Ana Ximena Oliveros: “Los libros te abren las puertas del mundo”
Desde 2019, La librería de Ana es un refugio literario y cultural para compartir en familia. Recientemente expandieron su local del centro comercial Parque La Colina para ofrecer una sección de literatura infantil.
Danelys Vega Cardozo
Hablemos un poco sobre cómo surgió ese gusto suyo por los libros.
Mis papás tenían en la casa una biblioteca grande; sobre todo los libros que estaban ahí eran de mi padre, pues él es abogado (ellos suelen tener muchos códigos jurídicos). Me regalaban libros infantiles, pero, en realidad, me llamaban la atención otro tipo de literatura así que a los diez o doce años empecé a leer a escondidas obras como El retrato de Dorian Gray (no le decía a nadie que leía este tipo de títulos porque me regañaban). Entonces, siempre me ha gustado mucho la lectura y los libros como objetos.
Estudié Comunicación Social (en la universidad estuve vinculada con proyectos que tenían que ver con literatura y publicaciones). Luego, cuando tenía veintidós o veintitrés años, empecé a trabajar en Ediciones B y desde ahí me quedé laborando en el sector editorial. No he trabajado en ningún otro sector porque en este es donde me siento a gusto, en donde puedo trabajar con temas que me interesan, apasionan y me generan curiosidad; además, es un vehículo de servicio a la comunidad en general (acá disfrutamos mucho “recetar” libros).
La librería de Ana surgió en 2019 con un local en el Paseo San Rafael, en el norte de Bogotá…
Sí. Llevaba un par de años trabajando como independiente y siempre había vivido por esta zona de Bogotá (Colina Campestre). Mi trabajo en las editoriales ha estado relacionado con los medios de comunicación (eventos, lanzamientos, ferias y promoción de los libros), pero me daba cuenta de que todo estaba de la calle 72 o 94 hacia el sur, mientras que hacia el norte de la ciudad “no pasaba nada”: no había agenda literaria y cultural gratuita (que fuera de fácil acceso para todos). Las personas, que sabían el sector en el que trabajaba, me decían: “Por qué nunca pasa nada acá. Me encantaría ir a este evento cultural, pero atravesar la ciudad es un poco difícil”. En ese momento había ausencia de librerías en este sector (afortunadamente ya hay más librerías). Por eso decidí abrir el local de San Rafael, después de hacer un estudio del sector. Mi idea era que esta librería no se limitara solo a la venta de libros, sino que tuviera, además, una agenda cultural para toda la familia. Me parecía excluyente contar con esas agendas que son de “nicho intelectual”, porque a mí me gustan las que son para todos, en donde puedes compartir sin temor (simplemente vas a escuchar y a preguntar).
¿Por qué cree que esos espacios culturales y literarios no estaban centrados en las personas que viven en el norte de Bogotá?
No sé, siempre nos fijamos en los sectores en donde está el foco de las actividades en general (donde está el movimiento tradicional). Irse para otros espacios es riesgoso, pero este sector de la ciudad es muy interesante, familiar y de lectores, y también viven docentes, universitarios y gerentes de empresas, etc. (personas a las que les gusta la lectura). Es increíble que en esta zona hubiera salas de cine, pero no tantas librerías (solo estaban las tradicionales), pues ambos comparten una comunidad de seguidores.
¿Cuál cree que es el papel de los libros en la construcción de nuestra realidad?
Lo que pasa es que los libros te abren las puertas del mundo. En nuestra mesa están los libros de todas las tendencias ideológicas, políticas y filosóficas (no pelean entre ellos, y pueden vivir tranquilamente). Cuando las personas leen pueden enterarse o conocer diferentes puntos de vistas y realidades de una manera analítica (depende de cada libro). Se trata de tener de primera mano una realidad distinta a la tuya y empaparse de la de los demás (eso desde la lectura como ejercicio individual). Sin embargo, mi intención es que la lectura no se quede como una actividad individual y solitaria, sino que se comparta. Por eso siempre las presentaciones de libros que hacemos o los conversatorios están abiertos a las preguntas de todos (siempre hay un moderador que hace tres o cuatro preguntas, pero intentamos que el resto provengan del público, para que pueda compartir y expresar su opinión). Buscamos que la lectura sea algo de comunidad, que sea participativa (se escuchen varias opiniones sobre el tema que estamos hablando).
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¿Para qué compartir la lectura?
Sería bastante inútil para lo sociedad que te quedaras con el conocimiento o tus opiniones solo para ti. Cuando los compartes aportas (no quiere decir que tengan que estar de acuerdo contigo).
