendencias son importantes, no las sigo ciegamente. En momentos de bloqueo, salir a caminar o correr me ayuda a liberar ideas. Ahora que estoy en Cano, me gusta ir al Museo del Oro, nutrir mi mirada y luego ir a la fábrica para combinar los moldes con el concepto.
¿Cómo hace para adherirse a la identidad de una marca que puede ser contraria a la suya?
Lo valioso de mi trabajo es que sé percibir la identidad de una marca y diseñar en función de eso. Puedo crear piezas que quizás no diseñaría para mi propia marca, pero que sé que funcionarían bien para la que estoy trabajando. Sin embargo, siempre me pregunto: “¿Lo comprarías?” Todo lo que diseño, tengo que quererlo. Mi trabajo está en visualizar la esencia de la marca, entender a los clientes y diseñar con mi estética, pero enfocada en lo que realmente necesita la pieza, no lo que yo quiero.
¿Cree que este trabajo la ha dotado de una sensibilidad para ver y sentir el mundo?
Sí, me ha hecho más empática. Este es un trabajo donde debes entender qué quiere la otra parte. Siempre es necesario ponerse en el lugar del otro para entregar lo que realmente necesitan.