Ana María Bustamante: “La poesía es el lenguaje esencial” (Letras de feria)
La poeta paisa llega por primera vez a la FILBo con “Nieve” (Valparaíso Ediciones), su más reciente poemario. Hoy, desde el Gimnasio Moderno, y mañana, desde Corferias, la escritora compartirá sus reflexiones alrededor de la escritura.
María José Noriega Ramírez
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Una preocupación por lo que falta, por el olvido. Los fragmentos que dejamos a nuestro paso por la incompletitud, o, mejor dicho, por nuestra imposibilidad de completitud, que está tatuada en nuestra naturaleza, y el rastro de los pequeños trozos que quedan grabados en nuestra memoria. “De tanto abandono / se ha congelado el mundo / mientras todo el lenguaje / se vuelve escarcha. / Esto es lo que somos: / historias, voces, simples trozos, / momentos disipados, / palabras susurradas, / lenguaje fragmentado”, escribe Ana María Bustamante en uno de los poemas de Nieve. De la ausencia, de lo que no puede ser nombrado, de la necesidad de precisar en aquello que, quizás, el lenguaje no alcanza, surgen este y los demás versos que conforman su más reciente libro. Así, de la imposibilidad, nace su escritura, y, de su palabra escrita, un conjunto de poemas en estrofas y prosa que, aunque responden a inquietudes personales, terminan siendo comunes a quienes los leen.
Le sugerimos leer: FILBO 2022: “Bogotá es una ciudad de muchas heridas y, por eso, hay que contarla”
“La poesía que más disfruto, y la que intento hacer, está conectada con algo más profundo que el lenguaje cotidiano”, advierte la poeta paisa. Buscando matices y sensibilidades, las imágenes del agua, el viento, el mar y la nieve, que considera elementos primigenios, esenciales y transversales a la humanidad, son sus cómplices. Así, el lenguaje desde lo frío es su predilección y, como tal, su camino para explorar la vida, desde la ausencia y la búsqueda de la luz, lo hace desde allí. No en vano escribe: “No hay idioma más sincero / que el frío / su ardor acaricia los huesos / como a la vida: / eso es lo que llamo ausencia”. Y es que, a la hora de enfrentarse a una hoja y una pluma, en su mente hay una premisa clara: “la poesía es el lenguaje esencial”.
Durante el proceso de edición de su libro, a lo largo de 2021, dos poetas le susurraron al oído. “Y caes hecha pájaro / hecha nieve en la fuente / en la tierra en el olvido”, de Blanca Varela, hace las veces del epígrafe de su poemario, marcando el horizonte de su escritura. Según cuenta, lo que la une a la escritora peruana es un vínculo estético y emocional, el lenguaje depurado y profundo que reconoce en los versos de esta autora del siglo XX. “Ahí encontré un universo profundo y valioso, y por eso conversé bastante con ella en la construcción de mi libro”. Pero Varela no es la única voz externa en Nieve: “Cruzo un desierto y su secreta / desolación sin nombre”, de José Ángel Valente, uno de “los grandes poetas españoles”, a su parecer, anticipan el fin de su poemario. “Yo recurro a este tipo de poesía por sus posibilidades interpretativas y la flexibilidad que esta da para abordar aquello a lo que es imposible darle nombre, como a las emociones”. Así, en estos autores, Bustamante encuentra las puertas abiertas que busca construir en su poesía: no dejar todo explícito ni todo dicho, sino dar breves pinceladas a través de sus versos y lenguaje.
“Solo sé hablar lo que existe: / todo me nombra / como un niño pequeño a un pájaro / como un eco invisible / a los ancestros. / Solo hablo las ruinas / que son lo único eterno”, se lee en el poema Lo único cierto. Lo vivido no lo podemos recordar completamente. Nos quedan rezagos de ello y, como tal, atesoramos pequeños rastros de nuestro andar, pequeñas ruinas en nuestra memoria. Y volver a pisar la Feria Internacional del Libro de Bogotá de forma presencial, y no de manera simbólica a través de la virtualidad, es una forma de regresar a esos pasillos que, entre libros y estantes, recorríamos cuando los tapabocas no eran una realidad y cuando dábamos por sentado que cada año, sagradamente, íbamos a cumplir con esta cita con la literatura. Dos años después, Corferias vuelve a ser epicentro cultural y literario de la capital, y los pabellones se vuelven a llenar de gente ansiosa de revivir el contacto con los libros, los autores y las editoriales. Así, aquellas ruinas en nuestra memoria permanecen, se evocan y se recrean.
Podría interesarle leer: La gloriosa cachetada que me dio Chris Pueyo (Letras de feria)
“Las ferias del libro son uno de los eventos más importantes del país porque en la palabra hay posibilidades inmensas de transformación. Estos espacios son necesarios porque el encuentro con el otro es fundamental”, reconoce la poeta paisa que, por primera vez, pisa la Feria Internacional del Libro de Bogotá como autora y visitante. La Fiesta del Libro y Cultura de Medellín la ha recorrido de arriba abajo, varias veces en cada una de las ediciones a las que ha ido, y la convicción de que la poesía no es solo un ejercicio de escritura, sino un medio para crear vínculos a partir de la lectura en voz alta, la ha acompañado en su camino como escritora, que empezó siendo adolescente, cuando quiso plasmar sus primeros intentos de poesía, abriendo las puertas a un recorrido de autoexploración y entendimiento. De ahí que afirme que “una de las grandes virtudes de la poesía es que propicia cercanía emocional”.
Nieve es, de cierto modo, la continuación de Antes de ser silencio, su primer poemario. Si en este último tenía un interés por explorar los silencios, por la voz que puede brotar de él, pues consideraba que aquel le podía permitir nombrar sus sensaciones en ese espacio vacío, en Nieve su preocupación central es lo que falta, lo que a veces no tiene nombre, y la nieve es ese símbolo que engloba todo: la ausencia, la soledad, el frío, pero también la vida y la búsqueda de la luz. Finalmente, eso somos: encuentros y palabras fragmentadas, en un intento por contrarrestar el olvido.