¿Cuáles son los roles que llevan a cabo los libreros, pero que no son necesariamente visibles para los demás?
Nosotros escuchamos a las personas que nos visitan, lo hacemos con mucha paciencia y cariño (no es un esfuerzo). De acuerdo con lo que estén necesitando buscamos brindarles una solución (los libreros son el intermediario o el canal de comunicación entre la necesidad de una persona y una posible solución o remedio). Nosotros partimos del respeto por los gustos de cada persona porque las librerías son para toda la familia y en ella ninguno es igual a otro, pero creemos que cuando una persona viene por un libro es porque está buscando una solución (entretenerse, encontrar un regalo, o está pasando por una situación que requiere una ayuda o desea brindarle una a alguien). Entonces, somos ese canal que le ayuda a encontrar ese fin a través del diálogo. Como el espacio físico de las librerías no es muy grande (como pasa acá), tenemos que tratar de seleccionar los libros que nos parecen mejores fundamentados para cada temática (literatura, filosofía, política, ángeles, cocina, pero, sobre todo, literatura infantil). Esa curaduría e investigación la debe hacer el librero. Además, en librerías tan pequeñas como estas, nosotros no solo hacemos ese trabajo romántico del que te estoy hablando, sino también uno administrativo y de logística.
¿Cree que ese diálogo con los lectores también le ha traído beneficios personales?
Cuando fui a la entrevista de trabajo de Ediciones B tuve que esperar durante unos minutos en una sala que estaba llena de libros (más tarde me enteré de que se trataban de muestras de los títulos que estaban publicando). Mientras estaba sentada ahí pensé: “Me encantan los libros, pero mi sueño es tener una librería”. Entonces, si no contará con el apoyo de la comunidad no podría hacer que esto fuera realidad y fuera sostenible. No considero como clientes a las personas que visitan nuestra librería, sino como amigos. El diálogo con ellos nos ayuda a nutrir la librería gracias a sus conocimientos, experiencias, críticas, opiniones, recomendaciones, la historia personal de cada uno y lo que tienen para aportar. Hay personas que me han dado consejos financieros, publicitarios, de catálogo, servicio al cliente e incluso contactos. Acá creamos un ambiente diferente al de las librerías de cadena o de grandes superficies, porque las personas saben cómo nos llamamos, así como nosotros también sabemos, muchas veces, sus nombres, entonces es una construcción permanente.
Se podría decir que las librerías también le apuestan a la recuperación de las relaciones humanas…
Sí, en las librerías es esencial el diálogo sincero, de amigos; no buscamos un diálogo político o filosófico, sino uno entre personas que comparten el gusto por la lectura (un diálogo de confianza, de recomendaciones responsables y de interés mutuo porque la librería permanezca).
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Sí, los libros se convierten en puentes de unión…
Exactamente, en puentes de unión y puntos conectores, porque un libro te puede conectar con una persona, y luego ella te puede llevar a otra. Se termina creando un círculo, abriendo una rama (como un árbol que va creciendo).
Hace algunos minutos dijo que había que tener, sobre todo, cuidado en la curaduría de los libros infantiles. ¿Por qué?
Primero, por un gusto personal: los libros infantiles siempre me han asombrado, no solo por la creatividad que tienen, sino por la manera en que transmiten y cuentan historias a través del texto y la imagen; son libros inteligentes y profundos: la mayoría están hechos para niños, pero deberíamos tenerlos los adultos como una herramienta de principios y de valores (no hablo de los títulos que tienen una intención de dejar moralejas, sino de la literatura infantil en general, esa que corresponde al buen trabajo de un escritor o ilustrador). La literatura te va dejando los mensajes por el camino y te da posibilidad de diálogo. Desde siempre he tenido libros infantiles en mi casa (tengo una hija de 16 años y ella tiene una colección muy linda, entonces nuestras colecciones se unieron y perdieron la línea de propiedad). Cuidar la literatura que se le da a los niños me parece importante porque es donde se están cultivando no solo lectores, sino líderes, personas con criterio, valores, pensamiento y creatividad (estás sembrando la capacidad de soñar). Nosotros no tenemos libros que insulten la inteligencia de los niños, que sean obvios, que nos les deje espacio para su creatividad y pensamiento (que no les siembren dudas).
¿Por qué piensa que, a veces, insultamos la inteligencia de los niños?
En ocasiones, hacer libros para niños ha parecido sencillo, algo menor en comparación con una novela de 300 páginas o una investigación larga (la gente puede equivocarse, pero lo hace porque no ha valorado la literatura infantil ni sus lectores). Hacer libros para niños no es sencillo, es difícil (me parece admirable la capacidad que tienen esos escritores e ilustradores para condensar una gran historia en pocas palabras o páginas o por medio de ilustraciones).
También, sucede que, en ocasiones, las actividades y los proyectos culturales para los niños pasan a un segundo plano…
Sí, depende del escenario y el ámbito. Yo he notado un gran cambio en los colegios: los libros hacen parte de un plan lector, pero ya no tienen ese tinte obligatoriedad o castigo que tenían hace un par de años (antes, si no hacías algún deber te tocaba irte a la biblioteca de castigo, te tocaba leerte el libro, pero eso ya se ha eliminado en muchos espacios). Por eso, ahora, los niños y los jóvenes quieren leer. Hay entidades que tienen estrategias importantes de promoción de lectura como Fundalectura e incluso los colegios (nosotros visitamos varios colegios y se ve el espíritu de los profesores por hacerlo). Nosotros en esta librería tenemos una comunidad de familia con niños (ellos aman venir a la librería y escoger los libros). La mayoría de los papás que nos visitan los dejan escoger libremente o negocian con ellos. Entonces, yo creo que la cuestión está en un mejor trato y respeto hacia los niños.
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¿Considera que su propósito de vida se conecta con el de la librería?
Como te comentaba, en algún momento dije: “Lo que quiero es tener una librería” (he recorrido un camino largo, porque tengo veintitrés años de haber ingresado al sector editorial). No soy literata, sino comunicadora social y de lo que me he encargado es de estudiar mercadeo. Entonces, hice realidad mi sueño cuando sentí que era el momento de hacerlo, pero los sueños no se terminan cuando los ves concretos, sino cuando logras mantenerlos (el camino empieza cuando llegas a una meta). Entonces, mi nuevo punto de partida es la librería, pero todavía no he llegado al final.
¿Cuál será ese final?
Aspiro que la librería tenga vida por varios años, que siga creciendo como lo ha hecho hasta el momento. También, quiero que se convierta en un punto de servicio de agendas culturales y literarias para la comunidad; que permita que los libros y los autores se acerquen a las personas (que los libros se abran, que no sea una cuestión de nicho intelectual, sino que sea para todos). Por eso, todo el equipo trabaja a diario (no por mi sueño, sino por la librería y la comunidad).
Hablemos un poco sobre cómo surgió ese gusto suyo por los libros.
Mis papás tenían en la casa una biblioteca grande; sobre todo los libros que estaban ahí eran de mi padre, pues él es abogado (ellos suelen tener muchos códigos jurídicos). Me regalaban libros infantiles, pero, en realidad, me llamaban la atención otro tipo de literatura así que a los diez o doce años empecé a leer a escondidas obras como El retrato de Dorian Gray (no le decía a nadie que leía este tipo de títulos porque me regañaban). Entonces, siempre me ha gustado mucho la lectura y los libros como objetos.
Estudié Comunicación Social (en la universidad estuve vinculada con proyectos que tenían que ver con literatura y publicaciones). Luego, cuando tenía veintidós o veintitrés años, empecé a trabajar en Ediciones B y desde ahí me quedé laborando en el sector editorial. No he trabajado en ningún otro sector porque en este es donde me siento a gusto, en donde puedo trabajar con temas que me interesan, apasionan y me generan curiosidad; además, es un vehículo de servicio a la comunidad en general (acá disfrutamos mucho “recetar” libros).
La librería de Ana surgió en 2019 con un local en el Paseo San Rafael, en el norte de Bogotá…
Sí. Llevaba un par de años trabajando como independiente y siempre había vivido por esta zona de Bogotá (Colina Campestre). Mi trabajo en las editoriales ha estado relacionado con los medios de comunicación (eventos, lanzamientos, ferias y promoción de los libros), pero me daba cuenta de que todo estaba de la calle 72 o 94 hacia el sur, mientras que hacia el norte de la ciudad “no pasaba nada”: no había agenda literaria y cultural gratuita (que fuera de fácil acceso para todos). Las personas, que sabían el sector en el que trabajaba, me decían: “Por qué nunca pasa nada acá. Me encantaría ir a este evento cultural, pero atravesar la ciudad es un poco difícil”. En ese momento había ausencia de librerías en este sector (afortunadamente ya hay más librerías). Por eso decidí abrir el local de San Rafael, después de hacer un estudio del sector. Mi idea era que esta librería no se limitara solo a la venta de libros, sino que tuviera, además, una agenda cultural para toda la familia. Me parecía excluyente contar con esas agendas que son de “nicho intelectual”, porque a mí me gustan las que son para todos, en donde puedes compartir sin temor (simplemente vas a escuchar y a preguntar).
¿Por qué cree que esos espacios culturales y literarios no estaban centrados en las personas que viven en el norte de Bogotá?
No sé, siempre nos fijamos en los sectores en donde está el foco de las actividades en general (donde está el movimiento tradicional). Irse para otros espacios es riesgoso, pero este sector de la ciudad es muy interesante, familiar y de lectores, y también viven docentes, universitarios y gerentes de empresas, etc. (personas a las que les gusta la lectura). Es increíble que en esta zona hubiera salas de cine, pero no tantas librerías (solo estaban las tradicionales), pues ambos comparten una comunidad de seguidores.
¿Cuál cree que es el papel de los libros en la construcción de nuestra realidad?
Lo que pasa es que los libros te abren las puertas del mundo. En nuestra mesa están los libros de todas las tendencias ideológicas, políticas y filosóficas (no pelean entre ellos, y pueden vivir tranquilamente). Cuando las personas leen pueden enterarse o conocer diferentes puntos de vistas y realidades de una manera analítica (depende de cada libro). Se trata de tener de primera mano una realidad distinta a la tuya y empaparse de la de los demás (eso desde la lectura como ejercicio individual). Sin embargo, mi intención es que la lectura no se quede como una actividad individual y solitaria, sino que se comparta. Por eso siempre las presentaciones de libros que hacemos o los conversatorios están abiertos a las preguntas de todos (siempre hay un moderador que hace tres o cuatro preguntas, pero intentamos que el resto provengan del público, para que pueda compartir y expresar su opinión). Buscamos que la lectura sea algo de comunidad, que sea participativa (se escuchen varias opiniones sobre el tema que estamos hablando).
Le invitamos a leer: Hipnosis para sanar
¿Para qué compartir la lectura?
Sería bastante inútil para lo sociedad que te quedaras con el conocimiento o tus opiniones solo para ti. Cuando los compartes aportas (no quiere decir que tengan que estar de acuerdo contigo).
¿Cuáles son los roles que llevan a cabo los libreros, pero que no son necesariamente visibles para los demás?
Nosotros escuchamos a las personas que nos visitan, lo hacemos con mucha paciencia y cariño (no es un esfuerzo). De acuerdo con lo que estén necesitando buscamos brindarles una solución (los libreros son el intermediario o el canal de comunicación entre la necesidad de una persona y una posible solución o remedio). Nosotros partimos del respeto por los gustos de cada persona porque las librerías son para toda la familia y en ella ninguno es igual a otro, pero creemos que cuando una persona viene por un libro es porque está buscando una solución (entretenerse, encontrar un regalo, o está pasando por una situación que requiere una ayuda o desea brindarle una a alguien). Entonces, somos ese canal que le ayuda a encontrar ese fin a través del diálogo. Como el espacio físico de las librerías no es muy grande (como pasa acá), tenemos que tratar de seleccionar los libros que nos parecen mejores fundamentados para cada temática (literatura, filosofía, política, ángeles, cocina, pero, sobre todo, literatura infantil). Esa curaduría e investigación la debe hacer el librero. Además, en librerías tan pequeñas como estas, nosotros no solo hacemos ese trabajo romántico del que te estoy hablando, sino también uno administrativo y de logística.
¿Cree que ese diálogo con los lectores también le ha traído beneficios personales?
Cuando fui a la entrevista de trabajo de Ediciones B tuve que esperar durante unos minutos en una sala que estaba llena de libros (más tarde me enteré de que se trataban de muestras de los títulos que estaban publicando). Mientras estaba sentada ahí pensé: “Me encantan los libros, pero mi sueño es tener una librería”. Entonces, si no contará con el apoyo de la comunidad no podría hacer que esto fuera realidad y fuera sostenible. No considero como clientes a las personas que visitan nuestra librería, sino como amigos. El diálogo con ellos nos ayuda a nutrir la librería gracias a sus conocimientos, experiencias, críticas, opiniones, recomendaciones, la historia personal de cada uno y lo que tienen para aportar. Hay personas que me han dado consejos financieros, publicitarios, de catálogo, servicio al cliente e incluso contactos. Acá creamos un ambiente diferente al de las librerías de cadena o de grandes superficies, porque las personas saben cómo nos llamamos, así como nosotros también sabemos, muchas veces, sus nombres, entonces es una construcción permanente.
Se podría decir que las librerías también le apuestan a la recuperación de las relaciones humanas…
Sí, en las librerías es esencial el diálogo sincero, de amigos; no buscamos un diálogo político o filosófico, sino uno entre personas que comparten el gusto por la lectura (un diálogo de confianza, de recomendaciones responsables y de interés mutuo porque la librería permanezca).
Le recomendamos leer: Alejandro Aguilar: “Me gusta hacer cine porque plasma la imperfección”
Sí, los libros se convierten en puentes de unión…
Exactamente, en puentes de unión y puntos conectores, porque un libro te puede conectar con una persona, y luego ella te puede llevar a otra. Se termina creando un círculo, abriendo una rama (como un árbol que va creciendo).
Hace algunos minutos dijo que había que tener, sobre todo, cuidado en la curaduría de los libros infantiles. ¿Por qué?
Primero, por un gusto personal: los libros infantiles siempre me han asombrado, no solo por la creatividad que tienen, sino por la manera en que transmiten y cuentan historias a través del texto y la imagen; son libros inteligentes y profundos: la mayoría están hechos para niños, pero deberíamos tenerlos los adultos como una herramienta de principios y de valores (no hablo de los títulos que tienen una intención de dejar moralejas, sino de la literatura infantil en general, esa que corresponde al buen trabajo de un escritor o ilustrador). La literatura te va dejando los mensajes por el camino y te da posibilidad de diálogo. Desde siempre he tenido libros infantiles en mi casa (tengo una hija de 16 años y ella tiene una colección muy linda, entonces nuestras colecciones se unieron y perdieron la línea de propiedad). Cuidar la literatura que se le da a los niños me parece importante porque es donde se están cultivando no solo lectores, sino líderes, personas con criterio, valores, pensamiento y creatividad (estás sembrando la capacidad de soñar). Nosotros no tenemos libros que insulten la inteligencia de los niños, que sean obvios, que nos les deje espacio para su creatividad y pensamiento (que no les siembren dudas).
¿Por qué piensa que, a veces, insultamos la inteligencia de los niños?
En ocasiones, hacer libros para niños ha parecido sencillo, algo menor en comparación con una novela de 300 páginas o una investigación larga (la gente puede equivocarse, pero lo hace porque no ha valorado la literatura infantil ni sus lectores). Hacer libros para niños no es sencillo, es difícil (me parece admirable la capacidad que tienen esos escritores e ilustradores para condensar una gran historia en pocas palabras o páginas o por medio de ilustraciones).
También, sucede que, en ocasiones, las actividades y los proyectos culturales para los niños pasan a un segundo plano…
Sí, depende del escenario y el ámbito. Yo he notado un gran cambio en los colegios: los libros hacen parte de un plan lector, pero ya no tienen ese tinte obligatoriedad o castigo que tenían hace un par de años (antes, si no hacías algún deber te tocaba irte a la biblioteca de castigo, te tocaba leerte el libro, pero eso ya se ha eliminado en muchos espacios). Por eso, ahora, los niños y los jóvenes quieren leer. Hay entidades que tienen estrategias importantes de promoción de lectura como Fundalectura e incluso los colegios (nosotros visitamos varios colegios y se ve el espíritu de los profesores por hacerlo). Nosotros en esta librería tenemos una comunidad de familia con niños (ellos aman venir a la librería y escoger los libros). La mayoría de los papás que nos visitan los dejan escoger libremente o negocian con ellos. Entonces, yo creo que la cuestión está en un mejor trato y respeto hacia los niños.
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¿Considera que su propósito de vida se conecta con el de la librería?
Como te comentaba, en algún momento dije: “Lo que quiero es tener una librería” (he recorrido un camino largo, porque tengo veintitrés años de haber ingresado al sector editorial). No soy literata, sino comunicadora social y de lo que me he encargado es de estudiar mercadeo. Entonces, hice realidad mi sueño cuando sentí que era el momento de hacerlo, pero los sueños no se terminan cuando los ves concretos, sino cuando logras mantenerlos (el camino empieza cuando llegas a una meta). Entonces, mi nuevo punto de partida es la librería, pero todavía no he llegado al final.
¿Cuál será ese final?
Aspiro que la librería tenga vida por varios años, que siga creciendo como lo ha hecho hasta el momento. También, quiero que se convierta en un punto de servicio de agendas culturales y literarias para la comunidad; que permita que los libros y los autores se acerquen a las personas (que los libros se abran, que no sea una cuestión de nicho intelectual, sino que sea para todos). Por eso, todo el equipo trabaja a diario (no por mi sueño, sino por la librería y la comunidad).